Posverdad y Photoshop
Cómo se vería el futuro sin filtros? ¿Qué sería de las nuevas generaciones sin la manipulación de la imagen? El futuro tiene photoshop, tal vez de manera exagerada. Los niños aprenden a usar este tipo de aplicaciones antes de hablar. Comienzan a concebir el mundo desde el móvil. Aprenden a descubrir la realidad modificándola. La actualidad tiene más filtros que Instagram. Vivimos en una burbuja de falsedades.
El problema no es cambiar una imagen, sino el subtexto y sus consecuencias. La tergiversación de los hechos es cada vez más sutil. Todos pueden hacerlo. Es socialmente aceptado. No tiene nada de malo. Ahora, si los mundanos tenemos herramientas que transforman el presente, imagínense lo que los creadores de estas plataformas pueden lograr. Así que photoshop no es una simple aplicación, es un aval para la manipulación.
Hace una semana el presidente Duque apareció en una portada. Se veía radiante y delgado. Es evidente que no es una imagen de la actualidad. Entonces, así como le hacen photoshop a la foto, nos llenan de noticias falsas hasta enredar la democracia. Manipulan todo, incluso el aspecto físico del presidente. Aquí aparece la problemática: normalizamos la falsificación como parte de lo cotidiano. A nadie le importa que el presidente salga en una portada totalmente diferente a como está. Tampoco parece relevante. Sin embargo, ese detalle es tan diciente como la justificación de su gestión. La revista lo llama “aprendiz”. Nos venden de manera descarada lo que no es. Desde lo visual hasta los hechos. Eso nos debería enviar una señal de alerta. Pero claro, nosotros constante
mente le ponemos filtros a todo. Qué va a importar si una portada tiene photoshop o no. Qué importa si un presidente no se ve como en realidad es.
“Quizá no sea tan extraño lo que está pasando con la verdad, la ficción y la mentira. Nos llama la atención que la primera cuente cada vez menos para gran número de personas, y que éstas abracen la segunda o la tercera acríticamente, si es que no con gran entusiasmo. Se empezó por mentir en cosas menores, como los rótulos de los cuadros expuestos en los museo: se censuraron, se adulteraron para que nadie se sintiera ofendido hasta tergiversar el pasado”, afirma Javier Marías.
Y sí, en medio de esa modificación de la imagen y de los hechos se legitima una verdad de ficción, a tal punto que se iguala con la mentira y se llama “posverdad”. A la contemporaneidad le fascina el photoshop. Y aunque parezca banal, empezaron a distorsionar la realidad desde la imagen. Lo riesgoso es que no sólo se usa para cambiar las fotos, es la garantía de una sociedad mentirosa, de una sociedad que se deja manipular porque manipula.