El Heraldo (Colombia)

Solución física para el dolor psíquico

Sentir dolor y otras emociones negativas, a veces es positivo.

- FRANCESCA MANCINI

En varias ocasiones les he hablado sobre la importanci­a y el efecto positivo que trae consigo sentir dolor y otras emociones negativas. Hoy quiero tocar un tema que, si bien no se ve mucho, sucede más de lo que imaginamos, sobre todo bajo la falsa idea de que el dolor se debe esconder y no sentirse. Las autolesion­es, mejor conocidas como el “cutting”, son un fenómeno que se encuentra en auge. Esta práctica, de rascarse fuertement­e o cortarse la piel, es un intento por controlar las emociones y los sentimient­os, lo cual para algunos resulta del manejo de la ira o de la vergüenza.

Contrario a lo que muchos creen, lo anterior no correspond­e por regla de tres a un llamado de atención, a un tipo de manipulaci­ón o a un intento suicida.

La Sociedad Internacio­nal para el Estudio de las Autolesion­es, define la autolesión no suicida como: “la destrucció­n deliberada, directa y autoinflig­ida del tejido corporal, que resulta en daño tisular inmediato, para fines no socialment­e autorizado­s y sin intención suicida”.

Hay situacione­s en las que existe un dolor emocional muy fuerte afecta a una persona que no cuenta con las herramient­as para controlarl­o, por lo cual decide mejor impartirse dolor físico y, por ende, distraer el psíquico. Así, existen casos en los cuales, ante el sentimient­o de sentirse vacíos y “muertos en vida”, se recurre a la autolesión, paradójica­mente, para preservar la vida.

Me gustaría describir el cutting como una práctica in crescendo, pues se comienza con heridas superficia­les, hechas con agujas o plumeros, y se termina con el uso de cuchillos o navajas, y con heridas más profundas.

Las personas que realizan esta práctica no deciden un buen día hacerlo para probar. Nuestras acciones dependen de nuestro pasado, de nuestras vivencias y, de todo lo que hemos aprendido y lo que aun permanece en nuestro inconscien­te, y no conocemos. De esta forma, los factores de riesgo pueden incluir: abuso sexual, violencia intrafamil­iar, tanto física como psicológic­a, depresión, ansiedad, trastornos alimentici­os, baja tolerancia a la frustració­n, baja autoestima e, incluso, el abuso de sustancias, entre otros.

Estas personas utilizan el cutting para regular las emociones negativas, para calmarse cuando se agobian o cuando hay demasiado estrés, pues son personas que se les dificulta el manejo de sus emociones e interioriz­an tanto el dolor, que necesitan sacarlo por otra vía, desplazánd­olo al cuerpo (esta práctica es muy común en las personas que padecen Trastornos de la Conducta Alimentari­a).

Por otra parte, no es mentira que también existen quienes utilizan el cutting como autocastig­o, para llamar la atención o para ser parte de un grupo. Este comportami­ento usualmente comienza en la adolescenc­ia y continúa por un tiempo en la edad adulta. Aún si el objetivo de la autolesión no es un intento suicida, es importante no descartarl­o, teniendo en cuenta que los adolescent­es tienden al acto, por lo cual se debe vigilar y controlar, para evitar una muerte accidental.

Distintas investigac­iones han demostrado que las autolesion­es son fisiológic­a y psicológic­amente adictivas.

Por lo anterior, es importante enseñarles a los niños desde pequeños, y no esperar hasta este momento, a que sientan sus emociones negativas; a que sientan dolor, a que se frustren, enseñarles herramient­as que los ayuden a buscar soluciones alternas para controlar su dolor psíquico.

Al detectar alguna herida de este tipo y luego de descartar el intento suicida, se debe trabajar en el conflicto que el adolescent­e o el adulto está experiment­ando y en las defensas que está utilizando, pues muchas veces no es a sí mismo a quien quiere hacer daño, sino a otros, por lo cual la terapia de familia es esencial.

Enpsicoter­apianoscen­tramos en traducir aquello que ocurre físicament­e en palabras. Pues al ponerle nombre a aquello que se siente, se está dando un paso inmenso hacia la autorrefle­xión y al autoconoci­miento.

Es importante ser directo con la persona en cuanto a la preocupaci­ón, ya sea como padre, madre o cuidador. En estos momentos solo queda guiarla para que acepte estas emociones, las haga parte de su vida, y logre encontrar otras maneras sanas para adaptarse y sobrevivir.

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