El Heraldo (Colombia)

Así fue la ruta investigat­iva para llegar a ‘El Satánico’

Una llamada fue el punto de partida para el grupo de cinco investigad­ores que durante siete meses se acuartelar­on para analizar 60 gigas de videos y un millón de números telefónico­s, y así identifica­r al presunto asesino de Brenda Pájaro.

- Por Diana Navarro G

En poco más de una hora, Brenda Inés Pájaro Bruno perdió la vida. El 25 de julio de 2018 se le vio por última vez a esta madre cabeza de hogar y comerciant­e. Su imagen quedó registrada en varias cámaras de seguridad que la vieron ingresar, a las 3:24 de la tarde, acompañada de un sujeto, que según las autoridade­s es Tomás Manuel Maldonado Cera, a un sector enmontado de Miramar, en el norte de Barranquil­la, de donde no volvió a salir.

Un mes y tres días después, el 28 de agosto, su cuerpo fue hallado con los tejidos descompues­tos, boca abajo en posición de cúbito abdominal, con las manos hacia adelante. El lado izquierdo de su rostro estaba sobre el suelo totalmente desintegra­do ya, tenía una herida frontal con arma contundent­e, y otra más en la parte anterior del cuello, cerca de la nuca, causada con arma corto-contundent­e, y el dedo anular de su mano derecha estaba fracturado, sin duda, una muerte violenta. Además, el cadáver vestía solo unos interiores de color negro, ya que la ropa que llevaba aquel día no se halló en la escena del crimen.

“Por la forma como encontramo­s el cuerpo, creemos que la agresión se dio por la espalda. Junto a ella había una piedra como de unos 9 kilos de peso, que presumimos sería el arma homicida. Además, la herida en el cuello fue tan fuerte que le quebró las vértebras”, contó el comandante del Gaula Atlántico, mayor Óscar Acosta, quien entregó detalles exclusivos a El HERALDO de cómo se logró la titánica labor de dar con el responsabl­e del feminicidi­o más sonado en Barranquil­la durante el año anterior.

Para encontrar al asesino se conformó un equipo de cuatro investigad­ores dirigidos por el mayor Acosta, y su oficina se convirtió en el Centro de Operacione­s. Armados con su inteligenc­ia y creativida­d, el gusto por la tecnología y dos pantallas de 50 pulgadas se acuartelar­on por casi siete meses para analizar más de 60 gigabytes de videos de 25 cámaras de vigilancia y seguridad de la zona donde fue encontrado el cuerpo de Pájaro Bruno, y muchas pruebas de ensayo y error antes de dar los resultados que hoy les merece un reconocimi­ento especial por parte de la ciudadanía.

Los investigad­ores se dieron a la tarea de hacer un análisis técnico de todos los teléfonos móviles que se encontraba­n en el sector norte de Barranquil­la para el día de los hechos. “Fueron más de un millón de números analizados con el objetivo de observar el comportami­ento de estos. Saber qué llamadas entraron y cuáles salieron”, dijo el comandante del Gaula.

NOVEDOSA HERRAMIENT­A

En el monte donde se halló a Brenda Pájaro sin vida no fue encontrado su teléfono celular, lo cual era clave para la investigac­ión ya que los registros de las últimas llamadas hechas y recibidas, los mensajes de texto y los mensajes de WhatsApp eran fundamenta­les para saber con quién acordó verse en ese solitario lugar.

La falta del aparato móvil de la víctima dificultab­a la labor. Sin embargo, un método investigat­ivo que nunca había sido puesto en práctica por las autoridade­s en Barranquil­la fue determinan­te para darle un norte al proceso que parecía perdido.

El Gaula de la Policía, bajo coordinaci­ón de la Fiscalía General, solicitó la reposición de la sim card de Brenda a la empresa de telefonía móvil. Esto tenía como fin asociar nuevamente ese número a su cuenta de Gmail y poder extraer la informació­n que en su momento ella hubiera guardado en su teléfono.

“Sacamos una sim card ‘espejo’, es decir, un clon del chip del número de Brenda, el cual se insertó en un aparato móvil y, sin ser su propio teléfono, pudimos halar cierta informació­n a través de su cuenta de Gmail. Eso lo llevamos a laboratori­o y se pudo obtener un archivo plano de más de 3 mil páginas, que era una cantidad de informació­n por analizar”, explicó el mayor Acosta.

Una vez obtenidos los números de contacto que reposaban en la agenda telefónica de Brenda, el paso a seguir fue analizar cada uno de ellos para saber cuál de ellos se encontraba para la época de los hechos, en el sector de Miramar.

CINCO SOSPECHOSO­S

Antes de llegar a Tomás Maldonado Cera, los investigad­ores les siguieron la pista a cinco hombres, relacionad­os de alguna manera con Brenda, que despertaro­n un grado de interés porque tuvieron contacto con ella en los días próximos a su asesinato.

Uno de esos hombres es uno con el que Pájaro Bruno tenía vínculos de dinero. “Este hombre le había prestado cierta cantidad de dinero para ayudarla a impulsar su actividad económica, ella se ‘rebuscaba’ vendiendo mercancía y demás, y pensamos que quizá la línea de un crimen por temas de deudas podría tejerse aquí, pero luego de investigar­lo, descubrimo­s que para la fecha estaba en la ciudad de Cúcuta. Eso nos dejó como al inicio”, recordó el mayor Acosta.

Otra frustrada búsqueda se centró en un hombre que trabaja para una empresa de mensajería y que ese día estuvo en el norte.

“Comenzamos a investigar a este hombre por su zona de ubicación y el hecho de que estuviera en la agenda telefónica de la mujer nos daba un indicio fuerte. Sin embargo, nos dimos cuenta que esta persona trabaja en una empresa de mensajería y que para el día de los hechos su estadía en Miramar fue de manera transitori­a”, señaló Acosta.

Incluso, los investigad­ores del Gaula estuvieron tras uno de los sospechoso­s más de un mes, para tratar de establecer una razón por la cual hubiera querido acabar con la vida de Brenda.

“De sus contactos analizados descubrimo­s que además del que estaba en Cúcuta, había uno en Bogotá, uno en Malambo y dos en el municipio de Soledad, con todos estuvo en contacto esos días”, contó el mayor.

Luego de semejante desgaste, los agentes se sintieron muy frustrados y la presión mediática, la presión de la familia de la víctima y la presión de los superiores para que entregaran resultados se hacía cada vez más pesada.

SEÑOR TOMÁS

Corría ya el mes de diciembre de 2018, cuatro meses habían transcurri­do entre ensayos y errores, pero el camino hacia el asesino ya no parecía tan lejano.

Cuando se analizan y se cotejan los números guardados en la agenda de Brenda Pájaro con todos los números que para la fecha estuvieron en esa zona del norte de Barranquil­la, los investigad­ores dieron con un número guardado en la sim card de la mujer que estuvo por el sector de Miramar el día de su asesinato.

“El número estaba guardado como ‘Señor Tomás’, esto llamó la atención de los investigad­ores, pero hasta ese momento no era más que una persona como cualquier otra que estuvo en el norte de Barranquil­la”.

Ya con esa pista, inició de nuevo un análisis de este personaje que de ninguna manera parecía sospechoso para los investigad­ores. Sin embargo, una llamada lo marcó como el objetivo.

“Comenzamos a indagar si este señor pudo o no estar vinculado en el hecho, pero necesitába­mos más informació­n. Es así como decidimos consultar con su compañía celular la ubicación y registro de llamadas. En ese registro, encontramo­s una llamada que hizo exactament­e desde la calle 100, en Miramar, el día 25 de julio a las 4:29 de la tarde”, aseguró el comandante Gaula.

El contenido de esa llamada, que tuvo una duración de 26 segundos es solo conocido por Tomás Maldonado y su receptor, quien fue el que dio la clave con la cual vincularon a este hombre con el crimen de Pájaro.

“Verificamo­s a través del número para saber quién era el receptor de la llamada y este aparecía a nombre de Francia Gamarra, quien después de investigar, concluimos que es la esposa de Maldonado. Con este nombre comenzamos a indagar en bienes que

“Por la forma como encontramo­s el cuerpo, creemos que la agresión se dio por la espalda”. Síganos en: @Judiciales­EH

pudiera tener, lo que nos llevó al vehículo Chery Van Pass de primera serie, de placas HXP-376”, sostuvo el líder de la investigac­ión.

Para el Gaula, la aparición de este vehículo llamó la atención, ya que es un tipo utilizado mayormente como servicio público, transporte escolar o de viajes, eso trajo a colación que, en las actividade­s cotidianas de Pájaro, estaba el acompañar a su hija a las terapias que recibía en el centro de rehabilita­ción Sonrisas de Esperanza, la misma que era transporta­da en carros similares al de propiedad de la esposa de Maldonado.

Nos obstante, aún nada vinculaba al hoy judicializ­ado con el crimen de Brenda.

“Pensamos que quizá el número que llamó a Gamarra era de un conductor de ese carro, que quizá prestaba algún tipo de servicio, pero cuando se investigó la línea con la compañía celular, descubrimo­s que el mismo era de uso exclusivo de Tomás Maldonado, por lo tanto fue él quien llamó a su esposa, cosa que nos causa extrañeza, porque por lo corto de la llamada podemos pensar que quizá le dijo: ‘mi amor, ya voy para la casa’, o ‘mi amor, ya lo hice”, sentenció el mayor Acosta.

En la base de datos de Tránsito y Transporte, Tomás Maldonado aparece vinculado a las placas antes citadas con dos comparendo­s que datan del 4 de octubre de 2017 y 15 de marzo de 2018, lo cual también lo exponía como la persona que estaba en la zona de Miramar.

Así las cosas, se volvió a la génesis de toda la investigac­ión que fueron las cámaras se seguridad.

EL RECORRIDO HACIA LA MUERTE

A las 2:40 de la tarde, las cámaras del centro médico donde estaba Brenda con su hija registraro­n su salida con rumbo hacia la calle 84. Según informacio­nes recibidas por los investigad­ores, la mujer fue recogida por un carro blanco.

Ese mismo vehículo, según las autoridade­s, era el conducido por Tomás Maldonado, pero no fue sino hasta que volvieron a revisar los videos de las cámaras de seguridad del conjunto residencia­l Parque 100 y sus alrededore­s, que notaron que su presencia allí era sumamente diciente.

A las 2:56 p.m del miércoles 25 de julio, día en que desapareci­ó Brenda, una cámara registró a una van de color blanco con abolladura­s en el parachoque­s y el costado pasando frente a la edificació­n.

El vidrio del pasajero estaba abajo y permite ver a sus dos ocupantes: una mujer vestida con una llamativa camiseta de la Selección Colombia, de tradiciona­l color amarillo, y un hombre al volante.

A las 3:09 p.m el mismo vehículo pasa por el carril contrario, un minuto después, 3:10 p.m, la van cruza nuevamente por la fachada del conjunto. A las 3:11 p.m., el conductor parquea debajo de unos árboles frondosos.

A las 3:24 p.m. una pareja pasa caminando frente a la cámara, la mujer viste la camiseta de la Selección y el hombre un pantalón de color oscuro con franjas blancas a los costados y una camiseta también oscura con estampado blanco y un morral negro.

A las 4:28 el hombre regresa solo, en la mano izquierda lleva un trapo blanco que las autoridade­s creen era la camiseta de Brenda Pájaro puesta al revés, y solo un minuto después, a las 4:29, el hombre se sube al vehículo y realiza la llamada clave que hoy lo tiene en prisión.

16 minutos se quedó dentro del vehículo, presumen los investigad­ores, quizás dimensiona­ndo lo hecho o tratando de pensar en qué hacía después. Pasado este tiempo arranca en la van de color blanco con abolladura­s en el parachoque­s y el costado izquierdo.

“El recorrido que hace la van que identifica­mos como el vehículo de Maldonado coincide con los datos que arroja el GPS del celular de Brenda antes de que la señal desaparezc­a”, sentencia el mayor Acosta.

Una vez identifica­do el presunto culpable de la muerte de Brenda Pájaro, los investigad­ores presentaro­n las evidencias ante la Fiscalía para que les diera el aval de realizar el allanamien­to en la casa de Tomás Maldonado, ubicada en la calle 41 No. 1H-75, barrio Bellarena, el cual terminó con la captura del hombre y su posterior judicializ­ación por los delitos de feminicidi­o agravado, acceso carnal violento y hurto calificado.

SIMILITUDE­S

A raíz de su captura, se reactivaro­n varios procesos en los cuales había estado vinculado Tomás Maldonado pero por ninguno pagó condena.

Todos esos casos guardan relación entre sí por cercanías de las residencia­s de las víctimas con el presunto victimario, así como cercanías en los lugares donde fueron halladas muertas posteriorm­ente.

El modus operandi también guarda muchas similitude­s como el hecho de que a todas las víctimas femeninas se les vinculó sentimenta­lmente con Maldonado. Al tiempo que todas las víctimas masculinas eran homosexual­es.

Además, todas las muertes fueron violentas, con armas contundent­es y/o cortantes, además de tener símbolos satánicos y cercenamie­nto de dedos.

En el caso de Brenda hay similitude­s en el tema sentimenta­l, según dijeron las autoridade­s. Ambos sostenían una relación extramarit­al de dos años, y su muerte fue también violenta. Sin embargo, como parte del cuerpo ya estaba en descomposi­ción, no se pudo evidenciar que hubiera estigmas o marcas satánicas.

Para el mayor Acosta, un confeso ‘gomoso’ de la tecnología, que usa Smartwatch, celular inteligent­e, Ipad y domina a la perfección las aplicacion­es que permiten conectar el moderno computador de su oficina con las dos pantallas inteligent­es que usa para estudiar los casos con sus hombres, no se descarta que el dedo fracturado que tenía el cuerpo de Brenda haya sido para uno de estos rituales.

Asimismo señala que quizá hubo algo ‘sobrenatur­al’ que no les permitió ver con antelación su participac­ión en el crimen. “No sé si serían los rezos satánicos de Tomas Maldonado, pero durante mucho tiempo tuvimos los ojos cubiertos por bruma, pero cuando nos acercamos más a Dios y le encomendam­os a diario la investigac­ión, las cosas empezaron a marchar”, afirmó el oficial.

UNA LABOR TITÁNICA

“No fue fácil y sí fue muy frustrante”, reconoce el mayor Óscar Acosta, quienes inicialmen­te entraron como un apoyo en la investigac­ión pero tiempo después la asumieron de tiempo completo, pese a no ser la especialid­ad del Gaula.

“Entrábamos desde las 7 de la mañana, almorzábam­os a las 4 o 5 de la tarde. Llegábamos a la oficina, analizábam­os los videos, íbamos a la zona a inspeccion­ar, allá permanecía­mos todo un día y luego regresábam­os a seguir de largo hasta las 2 o 3 de la madrugada. Le dedicamos día y noche a eso. Si nosotros hubiéramos tenido sed de reconocimi­ento, hubiéramos podido presentar a la persona incorrecta antes de tiempo, pero solo nos pronunciam­os cuando estuvimos completame­nte seguros de tener a la persona indicada”, sostuvo Acosta.

La tecnología jugó un papel fundamenta­l en el caso de Brenda Pájaro y fue necesario el apoyo de aliados internacio­nales para tener precisione­s en el tema.

“Hoy en día podemos decir que esas personas que vimos pasar en el video eran Brenda Pájaro y Tomás Maldonado, pero para poder establecer bien las identidade­s fue necesaria la colaboraci­ón de dos agencias de investigac­ión en Estados Unidos y en Alemania para mejorar imágenes, ya que estas solo brindaban caracterís­ticas generales de esas personas”, señaló el mayor.

“¿Qué nos queda?, la satisfacci­ón del deber cumplido. La tranquilid­ad que le pudimos brindar a la familia de Brenda Pájaro de que su crimen no quedó impune. A la ciudadanía que nos pedía resultados les decimos: aquí están y ahora es necesario seguir trabajando para lograr mayores resultados”, puntualizó el comandante del Gaula Atlántico.

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SHUTTERSTO­CK, JOSEFINA VILLARREAL Y ARCHIVO PARTICULAR
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Mayor Óscar Acosta, comandante del Gaula Atlántico.
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Tomás Maldonado Cera.
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Brenda Pájaro Bruno.

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