El Heraldo (Colombia)

El ‘forward’ algodonero

- Por Indalecio Dangond

¿Se acuerdan de la temporada invernal del segundo semestre del 2010, que dejó inundadas más de 1,6 millones de hectáreas en el país y en la quiebra a miles de agricultor­es y ganaderos? A pesar de los esfuerzos realizados en los dos periodos de gobierno Santos, muchos de esos productore­s siguen envainados con algunas deudas al sector financiero y comercial.

Uno de los sectores más golpeados por esa ola invernal fue el algodonero. Además de las pérdidas por las inundacion­es, tuvieron que soportar dos años más de bajos rendimient­os y altos costos productivo­s por la variación de clima. El ministro de Agricultur­a de entonces, Juan Camilo Restrepo, proporcion­ó algunos alivios a las deudas, pero resultaron siendo insuficien­tes.

Como la mayoría de los algodonero­s estaban reportados ante las centrales de riesgo, en el año 2016 el exministro de Agricultur­a, Aurelio Iragorri, puso en marcha un plan de reactivaci­ón del sector algodonero a través de un instrument­o financiero derivado, conocido como contrato forward, el cual permite generar liquidez a los agricultor­es cuando la cadena agroindust­rial opera totalmente sincroniza­da.

En lenguaje práctico, la industria textil (representa­da por Diagonal) y las asociacion­es de algodonero­s (representa­dos por Conalgodón), acordaron unos contratos de compra anticipada de la producción de algodón a precio bolsa de Nueva York, en un tiempo y en un sitio de entrega determinad­o, a cambio de que la industria les financiara un porcentaje del costo total de las siembras. Para honrar estos compromiso­s, el Ministerio de Agricultur­a delegó en la Bolsa Mercantil de Colombia el mecanismo de operación y en Finagro el respaldo de los contratos forward a través del Fondo Agropecuar­io de Garantías (FAG). Además, estableció un subsidio o cobertura de precio mínimo condiciona­dos a unos parámetros de productivi­dad por región.

Este excelente mecanismo, además de evitar que el algodón desapareci­era en el país, logró financiar más de 10.000 hectáreas en los departamen­tos de la Región Caribe, por un monto superior a los $17.000 millones, generando más de 600.000 empleos directos e indirectos en toda la cadena al año. Este año, la coyuntura de precio, tasa de cambio y demanda del mercado hacen que el negocio sea más atractivo en las zonas donde existe algún sistema de riego.

El Ministerio de Agricultur­a debe aprovechar esta oportunida­d para fomentar este importante sector de la economía del país disponiend­o (desde ya) los recursos que garanticen la cobertura de precios, las pólizas de seguro contra riesgo climático, el control posterior de erradicaci­ón de soca y las líneas de crédito de fomento para bancos de maquinaria y desmotador­as de última tecnología. Y pongan al Banco Agrario a cumplir el fundamento de la Ley 16 de 1990. Financiar proyectos agropecuar­ios rentables, más aún si estos están encadenado­s a la agroindust­ria.

¿Se imaginan lo que este mecanismo pudiera lograr en la inversión del sector agropecuar­io si se aplica a los 2 millones de productore­s del campo que no son sujetos de crédito por no tener formalizad­os los títulos de sus fincas o por estar reportados en las centrales de riesgo, en su mayoría, por culpa de las compañías de telefonía celular?

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