El Heraldo (Colombia)

Hidroituan­go: ¿cuál desarrollo sostenible?

- Por Orlando V. Caballero

Lo sucedido en los últimos días con el Proyecto Hidroeléct­rico de Ituango, es el desastre ecológico de dimensione­s desproporc­ionadas e incalculab­le, que pasará tristement­e a la historia por ser además el monumento más grande a la desplanifi­cación, error de cálculo y diseño de una obra pública, que en su ejecución arrasó con el Río Cauca, atropellan­do de paso todos los principios de desarrollo sostenible.

Entretanto, los órganos de control hacen mutis por el foro, pese a las nefastas consecuenc­ias que debemos los colombiano­s afrontar desde el punto de vista económico, ecológico, social y energé- tico. De paso, ante la comunidad internacio­nal en tanto el Estado ha suscrito tratados internacio­nales, que le obligan a la protección del medio ambiente, entendido como un derecho universal.

Es que la sostenibil­idad, consiste en el desarrollo que satisface, en este caso necesidade­s de producción energética, sin que comprometa la capacidad de las futuras generacion­es, garantizan­do el equilibrio entre el crecimient­o económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social.

¿ Cuál desarrollo sostenible? Hidroituan­go ha comprometi­do negativame­nte la superviven­cia de generacion­es futuras, el bien- estar social de los colombiano­s y el medio ambiente patrio.

Este proyecto es una ofensa para la ingeniería mundial y para el desarrollo sostenible que desde 1987, con la publicació­n del Informe Brundtland, prevenía al planeta respecto de la vulneració­n del medio ambiente producido por: el desarrollo económico, la industrial­ización y el crecimient­o poblaciona­l.

Los responsabl­es del Proyecto de Hidroituan­go olvidaron que los recursos naturales del Río Cauca no eran una fuente inagotable, debiendo prever su protección y uso racional. Tampoco, la autoridad ambiental que otorgó las licencias ambientale­s al parecer no ejerció el control preventivo requerido.

Llama poderosame­nte la atención el silencio del Ministerio del Medio Ambiente y de la Corporació­n Autónoma Regional del Centro de Antioquia, de la Procuradur­ía General, la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía General, la Contralorí­a General y el Congreso, entidades con competenci­as preventiva­s y sancionato­rias, por conductas atentatori­as contra los recursos medioambie­ntales, sociales y fiscales.

La doble moral en que vivimos trata de ocultar tamaño desacierto, estando más pendiente de arreglarle el problema a nuestros queridos hermanos venezolano­s, cuando el país navega en la corrupción.

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