Caza deportiva, en la mira de aficionados y ambientalistas
Luego de la sentencia del alto tribunal constitucional sobre la caza deportiva de animales, quienes lo hacen señalan que su práctica no debe prohibirse, sino regularse.
en Atlántico el fallo de la Corte Constitucional que prohíbe esta actividad, que tiene detractores y aficionados. Aquí hay cinco zonas donde se practica.
El pasado 6 de febrero la Corte Constitucional tumbó apartes de la norma que daba vía libre a la caza deportiva, con lo que puso la lupa a una actividad “recreativa” que hasta ahora no estaba prohibida ni regulada.
La Corte asegura que su decisión obedece a que el Estatuto de Protección Animal de 1989 y el Decreto Ley 2811 de 1974 van en contra de la protección del medio ambiente. Con siete votos a favor y dos en contra, falló a favor de la medida que entrará en vigencia en un año.
La polémica está servida porque quienes practican esta actividad consideran que la caza deportiva no debe prohibirse, sino regularse. Sin embargo, ambientalistas y autoridades piensan lo contrario: la decisión del Tribunal Constitucional es acertada porque controla la caza ilegal de animales.
En Barranquilla unas 40 personas hacen parte de la Federación Colombiana de Tiro y Caza deportiva, un club que reúne a expertos tiradores, quienes consideran que la práctica tiene fines deportivos, pero también tiene consideraciones como “el control biológico de las especies”.
Amparados en el Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente, muchos cazadores del país le han dado por años viabilidad a la práctica, respaldados por el capítulo 2 del artículo 252, que hace referencia a la misma.
La caza deportiva es la que se hace como recreación y ejercicio, sin otra finalidad que su realización misma.
El mismo código señala que solo se requería permiso previo para el ejercicio de la caza, salvo en la de subsistencia. Y que solo para la caza comercial, la autorización debería ser aprobado por el Gobierno Nacional.
Esta norma que permitía la práctica con finalidad deportiva, para esas personas que tenían como afición salir a cazar animales, fue demandada ante el máximo tribunal de la Carta Magna. En el proceso intervinieron las sociedades protectoras de animales y la Procuraduría general de la Nación, que emitió un concepto sobre el particular, donde decía que “la norma podía afectar o estar en contra de la protección del medio ambiente y de las normas o criterios de protección que quieren evitar el maltrato animal”, según explica Juan Manuel Charry, abogado constitucionalista.
El barranquillero Helmut Bellingrodt Wolff, medallista Olímpico y miembro del Comité Olímpico Colombiano, señala que la medida anunciada por la corte debe ser reglamentada. “Que se regule la caza por temporadas, que se reserven el tipo de especies como los mamíferos, así lo hacen los países desarrollados, allá tienen reglamentaciones para la cacería”.
El medallista, quien ganó en la modalidad de tiro al jabalí durante los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, dice que son más de 15 años sin realizar actividad de caza, pero defiende esta práctica argumentando que “un cazador al disparar no hace sufrir al animal, contrario a lo que sucede con las peleas de gallos y las correrías de toros”.
“Cuánto no sufre el animal, antes de caer muerto (en las peleas de gallo y correrías). Eso sí se debería reglamentar”, indica Bellingrodt.
Además, explica que es importante que se diferencie la caza furtiva con la caza deportiva. La segunda tiene en cuenta la protección de las especies en vía de extinción, mientras que la primera la puede realizar cualquier persona que tenga un arma a su alcance.
Miembros activos de la Federación Colombiana de Tiro y Caza en Barranquilla coinciden en la misma teoría y agregan que prohibir la caza es incentivar la ilegalidad.
“Actualmente quienes hacen parte de la federación son personas que han recibido una preparación, que son idóneos para manipular un arma, que además cumplen requisitos para realizar la actividad”, afirma un miembro de la federación.
Otro de los 40 socios de este club hace referencia a la caza como una práctica ancestral, usada por el hombre primitivo para sobrevivir.
“Nosotros cazamos lo que vamos a consumir y tenemos, como regla no matar hembras, precisamente para contribuir a la conservación de la especie”, indica Guillermo Series, miembro de la federación.
Los deportistas en el Atlántico cazan en su mayoría aves migratorias provenientes de Canadá que se posan sobre las ciénagas, en la ribera del río Magdalena, en un periodo que comienza en octubre y se extiende hasta principios de marzo.
“Son aves silvestres que si no se cazan se comen las larvas de los pescados y eso desmejora la población de las especies acuáticas”.
Otros animales que se cazan en el Atlántico son: la guartinaja, el armadillo, especies que habitan en bosques secos en Luruaco y Piojó; el chigüiro en zonas húmedas como la ciénaga del Totumo; los conejos en el corregimiento de Juan Mina, y en algunas zonas del departamento también se cazan venados. Según los miembros del club de tiro y caza, con la prohibición se está incitando a la ilegalidad, porque será muy difícil inspeccionar que no se continúe con esta práctica, y que entonces se deberá considerar prohibir las corralejas, las corridas de toros y los zoológicos, que contribuyen a destruir las dinámicas naturales de las poblaciones animales.
Actualmente cualquier persona que tenga un arma de caza puede hacer uso de ella; sin embargo, la autoridad judicial podría hacer reparos si encuentra a un ciudadano portando un arma sin autorización o con alguna especie que esté en riesgo de extinción.
PREOCUPACIÓN ECOLÓGICA. Los ambientalistas han manifestado su preocupación porque se está haciendo caza ilegal en el país, bajo el escudo de la caza deportiva.
El biólogo experto en biodiversidad, Joe García Quiñonez, señala que la norma permite cinco tipos de caza: Caza de fomento o zoocría, caza científica, caza de control, cada de subsistencia y la caza deportiva.
García Quiñonez, funcionario de la Corporación Autónoma Regional (CRA) indica que en los últimos 15 años no se han otorgado permisos de caza deportiva, porque aunque no está restringida, los que quieran practicarla deben realizar una solicitud ante el ente ambiental.
“Muchos lo hacen por hobbie. Como ente ambiental debemos tener un control sobre qué especies se van a cazar, pero en la corporación no hay estudios que nos indiquen cuáles están amenazadas. Eso es lo que nos detiene para otorgar los permisos”, explica el funcionario.
El biólogo considera que al país se le está saliendo de control el tema de la cantidad de especies que se están cazando, razón por la cual cree que si no se conoce el estado de amenaza de las especies, lo mejor es regular.