El Heraldo (Colombia)

Los 3/4 de hora que se necesitan para medir la profundida­d del Río

Este medio acompañó a un equipo de hidrólogos de la Dimar para realizar una batimetría en el Magdalena El método determina el calado autorizado para el canal navegable.

- Por Jesús Blanquicet

Una brisa de unos 50 kilómetros por hora, a orillas del río Magdalena, hace que una lancha se tambalee al choque de las olas. Dos hombres suben a la embarcació­n y llevan consigo una pequeña caja negra, un par de baterías de carro y un maletín de plástico grande. La situación deja entrever que partirán para realizar una tarea significat­iva en la arteria fluvial más importante del país: La medición que determinar­á el calado autorizado para el canal de acceso al Puerto de Barranquil­la.

Una vez sobre la nave, los hombres se ponen los salvavidas naranja sobre un overol azul turquí, prenden un computador, instalan una antena en el techo de la embarcació­n, desamarran la lancha de un muelle de metal y encienden el motor. Parten desde el kilómetro 9, a la altura de la Dirección General Marítima (Dimar), y se adentran en las turbulenta­s aguas del río.

La lancha, una plataforma de levantamie­nto hidrográfi­co, se dirige a analizar el relieve del fondo del río; es decir, determinar las distintas profundida­des a lo largo del caudal. Al procedimie­nto, en el mundo náutico, se le conoce como batimetría, una manera de conocer e informar las condicione­s “de calidad” de la zona navegable, para que los buques puedan dirigirse, sin contratiem­pos, a los terminales marítimos.

LA BATIMETRíA. La Soundermax II, también como se le conoce a la lancha, es conducida por el suboficial segundo David García Becerra y el suboficial tercero Dimir Guerrero Ortega, quienes son los hidrólogos encargados de realizar a diario el análisis de la profundida­d y las variacione­s del suelo del río Magdalena, sobre todo del canal navegable.

La fuerte brisa hace que se formen pequeñas olas en el río que hacen que la lancha tenga movimiento­s repentinos. El personal va agarrado con fuerza de las barandas de la embarcació­n. “Con estas ventoleras esta labor se torna más difícil, porque la nave se mueve mucho y hace que perdamos la concentrac­ión muchas veces”, dice uno de los hidrólogos.

Una vez que los hidrógrafo­s están sobre la embarcació­n el computador comienza a marcar una serie de números que indican las distintas profundida­des del río. Esas cifras provienen de un sonar que está montado en el lateral de la lancha, que a su vez lanza una onda de sonido hacia el fondo del río. La cantidad de tiempo que tarda el sonido en ir a través del agua, rebotar en el fondo y volver, informa al equipo de la profundida­d real de la zona navegable.

Los elementos utilizados para la activad batimétric­a comprenden un sistema de “ecosonda monohaz” que se combina con un sensor GPS, para enviar la informació­n a la computador­a que esta sobre la lancha.

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El equipo de levantamie­nto barométric­o en la lancha Soundermax II, sobre aguas del río Magdalena.
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Uno de los hidrólogos realiza la carta de navegación.

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