Cambio climático
Una prestigiosa revista internacional publicó la semana pasada un interesante artículo donde el autor imaginaba estar en el año 2050 reflexionando acerca de la lucha contra el cambio climático iniciada con gran determinación por todos los países del planeta en 2020.
Su primera gran conclusión era que la civilización no había salido ilesa. Incluso, cuando apenas el cambio empezaba, ya el impacto se podía medir en seres humanos fallecidos de manera prematura. Respirar humo de los múltiples y permanentes incendios forestales había aumentado la frecuencia y severidad de las enfermedades respiratorias, cardiovasculares y mentales. El deshielo de glaciares había expuesto nuevos agentes infecciosos contra los cuales no se tenían defensas.
La segunda conclusión era casi un lamento al constatar, que si bien desde finales del Siglo XX, las formas más baratas de generar electricidad -las renovableestaban disponibles, no fueron usadas de manera generalizada por la comunidad. Los ingenieros habían hecho bien su trabajo optimizando la generación a partir del sol y del viento, pero lo grandes intereses económicos no permitieron que rápidamente los precios disminuyeran para masificar su consumo.
Su última conclusión lo mortificaba mucho y claramente estaba centrada en la evidencia del engaño que había sufrido la humanidad con noticias falsas que desinformaron negando el inminente cambio climático, a pesar de haber sido advertido desde 1990 por la prensa libre. Su malestar aumentaba al evidenciar, en la lectura de artículos de periodistas de investigación, que la industria de los combustibles fósiles había logrado retardar la implementación de decididas medidas globales sobornando medios de información y jueces.
Lo anterior, si bien se trata de un texto de ficción, podría llegar a vivirse incluso en dimensiones peores. Las condiciones para que el cambio climático nos afecte severamente están dadas. De manera irracional insistimos en resolver el calentamiento global sin modificar de fondo los comportamientos que lo generaron. Parecemos estar ya resignados a que este siglo, en términos evolutivos, pase a la historia como uno de los más miserables de la historia de la humanidad. Nos guste aceptarlo o no, con el calentamiento la civilización tambaleará y una enorme cantidad de personas sufrirá de manera injusta y abrumadora, entre ellas los millones que migrarán para convertirse en refugiados climáticos.
Durante el último siglo la actividad económica de la sociedad ha sido el principal lente a través del cual se estratifica y se toman decisiones en el mundo. De continuar la inacción frente a la realidad climática es muy posible que la supervivencia se convierta ahora en el gran determinante de las acciones. Debemos aceptar que la aptitud desafiante ante la naturaleza, que hemos mostrado en la modernidad, debe dar paso al orgullo de adaptarnos con gracia a un mundo natural que respetemos. Si bien, algunos siguen confiados en que la estabilidad de la temperatura global en los últimos 10.000 años poco se puede afectar desde lo individual, la evidencia científica nos avasalla con lo contrario. ¡Es hora de actuar !