Historia de un plan gestado en B/quilla para tumbar a un dictador venezolano
Dos presidentes venezolanos, Raúl Leoni y Rómulo Betancourt, planearon desde un puesto de frutas al lado de la Plaza de San Nicolás el final de un régimen de derecha y el comienzo de una nueva nación, construida sobre el petróleo.
En los años 30, dos futuros presidentes de Venezuela, Raúl Leoni y Rómulo Betancourt vivieron exiliados en Barranquilla, vendiendo frutas en la Plaza San Nicolás Con otros refugiados aprobaron un plan, que marcó la historia de ese país, para derrocar al dictador José Vicente Gómez Tras llegar a la presidencia en 1964, Leoni donó a nuestra ciudad el parque República de Venezuela.
La noche del 22 de marzo de 1931, en Barranquilla se reunieron dos futuros presidentes de Venezuela con quienes serían los miembros de su gabinete. Todos, jóvenes estudiantes venezolanos que soñaban con un mejor país, habían llegado a la capital del Atlántico con el objetivo de tumbar una dictadura.
Raúl Leoni y Rómulo Betancourt no tenían más de 25 años cuando, por cuestiones del destino, aterrizaron en Barranquilla. Los dos eran exiliados de su natal Venezuela y habían sido expulsados por Juan Vicente Gómez, un dictador que se había aferrado al poder por más de 20 años.
A comienzos de la década del 20, Venezuela se posicionaba como un im- portante exportador de petróleo. El flujo económico que ingresó al país permitió la industralización temprana de una nación que había sido rural desde sus inicios. A su vez, mientras el país se proyectaba como un gigante de los hidrocarburos, la dictadura de Gómez, generosa con la inversión extranjera, permitió la explotación de aquellos recursos por parte de industrias norteamericanas.
La ‘Generación del 28’, como se llamó al grupo de estudiantes al que pertenecieron Leoni y Betancourt, se opuso a las medidas, pero debió enfrentarse al exilio de un gobierno que rechazó sus ideas de un cambio político.
Leoni, estudiante de derecho y quien fue presidente de Venezuela en 1964, escapó de su país como polizón a bordo de un buque holandés. Después de intentar consolidarse en República Dominicana, se pone de acuerdo con Rómulo Betancourt y otros jóvenes exiliados para asentarse en Barranquilla, ciudad que se convirtió en el centro de operaciones contra el régimen venezolano, tras encontrar el apoyo de varias personas.
Junto a su padre, Clemente Leoni, un francés casado con una guyanesa que arribó a Barranquilla un año después de la llegada de su hijo, abren un puesto de frutas en la esquina del Cañón Verde, frente a la Iglesia de San Nicolás, en el Paseo Bolívar. Rómulo Betancourt, quien asumió como presidente en 1945, se puso el delantal de tendero junto a Ricardo Montilla, dos de los protagonistas en la gestación de la socialdemocracia venezolana.
En 1930, Leoni y Betancourt, sin imaginar que iban a ser mandatarios de Venezuela, vendían manzanas y peras chilenas, uvas de California y naranjas y bananos de Colombia. El negocio, que les entregaba apenas lo justo para sobrevivir, no resistió mucho, pero al menos les permitió establecerse en la capital del Atlántico. “Raúl Leoni, su padre y Rómulo Betancourt llegan a Barranquilla y montan una frutería, como le decimos acá en Venezuela. El lugar en donde estaba ubicada, junto a la Iglesia de San Nicolás, es prácticamente un templo para los demócratas venezolanos”, contó Rafael Arráiz Lucca, historiador venezolano y autor de la biografía de Leoni, sobre la importancia de Barranquilla en la vida del expresidente y sus colegas. La ciudad, según afirmó el autor, fue de “vital importancia” para los planes de estos dos jóvenes políticos.
El grupo de revolucionarios pronto se convirtió en el punto de referencia para otros exiliados de Venezuela. Barranquilla, ciudad portuaria y acogedora, fue la sede de las reuniones en las que terminaron concertando el 22 de marzo de 1931 el ‘Plan de Barranquilla’, el primer bosquejo del gobierno socialdemócrata que se instalaría en 1945 en Venezuela, cuando Rómulo Betancourt fue elegido presidente.
Otro Betancourt, Simón, un militar venezolano, se planteó una operación militar desde las costas colombianas contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. Rómulo, Raúl Leoni y sus colegas lo convencieron de centrar sus esfuerzos en el Plan de Barranquilla, que fue su principal arma contra el régimen.
EL DOCUMENTO
Aquel 22 de marzo de 1931, Raúl Leoni, Rómulo Betancourt, Pedro Juliac, Simón Betancourt, Ricardo Montilla, Carlos Peña Úslar, César Camejo, Marío Plaza Ponte, Rafael Castillo, Valmore Rodríguez y Juan Palacios firmaron en la ciudad el Plan de Barranquilla, documento que influyó enormemente en las tendencias políticas de Venezuela en el siglo XX.
La exclusión de todo elemento militar de las instituciones públicas,
“Raúl Leoni, su padre y Rómulo Betancourt llegan a Barranquilla y montan una frutería, como le decimos en Venezuela”.
las garantías para la libre expresión y la alfabetización de las masas obreras y campesinas, fueron los puntos principales del documento de ocho puntos.
“En alguna ocasión mi abuelo habló del ‘Plan de Barranquilla’ como el primer docu- mento que sentó las bases para un proyecto de país en la contemporaneidad venezolana”, contó Álvaro Pérez Betancourt, nieto de Rómulo Betancourt. “Barranquilla fue importante para él porque algunos de los jóvenes que conformaron la llamada ‘Generación del 28’, con la cual se inaugura la política moderna venezolana, la tuvieron como destino”, dijo.
En las otras propuestas, la ‘Generación del 28’ exigió la confiscación de los bienes de Juan Vicente Gómez, la creación de un Tribunal de Salud Pública que sancionara los crímenes de la dictadura, la protección de la clase trabajadora y la revisión de los contratos y concesiones de Venezuela con el exterior.
En aquel entonces, Leoni, Betancourt y su grupo de amigos exigían desde Barranquilla la elección de un gobierno provisional. Después de sus turnos en la venta de frutas, los revolucionarios debatían el futuro que ellos deseaban para Venezuela.
“El Plan de Barranquilla era un proyecto político que tenía como epicentro a Leoni y Betancourt durante su estadía en Barranquilla. Más que una estrategia para derrocar a Gómez fue un proyecto político que muestra la Venezuela en la que estos jóvenes querían vivir”, aseguró el historiador Arráiz.
Exiliados, vendiendo frutas y leyendo a Marx vivieron estos jóvenes venación nezolanos en la Barranquilla de comienzos de la década del 30. Raúl Leoni y Rómulo Betancourt se refugiaron en ‘La Arenosa’ y desde la Plaza de San Nicolás planearon, no solo un cambio político, sino un nuevo país.
“A Rómulo Betancourt se le conoce como el ‘Padre de la democracia venezolana’, aunque preferimos verlo como uno de sus constructores y defensores. Betancourt representa la ruptura con el siglo XIX, con el militarismo y el caudillismo; él representa la instauración de un régimen civil, el reconocimiento de los derechos políticos de los venezolanos”, apuntó Álvaro Pérez Betancourt, nieto de Rómulo Betancourt.
Cuando Betancourt se posesionó como presidente en 1945, luego del fallecimiento del dictador Gómez, el Plan de Barranquilla “no fue ejecutado de manera estricta”, según explicó Rafael Arráiz.
“Al momento de llegar al poder, Betancourt y Leoni eran hombres diferentes. Se mantuvieron por la línea del Plan de Barranquilla, pero también aplicaron políticas que incorporaron con el paso de los años”, afirmó.
De izquierda, pero alejados del comunismo como lo expresó Leoni años más adelante, fundaron en Barranquilla la ARDI (Agrupación Revolucionaria de Izquierda), el nombre político con el que se identificó a la ‘Generación del 28’. Años más adelante, este grupo integró las bases de la Alianza Democrática, uno de los partidos más importantes de Venezuela en el siglo XX.
EL LEGADO
Cuando Raúl Leoni se posesionó como presidente, el 13 de marzo de 1964, nunca olvidó a la ciudad que le abrió las puertas cuando salió exiliado de Venezuela. El mandatario, en una de las primeras medidas de su gobierno, hizo una do- de 500 dólares para la construcción del Parque República de Venezuela, en la capital del Atlántico
“Al concluir su período en 1964, y por primera vez en el país, un presidente entregaba la banda presidencial a otro presidente electo, civiles ambos”, contó el nieto de Rómulo Betancourt.
El homenaje de Leoni y Betancourt a la ciudad que los acogió fue la construcción de un parque que ha visto a varias generaciones de barranquilleros reír y jugar. Este “noble gesto” del presidente, como lo mencionó la primera página de EL HERALDO el 21 de febrero de 1967, fue en retribución a su nombramiento como hijo adoptivo de Barranquilla.
El parque, un óvalo rodeado de casas antiguas y edificios modernos, está ubicado en la calle 87 con carrera 43B. Las terrazas amplias de las viviendas contrastan con las colosales construcciones modernas que hoy lo rodean. Desde su fundación en 1967, ha visto cómo sus alrededores cambian, al mismo tiem- po que este evolucionaba.
“Yo si recuerdo que en esa época hubo revuelo porque un presidente de Venezuela donó mucho dinero a la ciudad para la construcción del parque”, contó Iván Zuluaga, residente del barrio La Campiña. “Compré esta casa en 1967 porque tenía el parque justo al frente y en ese momento había unos juegos mecánicos. Toda Barranquilla venía al Parque Venezuela, las filas de carros en la calle eran extensas”, dijo.
Una cancha de bola e’ trapo, otra de básquetbol y hasta una pista para skaters ha tenido el Parque Venezuela en sus 43 años de historia. Barranquilleros de todas las edades han disfrutado de su fuerte brisa en las tardes de atracciones mecánicas y perros calientes.
“Recuerdo haber ido de niño a patinar y a jugar al parque. Con un amigo de la cuadra creamos unos palos de hockey de madera, por allá en 1977, y creo que fuimos los primeros en practicar este deporte en Barranquilla”, dijo Eric Arciniégas, quien ha vivido toda su vida frente al parque.
Con sus orígenes presidenciales y ese vínculo fraternal con Venezuela, el parque es más que un lote construido gracias a la donación de Raúl Leoni. Hoy, cuando la crisis migratoria con el país vecino se agudiza, Barranquilla le abrió una vez más las puertas al pueblo venezolano. “Queremos crear una nueva afinidad, un nuevo sentimiento, con todos los venezolanos, gracias a este parque que tiene el nombre de su país y tiene la historia de uno de sus presidentes“, dijo Édgar Oviedo, asesor de la Alcaldía en asuntos de memoria histórica.
Para él, los barranquilleros deben tener mayor conciencia histórica sobre “la mayoría de cosas que componen esta ciudad”. Así como el Parque República de Venezuela, “hay muchos otros que necesitan de la ayuda de toda Barranquilla”, concluyó.
“Más que una estrategia para derrocar a Gómez fue un proyecto político que muestra a la Venezuela que ellos querían vivir”.
“El parque Venezuela fue construido con una donación de 500 dólares que hizo Raúl Leoni cuando fue presidente”.