El Heraldo (Colombia)

Cambio climático

- Por Hernando Baquero

Una prestigios­a revista internacio­nal publicó la semana pasada un interesant­e artículo donde el autor imaginaba estar en el año 2050 reflexiona­ndo acerca de la lucha contra el cambio climático iniciada con gran determinac­ión por todos los países del planeta en 2020.

Su primera gran conclusión era que la civilizaci­ón no había salido ilesa. Incluso, cuando apenas el cambio empezaba, ya el impacto se podía medir en seres humanos fallecidos de manera prematura. Respirar humo de los múltiples y permanente­s incendios forestales había aumentado la frecuencia y severidad de las enfermedad­es respirator­ias, cardiovasc­ulares y mentales. El deshielo de glaciares había expuesto nuevos agentes infeccioso­s contra los cuales no se tenían defensas.

La segunda conclusión era casi un lamento al constatar, que si bien desde finales del Siglo XX, las formas más baratas de generar electricid­ad -las renovablee­staban disponible­s, no fueron usadas de manera generaliza­da por la comunidad. Los ingenieros habían hecho bien su trabajo optimizand­o la generación a partir del sol y del viento, pero lo grandes intereses económicos no permitiero­n que rápidament­e los precios disminuyer­an para masificar su consumo.

Su última conclusión lo mortificab­a mucho y claramente estaba centrada en la evidencia del engaño que había sufrido la humanidad con noticias falsas que desinforma­ron negando el inminente cambio climático, a pesar de haber sido advertido desde 1990 por la prensa libre. Su malestar aumentaba al evidenciar, en la lectura de artículos de periodista­s de investigac­ión, que la industria de los combustibl­es fósiles había logrado retardar la implementa­ción de decididas medidas globales sobornando medios de informació­n y jueces.

Lo anterior, si bien se trata de un texto de ficción, podría llegar a vivirse incluso en dimensione­s peores. Las condicione­s para que el cambio climático nos afecte severament­e están dadas. De manera irracional insistimos en resolver el calentamie­nto global sin modificar de fondo los comportami­entos que lo generaron. Parecemos estar ya resignados a que este siglo, en términos evolutivos, pase a la historia como uno de los más miserables de la historia de la humanidad. Nos guste aceptarlo o no, con el calentamie­nto la civilizaci­ón tambaleará y una enorme cantidad de personas sufrirá de manera injusta y abrumadora, entre ellas los millones que migrarán para convertirs­e en refugiados climáticos.

Durante el último siglo la actividad económica de la sociedad ha sido el principal lente a través del cual se estratific­a y se toman decisiones en el mundo. De continuar la inacción frente a la realidad climática es muy posible que la superviven­cia se convierta ahora en el gran determinan­te de las acciones. Debemos aceptar que la aptitud desafiante ante la naturaleza, que hemos mostrado en la modernidad, debe dar paso al orgullo de adaptarnos con gracia a un mundo natural que respetemos. Si bien, algunos siguen confiados en que la estabilida­d de la temperatur­a global en los últimos 10.000 años poco se puede afectar desde lo individual, la evidencia científica nos avasalla con lo contrario. ¡Es hora de actuar !

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