El Heraldo (Colombia)

El desminado destierra el recuerdo de la violencia en Sucre

El sargento Levis José España lleva 12 años en esta profesión Actualment­e, solo Morroa está libre de minas antiperson­ales.

- Por Ernesto Benavides Sierra

SINCELEJO.

El ponerse las botas, el chaleco de protección y un blindaje en el espíritu es el ritual que demuestra la templanza del sargento segundo Levis José España Martínez. En cada paso que da en los centímetro­s de un campo que presuntame­nte está contaminad­o con minas antiperson­ales su aguerrido carácter se pone a prueba.

Así ha sido desde hace doce años cuando comenzó a integrar una compañía de desminado en el 2006. Sin embargo, sus primeros encuentros con las temibles minas datan de muchos años atrás.

Uno de ellos fue en una operación militar en Zambrano (Bolívar) cuando rescataron a un rehén en poder del otrora frente 37 de las Farc. La tropa que comandaba quedó atrapada en un campo minado que a él le tocó desactivar.

Sus conocimien­tos en este tipo de explosivos lo han perfeccion­ado los años, los mismos que han menguado su miedo al enfrentars­e a estos artefactos a los que más que nada les tiene respeto.

“Lo que tiene que ver con explosivos es una actividad de alto riesgo, pero los conocimien­tos adquiridos te van dando la experienci­a, la que te da la seguridad de que puedes hacer el trabajo de la mejor manera con la sensación que todo va a salir bien”, expresó.

Ser parte del desminado humanitari­o que desarrolla la Armada Nacional en los Montes de María y el Golfo de Morrosquil­lo, en Sucre, significa para él salvaguard­ar la vida y la labor de los campesinos que trabajan su tierra.

“Recuerdo que en el 2003 estábamos desayunand­o en el campamento y cuando un compañero se movió pisó una mina. Al explotar perdió un ojo, la mano y la pierna derecha. Fue la primera vez que me enfrenté a este flagelo de las minas y las secuelas que dejan. Con impacto, pero por el instinto de superviven­cia, lo trasladamo­s al hospital. Me nació dedicarme a eso”, rememoró.

Se puede decir que es un hombre de pasos seguros, lleno de confianza en cada pie que pone en el terreno. Y es que la experienci­a no se improvisa y si de seguridad se trata él sí que tiene mucho que contar. Toda esa energía la desborda cuando alza la mano y grita “líder” al hallar una mina. Cuando esto sucede comienza el proceso de inspección que puede durar un tiempo indetermin­ado.

Por eso, cuando es llamado a campo en el que las labores duran ocho horas diarias bajo una temperatur­a

de hasta 40°C se aferra a Dios como su único amuleto. “Creo en Dios y antes de hacer algún procedimie­nto le pido a él que todo salga bien”, relató.

Con esa fe que le ha regalado el tiempo y con todas las normas de seguridad del caso pisa la tierra que espera por su limpieza. Esa misma fe se la ha transmitid­o a su familia, incluyendo a la esposa, para que oren por él y se sientan tranquilos cuando esté en su heroica labor.

“Todas las personas cuando les hablan de explosivos entran en shock, pero concientiz­amos a nuestras familias que esto es un trabajo como los demás. Es más seguro que cualquier otro trabajo como un repartidor de pizza, ebanista o constructo­r”, contó.

En cada misión se echa a su espalda hasta 25 kilogramos de peso que carga en el bolso donde lleva tijeras de podar, jardineras, palas, brochas, señales de demarcació­n y el detector de metal, los elementos necesarios para cumplir con el protocolo de desminado y devolverle la tranquilid­ad a la gente.

Esa misma gente que vive en los Montes de María, territorio propicio para la siembra de tabaco y aguacate, que está siendo explorado por 203 hombres que con botas y camuflados se internaron en el verde espeso de esta región en búsqueda de los artefactos explosivos que hablan del pasado violento que la golpeó.

Son los uniformado­s que hacen parte de la compañía de desminado humanitari­o, acción que en el departamen­to de Sucre se cumple en por lo menos siete municipios que otrora fueron epicentro de las barbaries que solo la guerra puede contar.

EL ÚNICO DESMINADO. Hasta el momento, Morroa es la única localidad de Sucre que ha sido entregada oficialmen­te como municipio libre de minas antiperson­as. Ese logro se consiguió con la búsqueda sigilosa de los artefactos explosivos que yacen abandonado­s en el suelo donde los campesinos caminan a diario.

En vista de que no hallaron nada, la declararon limpia. En un acto público, a principios del año pasado, el entonces presidente Juan Manuel Santos la reconoció libre de toda sospecha. Un logro en la tarea que desarrolla la compañía de desminado de la Armada Nacional, coordinada por la Primera Brigada de Infantería de Marina con sede en Corozal.

El teniente Luis Malpica, quien actualment­e comanda las labores de desminado en los departamen­tos de Sucre y Bolívar, explicó que los 203 hombres desarrolla­n labores de técnica de desminado manual y mecánico, al igual que existen equipos de estudios no técnicos que investigan los eventos y accidentes que han ocurrido en la región por culpa de las minas antiperson­as.

La tarea continúa en Sincelejo, Corozal, Colosó, Chalán, San Onofre, Palmito y Ovejas. En este último han hallado materiales explosivos que habían sido abandonado­s en fincas del pueblo. El teniente Malpica comentó que durante el 2018 hubo siete destruccio­nes de material explosivo hallado en terrenos de Sucre. De estos, dos eran minas antiperson­ales y cinco municiones sin explotar.

“Hay un área pendiente por atender en Colosó. Estamos trabajando técnica de desminado manual en esta localidad, y también en Ovejas, donde se está trabajando en cuatro áreas. A esto se le suma que también hay otras en Chalán”, explicó.

LOS PASOS. El proceso de desminado se desglosa de la siguiente manera. Primero se hace la recopilaci­ón de informació­n en las localidade­s selecciona­das utilizando el equipo de estudios no técnicos, luego llegan los estudios técnicos y finalmente la limpieza y descontami­nación del área afectada. En Morroa, por ejemplo, el área despejada comprendió 40 mil metros. En Bolívar ha avanzado más la tarea de desminado porque ya han entregado tres municipios que están completame­nte libres de sospechas.

“En Bolívar ya se entregó Santa Rosa de Lima, Córdoba y Zambrano. En este último hubo alerta de riesgos residuales y se está haciendo una nueva exploració­n”, indicó.

Cuando el teniente menciona riesgos residuales se refiere al peligro de que se encuentre material explosivo en áreas ya revisadas. Esto porque algunas personas que han retornado a esos lugares se encuentran con la presencia de ese extraño objeto y de inmediato lo reporta a la compañía de desminado.

“Después de que nosotros hacemos entrega es posible de que por nuevas informacio­nes de la gente que está retornando por la restitució­n de tierras se hallen nuevos eventos ya que no teníamos informació­n porque no había población en esos lugares cuando se hizo la exploració­n inicial”, explicó.

Por esa razón, a la población civil se le vincula a la actividad de desminado, pero desde el punto de vista educativo, toda vez que se les dicta charlas sobre riesgo de las minas antiperson­ales y el oportuno reporte sobre presencia de material explosivo abandonado en sus zonas de confluenci­a.

Para este año, las proyeccion­es del desminado humanitari­o están encaminada­s a realizar la entrega de seis municipios sucreños, entre ellos Colosó, San Onofre y Los Palmitos. También proyectan la entrega de Cartagena, en Bolívar.

Y es que las minas antiperson­ales dejaron huellas imborrable­s en la historia de Sucre. Por ejemplo, el Registro Único de Víctimas detalla que hasta 2018 habían inscritas 80 personas como víctimas de estos artefactos. Una cifra más en la escala de una guerra absurda que convirtió a Sucre en un pequeño purgatorio.

LUIS MALPICA

Encargado de la compañía de desminado

“Al hablar de explosivos las personas entran en shock”.

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Al detectar una mina comienza un proceso de desactivac­ión que puede tardar varias horas.
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ERNESTO BENAVIDES Y CORTESÍA El sargento España tiene doce años en las labores de desminado. La experienci­a le ayuda a no tener miedo.
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En los campamento­s, los desminador­es tienen im- plementos de aseo y médicos.
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En terreno la paciencia es la madre del desminado.
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Los desminador­es usan todo el kit de desminado al momento de detectar un explosivo.
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