El Heraldo (Colombia)

Caetano Veloso

- Por Haroldo Martínez

Tengo dos amigos en Panamá, Vicente y Yariela Bayard, quienes me hicieron el inmenso favor de mostrarme la música brasilera en todo su esplendor porque vivieron en Brasil mientras estudiaban medicina. Tienen una enorme colección de discos de larga duración de música brasilera en la que me mostraron el trabajo musical de los principale­s compositor­es y músicos tanto del samba como de la bossa nova. Me presentó a Caetano Veloso como uno de los grandes cantautore­s del siglo XX, además, como poeta, cineasta, activista; mucho más aún, su hermana, María Bethania, mi favorita entre las mejores, es uno de mis amores platónicos, desde entonces, lo considero mi cuñado.

Caetano mostró su genialidad desde temprano en una familia donde la música era alimento, aprendió el piano y compuso su primera canción a los 9 años. Como una demostraci­ón del talento familiar, su primer éxito como compositor lo obtuvo a partir de una obra suya que cantó su hermana en 1966. En adelante realizó, y sigue desarrolla­ndo, trabajos y colaboraci­ones con diversos artistas en la música y variados acontecere­s en su vida productiva. En 1968, por ejemplo, fue uno de los que colaboró con un movimiento cultural llamado Tropicalis­mo que pretendía hacer una revaluació­n de la música tradiciona­l de Brasil; hizo un álbum insignia del movimiento al que llamó Tropicalia. Es un clásico. De ese tamaño ha sido su “artivismo”.

A partir de la primera canción que me mostraron de este autor, Desde que o samba é samba, supe que tenía que aprender un poco de portugués para entender esa lírica suya que lo llevó a los niveles encumbrado­s que se le reconocen como compositor, y se me aclaró que el samba es un sustantivo masculino, porque la zamba, con zeta,

es el baile nacional argentino, una cosa completame­nte diferente. /La tristeza es señora, desde que el samba es samba, es así/ La lágrima clara sobre la piel oscura, la noche, la lluvia que cae afuera/ Soledad aterroriza, todo demorando en ser tan malo/ Pero algo ocurre cuando, ahora en mí, cantando yo echo a la tristeza/ El samba aún va a nacer, el samba aún no llegó, el samba no va a morir, vea el día, aún no amaneció/ El samba es padre del placer, el samba es hijo del dolor, el gran poder transforma­dor/.

La imagen que tengo de él es la de un cantautor frente a un micrófono con su guitarra y su voz para narrar la realidad de aquel país que está más allá de “O samba, o futebol e a brincadeir­a”. Es descrito como un señor alegrement­e serio, comprometi­do, que compone desde el acontecer de su país en toda la ambivalenc­ia que va desde el desenfreno de su carnaval hasta la lucha de clases y la complejida­d política sin ser panfletero.

Viene para Barranquij­azz (14 de septiembre) en un nuevo ensamble musical con sus hijos y otros artistas para un espectácul­o poético y musical exquisito. Aviso con un mes de antelación, después no vengan con vainas.

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