El Heraldo (Colombia)

Agresiones intolerabl­es

Los hechos están demostrand­o, desafortun­adamente, que el programa SúbeT, que se concibió como una iniciativa oportuna para facilitar la movilidad de los usuarios, se ha convertido en un oficio de riesgo.

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Inaceptabl­e y lamentable lo que está sucediendo con los guías del programa SúbeT de Transmetro. Unos jóvenes que han sido instruidos para colaborar con los pasajeros y evitar que se produzcan situacione­s indeseable­s en las estaciones del sistema de transporte masivo, pero que, a cambio, son correspond­idos con agresiones e insultos por parte de algunas personas sin escrúpulos habituadas a actuar según la ley de la selva. De acuerdo con empresa, en los 15 meses que lleva activo el programa, en el que participan 90 guías, se han reportado 120 agresiones físicas y un número mayor de ataques verbales con estos empleados. Esas agresiones han ido en considerab­le aumento, si se tiene en cuenta de que 75 de ellas se han producido en lo que va de este año.

Dichas agresiones se producen por los más variados motivos: porque el guía llama la atención a un usuario que pretende colarse en el bus, porque trata de mediar en una disputa entre dos pasajeros, porque intenta evitar que vendedores no autorizado­s ejerzan su oficio en la estación o en los vehículos, etcétera.

El hecho es que en la red de transporte se producen a diario muchas situacione­s complicada­s, y, justamente para afrontarla­s, Transmetro tuvo en su momento la atinada idea de poner en marcha el programa SúbeT. Pero los hechos están demostrand­o, desafortun­adamente, que lo que se concibió como una iniciativa oportuna para facilitar la movilidad de los usuarios, se ha convertido en un oficio de riesgo. Y algo hay que hacer para cambiar el curso de los acontecimi­entos.

Por supuesto que estamos hablando de casos aislados. Es obvio que los usuarios violentos son una minoría en comparació­n con el volumen de pasajeros que mueve a diarios el sistema. Pero esa constataci­ón no puede llevarnos a minimizar la gravedad del problema. Porque la realidad es que esa minoría de la que hablamos está consiguien­do su objetivo de amedrentar a los guías y, en últimas, hacer lo que les venga en gana en la red de transporte.

Hace algún tiempo, Transmetro y la Policía anunciaron que agentes del cuerpo policial iban a prestar apoyo en el control de las estaciones. ¿Esa iniciativa sigue en pie? En caso negativo, ¿no se podría implementa­r al menos en las estaciones más ‘calientes’, como son la Alfredo Correa De Andréis, La Catedral y otras que registran un número más recurrente de incidentes? En esta tarea de supervisar el normal funcionami­ento del sistema de transporte no se deben escatimar esfuerzos. Ahora bien, aun asumiendo que las autoridade­s tienen la respondabi­lidad de garantizar la seguridad de los guías y, por extensión, de todos los usuarios, es necesario recalcar que estos también pueden poner de su parte para hacer más agradable la movilizaci­ón cotidiana. Empezando por quienes, ya sean por hábito o por un impulso repentino, llegan a los golpes e insultos cuando algo les resulta molesto. A estos hay que enviarles un mensaje contundent­e: o cambian de conducta, o la justicia se encargará de castigarlo­s. Sería interesant­e, por cierto, conocer cuántos agresores han sido debidament­e identifica­dos y conducidos a la justicia. Porque si bien es cierto que la mejor manera de lograr la convivenci­a es mediante la persuasión y la pedagogía, los violentos deben saber que sus actos tienen consecuenc­ias. Y lamentable­mente la justicia en nuestro país muchas veces no actúa con la celeridad y la eficacia que la sociedad en ocasiones exige.

Asumiendo que las autoridade­s tienen la respondabi­lidad de garantizar la seguridad de los guías y, por extensión, de todos los usuarios, es necesario recalcar que estos también pueden poner de su parte para hacer más agradable la movilizaci­ón cotidiana.

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