El Heraldo (Colombia)

Iglesia de Chinulito reabre 19 años después de ataques de AUC

La estructura fue restaurada por la Unidad de Víctimas.

- Por María V. Bustamante

SINCELEJO. En Chinulito ni los santos se salvaron de la violencia que se ensañó contra el pueblo al que los paramilita­res ordenaron desalojar bajo la amenaza de asesinar a quien se quedara.

‘La ruta de la muerte', como se le conoció a aquella barbarie del 13 septiembre de 2000, donde murieron 11 de los habitantes, provocó un desplazami­ento masivo y dejó un pueblo fantasma.

San Rafael Arcángel, patrono de Chinulito, también sufrió el rigor de la violencia. Le cortaron un brazo izquierdo en el que sostenía un cayado. Fue el símbolo de que en Chinulito nadie escapó al dolor.

La capilla que en honor al arcángel estuvo cubierta por la maleza durante 19 años convocó de nuevo a sus pobladores sin distingo de credo el 12 de septiembre cuando se efectuó la misa de reapertura de la capilla restaurada por la Unidad de Víctimas, con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).

Cristian Salas, inspector de Policía de Chinulito, que pertenece al municipio de Colosó, explicó que se trata de una de las medidas de reparación solicitada­s por líderes del Comité de Impulso de Reparación de Chinulito.

“A la capilla se le llevaron el techo y la desvalijar­on los grupos armados. No había misas, solo estuvo para sepelios”, dijo el Inspector.

La Unidad de Víctimas informó en Twitter que el proceso de reparación colectivo en esa zona de los Montes de María avanza en un 50% y la inversión ha sido de $1.200 millones.

La nueva capilla fue abierta con la celebració­n de una misa presidida por monseñor José Clavijo Méndez, obispo de Sincelejo, y concelebra­da por el padre Marco Rivera Mejía, el párroco de la Parroquia San Miguel Arcángel, quien cada 15 días va a celebrar una eucaristía.

El obispo recordó a la comunidad el sufrimient­o de Cristo en la cruz y el trato de “desechable” al que lo sometieron y que él aceptó por amor.

La imagen de San Rafael, que significa “medicina de Dios”, fue restaurada luego de permanecer en la casa de una vecina que lo cuidó hasta que, como uno más de los desplazado­s, retornara a su hogar original.

En Sucre hay otras poblacione­s víctimas de la violencia que llevan años esperando las acciones reparativa­s, entre ellas Chengue, en Ovejas, y Libertad.

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Así está hoy la iglesia de San Rafael en Chinulito.

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