El Heraldo (Colombia)

El Caballero de las pesas tiene 91 años de edad

Fue junto a Ney López, el primer pesista colombiano en representa­r al país en unos Juegos Olímpicos, en Melbourne, Australia en 1956 También estuvo en las olimpiadas de Roma en 1960 A sus 91 años sigue formando pesistas en el Colegio Barranquil­la y levant

- Por Rosember Anaya R. Twitter:@rdeportes

Es el ‘Caballero’ de las pesas. Tiene 91 años, y a esa edad aún se ejercita levantando los discos de hierro. Está lúcido. Su memoria recuerda, como si fuese ayer, cada momento vivido en este deporte en el que se consagró. Nació en Arjona, Bolívar, pero se enamoró de Barranquil­la en 1945. Esta ciudad lo acogió y lo formó como pesista y entrenador. Carlos Caballero Figueroa y el vallecauca­no Ney López fueron los primeros pesistas colombiano­s en representa­r al país en unos Juegos Olímpicos (Melbourne-1956). Cosechó medallas en Juegos Nacionales, Centroamer­icanos y del Caribe y muchos de los torneos en los que participab­a. Ahora, desde el Colegio Barranquil­la tiene un espacio donde sigue formando pesistas.

P ¿Qué ha pasado con Carlos Caballero Figueroa?

R Soy el entrenador de la Liga de levantamie­nto de pesas del Atlántico. Comencé en el deporte de las pesas el 10 de junio de 1951. Fui campeón nacional 12 veces, dos veces campeón Suramerica­no, dos veces campeón Centroamer­icano y del Caribe. Estuve en los Juegos Panamerica­nos de Canadá y en los Juegos Olímpicos de Melbourne, Australia (1956), en los de Roma (1960) y estuve selecciona­do para los de Tokio (1964). Fui el primer pesista colombiano en asistir a unos Juegos Olímpicos.

P ¿A qué se debe esa entrega y ganas de seguir trabajando a sus 91 años?

R Gracias al buen vivir. A tratar de no ser una persona viciosa. Cuando voy a una fiesta me tomó uno o dos traguitos. Como bien, nada de comida chatarra. Estoy siempre alegre y con ganas de seguir viviendo.

P ¿A los 91 años aún levanta pesas?

R Sí. Yo no dejo de entrenar, todos los días lo hago. En la mañana entreno en mi casa, también antes de acostarme y aquí en el gimnasio dos o tres veces a la semana levantó pesas.

P ¿Por qué decide ser pesista?

R Yo trabajé en Avianca y allá había un soldador que se llamaba Ciro Gutiérrez, ese muchacho en el mediodía se ponía a hacer ejercicios con los yonkes con los que trabajaban allá y la gente le hacía rueda para verlo. Eso me gustó mucho y me la acerqué, y entonces empezamos a ir juntos al centro de cultura física a entrenar, en esa época yo tenía como 24 años. La primera vez que me puse a hacer ejercicios me dio la pálida y me puse a vomitar, pero no me desmayé, así que seguí entrenando como lo hago hoy en día.

P ¿Cómo fue su infancia?

R Soy de Arjona, Bolívar. Me vine a Barranquil­la a prestar el servicio militar, soy segundo contigente del año 1945. Cuando se hicieron los Juegos Centroamer­icanos y del Caribe en 1946 en Barranquil­la, estuve aquí. Yo participé en esos Juegos, pero no como deportista, como soldado, nos llevaron a barrer y a recoger escombros en la inauguraci­ón. Yo llegué a Barranquil­la en noviembre de 1945.

P ¿Cómo se enamoró de Barranquil­la?

R Cuando me dieron la baja en el ejército regresé a mi pueblo, pero allá me sentía raro, ya no me amañaba. Entonces le dije a mi mamá que me quería ir para Barranquil­la a trabajar y me vine a donde unos primos. Ellos vivían en la calle 43, entre Aduana y Olaya.

P ¿Para usted que significan las pesas?

R Para mí las pesas son mi alma, ya no puedo vivir sin las pesas. Es un deporte que siempre me ha gustado. Yo, antes de ser pesista, jugué béisbol, pero después me vine para las pesas. Ya no puedo competir por la edad, amo y amaré las pesas hasta el último día de mi vida.

P ¿Qué ha sido lo más duro en las pesas?

R El estar selecciona­do para las olimpiadas de Tokio de 1964 y faltando 10 días recibí una llamada donde me decían que habían recortado el cupo en las pesas por falta de presupuest­o.

P ¿Qué significa para usted ser el primer pesista en representa­r al país en unos Juegos Olímpicos?

R Es un orgullo. Yo fui el que abrió la puerta para que Colombia lograra la primera medalla de oro en unos Olímpicos en las pesas. Primero fue con Marías Isabel Urrutía, en Sidney 2006, y luego con Óscar Figueroa, en Río de Janeiro en 2016.

P ¿Qué recuerda de esos Olímpicos de Melbourne?

R Fue magnifico. Nosotros viajamos a Melbourne en un avión DS4 de Avianca, el HK136, a ese avión le el olímpico. Fueron 60 horas para llegar a Melbourne y de regreso fueron 64 horas. Después de toda esa travesía de casi cuatro días, sin entrenar y sentado en esa silla, a veces nos tocaba acostarnos en el piso para estirarnos. Llegamos y al día siguiente nos tocaba competir. Me lesioné una rodilla. Fue difícil.

P ¿Recuerda el peso que levantó?

R Yo era mediano, mi peso era de 75 kilos. En aquella época se hacía fuerza, arranque y envión. En el último arranque fue donde me lesioné. En el envión, cuando me ponía las pesas en el pecho, no resistía el dolor y no pude levantar. Pedí levantar menos peso, pero no aceptaron.

P ¿En Roma como le fue?

R Quedé de decimoterc­ero de 37 participan­tes. Eso fue una maratón. En mi época eran 9 movimiento­s, tres de fuerza, tres arranque y tres de envión. Cuando yo hice el primer movimiento en envión con 140 kilos, para el segundo pedí 150. Del primer movimiento al segundo demoré dos horas para volver a cargar. Eso fue una maratón. En Roma mi primer movimiento en fuerza lo hice a las 5 de la tarde de un sábado y el último del envión lo hice a las 5 de la mañana del domingo, toda la noche compitiend­o. Yo era uno de los pesistas que salía de primero porque levantaba menos peso. Fueron casi 24 horas competenci­a.

P ¿A qué se deben todos lo éxitos que tuvo?

R Yo siempre, cuando estaba en mi pueblo Arjona decía que tenía fuerza y me ponía a competir con los pelaos y los cargaba, entonces cuando llegué a las pesas siempre quería ser el mejor. Yo no fallaba un entrenamie­nto, eso es lo que yo recomiendo a todos. En el deporte para tener éxito hay que entrenar, continuame­nte.

P ¿Cómo cree que han ido evoluciona­ndo las pesas en el Atlántico?

R El Atlántico tuvo una época en la que a su equipo de pesas le decían la aplanadora, uno iba a todos los campeonato­s nacionales y ganábamos. En aquella época había una cantidad de pesistas buenos, pero eso aquí se ha perdido. Los pelaos de ahora se dedican es al vicio y a la parranda.

P ¿Hoy cómo ve el nivel de las pesas en el Atlántico?

R Hay unos muchachos que van más o menos, ellos están en selección Colombia. Pero el nivel de las pesas en el Atlántico ha decaído mucho. Vienen los Juegos Nacionales y cuando mucho tres muchos harán parte de la selección de varones y que pueden subir al podio.

P ¿Cuánto tiempo duró como pesista activo y cuando empezó su carrera como entrenador?

R Fui competidor desde 1951 hasta 1970. Mi última competenci­a fue en los Juegos Nacionales en Ibadecían gué, no seguí compitiend­o porque ya era monitor y me pagaban mil pesos. Me retiré porque las demás ligas buscaron la forma de sacarme porque sabían que yo ganaba en esa división.

P ¿Qué ha sido lo más bonito de formar pesistas?

R María Isabel Urrutía en 1992 entrenó conmigo en el Coliseo Cubierto. Óscar Figueroa entrenaba conmigo en el Romelio Martínez. Y así muchos pesistas de Colombia entrenan conmigo. Tuve muchachos de nivel internacio­nal como Julio Samper, Carlos Zapata, Dolcey Caballero (su hijo), Carlos Suárez, Pedro Echeverría y Sergio Rada.

P ¿Cuál ha sido su alumno más aventajado?

R Julio Samper y Carlos Zapata. Julio fue el primer pesista que levantó 180 kilos en Colombia, lo hizo en los Juegos Nacionales de Montería en 1988.

P ¿Qué se necesita para que un pesista del Atlántico esté en unos Olímpicos?

R Entrenamie­nto continúo y que lo ayuden en lo que necesite. Desde vitaminas hasta implementa­ción deportiva. El problema de los pelaos de aquí es el transporte, yo tengo que sacar de mi bolsillo para que puedan venir a entrenar. Para ser buen pesista hay que enamorarse de las pesas.

P ¿Cree que en el Atlántico hay jóvenes con talento para que aspiren a unos Olímpicos?

R Sí los hay. Pero para Tokio 2020 no lo hay, pero para más adelante sí.

P ¿Cree que lo han valorado en el Atlántico y en Colombia?

R Acord me ha hecho homenajes. Me dio una placa al igual que Indeportes. Pero que tenga un recurso que me estimule económicam­ente, no. Me pagan mi sueldo que es de un millón de pesos. A mí me declararon pionero del deporte en el Atlántico junto a Antonio Rada, Elías Chegwin y a Roberto Meléndez. Fui con ‘Toño’ Rada a Bogotá y nos premió el presidente Pastrana con 13 millones de pesos, hasta ahora es lo único que he logrado.

P ¿Usted cree que Barranquil­la necesita un gimnasio de pesas que lleve su nombre?

R Yo sí creo, modestia aparte. Yo estuve postulado para el que el nuevo coliseo llevará mi nombre, decían que era el favorito por mi trayectori­a, pero a última hora le pusieron Sugar Baby Rojas. Yo sí creo que las pesas necesitan su propio espacio.

P ¿Ha sido dura la lucha con las pesas?

R No tiene ni idea. Para salir del coliseo al Romelio fue por cuenta de nosotros. Y del Romelio al Colegio Barranquil­la fue por cuenta de Mario Moreno, hablamos con el profesor Severo Rodríguez, quien fue el que nos cedió un espacio y es ahora donde estamos. Entrenábam­os en una cancha de basquetbol descubiert­a y teníamos un cuartico donde guardábamo­s la pesas, eso era un camello. Cuando llovía no podíamos entrenar.

P ¿Cuál cree que es el gran problema de las pesas en el Atlántico?

R La falta de estructura. Claro que ahora se van a solventar un poco las cosas porque nos van a dar un espacio en el Sugar Baby Rojas. En el colegio hay gran talento humano. Les pido a los entes tanto departamen­tales como distritale­s que por favor miren el deporte del levantamie­nto de pesas.

P ¿Qué es lo primero que le dice a un pesista?

R Que se enamore del deporte.

P ¿Cómo es usted como entrenador?

R Me considero un buen entrenador porque he hecho buenos pesistas. Yo soy suave con los alumnos, pero sí en algunos momentos muestro carácter, pero no soy como otros que pasan regañando. Pero hay momentos en los que se me sale el Caballero (risas).

P ¿Ha escuchado hablar de algún caso de dopaje en la pesas de Atlántico?

R Hace poco hubo un muchacho que entrenaba en el estadio Metropolit­ano, pero después le comprobaro­n que fue una sustancia que le dio una vecina. Lo sancionaro­n, pero no fue culpa del muchacho.

P ¿Qué piensa del dopaje en las pesas a nivel mundial?

R Para mí no es lógico, eso no es lo mejor para el deportista. Dicen que eso da fuerza, pero uno tiene su fuerza innata. Lo que hay es que entrenar y entrenar.

P ¿Hoy cuál es su pupilo más aventajado?

R Anthony Bonett y Sergio Rada, que se va a venir nuevamente para Barranquil­la. Él quiere ir nuevamente a unos Olímpicos, él tiene 33 años. Yo competí hasta los 43 años. Después que uno entrene y se cuide, puede durar en las pesas.

P ¿Tenía algún ritual ante de levantar las pesas?

R Yo siempre he sido amante del ejercicio respirator­io, también hago yoga. Para levantar bien hay que tomar bastante aire, llenar los pulmones.

P ¿Cuál es el logro que más recuerda?

R El que obtuve en los Juegos Centroamer­icanos y del Caribe. Y las medallas que me dieron como participan­te de unos Juegos Olímpicos.

P ¿Cómo ve el nivel de las pesas en Colombia?

R Está bien, pero últimament­e no ha habido ascenso, no veo el progreso. Son los mismos y las mismas.

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FOTOS ORLANDO AMADOR Y ARCHIVO PARTICULAR Carlos Caballero Figueroa en el Colegio Barranquil­la, donde forma pesistas.
 ??  ?? Carlos Caballero Figueroa guiando a Anthony Francisco Bonett, uno de sus mejores pupilos.
Carlos Caballero Figueroa guiando a Anthony Francisco Bonett, uno de sus mejores pupilos.
 ??  ?? Caballero levantando un disco de hierro.
Caballero levantando un disco de hierro.
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Carlos Caballero en su época como pesista.

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