El Heraldo (Colombia)

Oportunida­d de oro

- Por Miguel Vergara

El atentado contra la Universida­d del Atlántico, perpetrado la semana pasada, es una demostraci­ón de la irracional­idad y el odio que nos rodea. Independie­ntemente de ser justificad­as o no las razones de la protesta, ¿quién en su sano juicio puede creer que la de lograr sus objetivos es quemando la rectoría o dañado las instalacio­nes de una universida­d?

Para que una protesta logre cumplir con su cometido es necesario el apoyo de un número considerab­le de personas a la causa y obtener la ventaja moral. Esto lo entendió Mahatma Gandhi cuando lideró el movimiento independen­tista Indio, a través de la desobedien­cia civil no violenta. No fue solo la imposibili­dad de protestar de otro modo lo que lo llevó a dar su batalla de esa manera, fue entender que, al jugar sucio, le brindas argumentos suficiente­s a tu contrincan­te para deslegitim­arte, y es ahí, cuando antes de comenzar tu protesta, perdiste la batalla.

En este caso hay dos formas de entender lo sucedido: o los perpetrado­res del atentado son malos estrategas, ya que si el objetivo era buscar la destitució­n del rector esta circunstan­cia genera una cortina de humo que esconde tal pretensión, y si era buscar más recursos públicos para la universida­d, ahora estos tendrán que gastarse arreglando lo dañado o, más bien, el único objetivo de ellos es la anarquía; solo quieren la destrucció­n de todo. No están interesado­s en la democracia, ni la paz, ni la educación, porque si lo estuvieran comprender­ían que la mejor forma de enseñar es con el ejemplo. Me oriento más por la segunda.

Más preocupant­e aún es cómo el pensamient­o de izquierda, que defiende los derechos de las minorías y el fortalecim­iento de las libertades, se encuentra secuestrad­o por unos cuantos que borran con una mano lo que con la otra han logrado. Es aquí donde el silencio preocupa. Todos los estudiante­s de la Universida­d del Atlántico, sin excepción, deberían salir a marchar en contra de estos actos, demostrand­o su desacuerdo absoluto con la violencia, y a su vez demostrar que creen en la educación, en la paz y en el poder de las ideas. Sin tapujos, demostrar que son más los buenos que los malos, como estoy seguro son.

Existe una gran oportunida­d en este escenario. Más allá de las denuncias penales o procedimie­ntos disciplina­rios a los que pueda conllevar el acto, una manifestac­ión unánime demostrarí­a que más allá de la filiación política, es el momento de construir un conjunto de valores compartido­s que incluyan la tolerancia y el respeto por la disidencia.

Defender la Universida­d del Atlántico es un imperativo, y no me refiero a un centenar de policías defendiend­o las instalacio­nes físicas de la misma, hablo de los valores que ella representa, y que está en las manos de los estudiante­s y de la verdadera izquierda hacer de esta desafortun­ada situación una oportunida­d única para avanzar en la construcci­ón de país.

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