¿Estudiantes?
Cuando en el colegio había un profesor blandengue, que no castigaba y se hacía de la vista gorda, claro, los pelaos se la montaban, y el relajo en su clase era de madre. Y eso que en la época las directivas apoyaban al profesor, y podía sancionar fuerte. Hoy no. Todo está dispuesto para que las minorías revoltosas impongan sus desvaríos: Profesor o rector que ose intentar corregir a algún alumno, le caen rayos y centellas hasta por parte de la ley, que poco a poco la han ido “liberalizando”, o sea adecuando para que termine garantista para los malandros. Desde el colegio hay que corregir para que en la universidad sean de veras juiciosos estudiantes.
Es que paros, marchas y protestas, hasta las estudiantiles, se han convertido en peligrosos desmanes contra desprevenidos transeúntes y vecinos que nada que ver. No solo alteran el orden público y el tránsito regular, sino que vandalizan y hasta bombas lanzan. Aquel que arma una molotov y encapuchado la lanza a terceros, no puede mirarse ni tratarse como estudiante, sino como terrorista. Como malandros matriculados para infiltrarse entre estudiantes. ¿Abusos? No. El Esmad no es el malo. Solo cumple con mantener el orden. Los malos son los vándalos. No abusen, y no serán abusados. Y si verdaderos y juiciosos estudiantes, que son mayoría, en una marcha detectan que se infiltran malandros, pues váyanse, ábranse, déjenlos solos, señálenlos, no les hagan el juego, aplacen la marcha, y protesten contra ellos.
La protesta es un derecho constitucional, pero siempre y cuando no vulnere los derechos de los demás. Así que, si lo que buscan es evidenciar y denunciar malos manejos en su plantel, o cualquier otra anomalía que los afecte, pues protesten en paz, y protejan la protesta. O denuncien.
A propósito de denuncias, el próximo martes en la Corte Suprema de Justicia, dentro de un proceso más político que jurídico, será la diligencia de indagatoria al senador y ex presidente Àlvaro Uribe, un bumerán que se le viene de vuelta por la torpe ocurrencia de acusar a Cepeda el malo ante una corte que le es ostensiblemente adversa a él, a sus amigos, y a todo lo que huela a Uribe y, claro, le voltearon la boleta. Mucho se ha dicho por parte de los antiuribistas que no descansarán hasta verlo tras las rejas, y tienen sus esperanzas en la audiencia del martes ocho, su sueño es que salga de ahí esposado, y orondos dicen que así será porque, aseguran, a los magistrados no les importa la gente, ni la opinión, ni el desprestigio, ni el país, cosa que han demostrado con creces y, aunque nuevamente se pongan en evidencia, lo encanarán. Y que nada pasará, porque aquí han ocurrido las más graves cosas, y nada pasó. Hasta razón pudieran tener. Pero el problema no estaría en revueltas o asonadas, sino que la consecuente victimización de Uribe que, además de rebuscada e injusta, exacerbaría la ya muy grave polarización. Lo otro es que hasta podría reflejarse en barrida nacional del Centro Democrático en las cercanas elecciones del 27. ¿Se le medirán? Esperemos que no.