El problema es general
Podía clasificar cualquiera, podía terminar eliminado cualquiera. No hubo equipos realmente sobresalientes en el Torneo Sudamericano Sub-20 que finalizó ayer en Chile. De pronto sí Ecuador que se clasificó al Mundial de Polonia como campeón.
Muy flojo nivel de juego se vio durante esta competencia que antes verdaderamente reunía a los mejores jugadores juveniles del continente, muchos de los cuales ya eran figuras en los clubes de sus respectivos países.
Este año, poco y nada individual y colectivamente. Rodrygo, uno de los pocos conocidos porque el Real Madrid le pagó al Santos 40 millones de euros por su traspaso, hizo parte del pobre desempeño de Brasil. No brilló, no pesó, no hizo pensar en este torneo que estamos en presencia de un crack.
No se recordará este campeonato sub-20 por Rodrygo ni por nadie en especial. La mayoría de los partidos resultaron planos y monótonos, más transpiración que inspiración, más lucha que lujos, más bostezos que emociones, más decepción que ilusión.
Y no fue un asunto exclusivo de la selección Colombia de Arturo Reyes. Los pupilos del entrenador samario se mostraron bastante sólidos en defensa (apenas 3 goles en 9 juegos), pero no le hacían un gol al arco iris y desesperaban por la forma en que cometían constantemente errores no forzados. No contaron con luz para iluminar los caminos hacia el gol. Solo chispazos, insuficientes ante tanta oscuridad en la definición. Anotaron solo cuatro tantos en 9 partidos. Sin embargo, no eran los únicos ensombrecidos. La mediocridad futbolística fue generalizada.
La precoz fuga de talentos sudamericanos hacia Europa les resta opciones a los seleccionadores de cada país. Varios jugadores sub-20 destacados ya se encuentran en clubes del ‘Viejo Continente’ y no recibieron el permiso para elevar sus banderas en este torneo, como sucedió con Juan Camilo ‘Cucho’ Hernández, que no fue cedido por el Huesca de España para que encabezara el ataque del combinado patrio. Reyes lo echó de menos.
Leí a periodistas de Brasil que aseguran que los empresarios se están llevando a sus ‘pichones de crack’ desde la Selección sub-17 y por eso no alcanzan a jugar en la sub-20. No sé si ocurre lo mismo en los otros países. Lo que está claro es que el fútbol sudamericano fue y debe ser mucho más de lo que acabamos de ver.
Algo hay que hacer para que los mejores juveniles puedan representar a sus países. De lo contrario, estos torneos van a seguir perdiendo interés. Y sí, a pesar de la clasificación, Colombia dio más sinsabores que orgullo, pero el problema es general.