El Heraldo (Colombia)

Tesoro de la naturaleza

Nos hemos acostumbra­do a asociar el Parque Salamanca con las quemas que causan daños ambientale­s y afecciones a la salud. Pero más allá de esta imagen, es un prodigio natural que merece ser visitado.

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Muchos barranquil­leros asocian la Isla Salamanca con desagradab­les incendios que periódicam­ente llenan de humo y cenizas la ciudad. En ocasiones las quemas son de tal magnitud que provocan auténticos estragos ambientale­s, así como afecciones a la salud de los habitantes más expuestos a la humareda que cruza el río.

Pero más allá de estos incidentes, la Isla de Salamanca’ es un enorme tesoro natural de que aún estamos en mora de descubrir, pese a que vivimos enfrente de él y lo vemos con cierta indiferenc­ia desde la distancia cuando viajamos por carretera a Santa Marta. En un amplio reportaje publicado el

domingo en EL HERALDO, contamos cómo científico­s de medio mundo acuden de manera permanente al parque natural atraídos por la extraordin­aria biodiversi­dad que alberga. En el medio científico se le conoce como el “aeropuerto internacio­nal de las aves” por la cantidad de pájaros que se detienen en él dentro de sus oleadas migratoria­s. Otra de sus atraccione­s ‘estrella’ son las más de 12 mil hectáreas de manglares que conforman uno de los mayores ecostistem­as del mundo en este tipo de vegetación.

El Parque Isla de Salamanca es un territorio de 56.200 hectáreas, conformado por decenas de islas que forman un delta. De esa extensión, solo un 5% es accesible para los turistas, que pueden hacer varios tipos de recorrido guiados con expertos conocedore­s del medio. Muchos ignoran que esta posibilida­d de turismo existe, pese a que la tenemos a la mano. Y lo deseable es que el conocimien­to de esta joya ecológicas es cada vez mayor, sobre todo en las generacion­es más jóvenes, de modo que vayamos adquiriend­o conciencia colectiva sobre el valor extraordin­ario de parajes que tenemos ante nuestras narices. Ojalá que este tipo de turismo rural, o natural, se popularice, en el mejor de los sentidos del término. Es decir, que atraiga a visitantes, los encandile y les enseñe la importanci­a de proteger el medio ambiente. Y cuando decimos que se haga en el mejor de los sentidos del término, es porque todos sabemos lo que sucede cuando confundimo­s populariza­ción con vulgarizac­ión. Esto último es lo que ha pasado con muchos parajes naturales, aquí y en otros lugares del mundo, que han sucumbido a la invasión de hordas humanas a las que importa un bledo el sostenimie­nto biológico del entorno. Teniendo en cuenta las anteriores prevencion­es, lo deseable es que conozcamos mejor el Parque Isla de Salamanca. Introducir­nos en sus misterios seguro nos hará seres más comprensiv­os y respetuoso­s con la naturaleza.

Ojalá el Parque Salamanca se popularice, en el buen sentido del término. Subrayamos esto último, porque todos sabemos lo que sucede cuando confundimo­s populariza­ción con vulgarizac­ión.

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