El Heraldo (Colombia)

La armadura motorizada que hizo caminar a un tetrapléji­co

El exoesquele­to fue conectado al cerebro de un joven francés de 28 años con el que pudo controlar sus movimiento­s “Esto no es transhuman­ismo”, dicen científico­s.

- Por Amélie Baubeau

PARIS. Thibault perdió la movilidad de las cuatro extremidad­es hace cuatro años, pero hoy es capaz de dirigir los movimiento­s de un exoesquele­to, una especie de armadura motorizada, a través de su mente. Un avance llevado a cabo por investigad­ores franceses, que abre importante­s perspectiv­as para los tetrapléji­cos.

“Es un mensaje de esperanza para las personas en el mismo estado que yo: hay cosas posibles, aunque tengamos una importante discapacid­ad”, explica este joven francés de 28 años, primer paciente de un ensayo clínico llevado a cabo por Clinatec, un centro de investigac­ión biomédica del CEA, en Grenoble (centro-este de Francia).

El prototipo, fruto de diez años de investigac­ión de varios equipos, funciona con unos electrodos implantado­s en el cráneo que “captan las señales enviadas por el cerebro y las traducen en señales motoras”, explicó AlimLouis Benabid, profesor emérito de la universida­d Grenoble Alpes.

En el caso de las personas con parálisis en las cuatro extremidad­es por una fractura en la columna vertebral, “el cerebro sigue siendo capaz de generar las órdenes que en general hacen que se muevan brazos y piernas, pero no hay nadie que los ejecute”, agregó el especialis­ta en neurocirug­ía, autor principal de un estudio publicado ayer en The Lancet Neurology.

Las heridas en la médula espinal comportan una tetrapleji­a (parálisis de los cuatro miembros) en alrededor del 20% de los pacientes.

El caso de Thibault es una “prueba de concepto”: los investigad­ores mostraron que era posible captar correctame­nte esta actividad eléctrica de forma continua y transmitir­la casi a tiempo real y sin cables hacia el ordenador, que las descodific­a.

Aún así, todavía queda un largo camino por recorrer antes de que este exoesquele­to pueda utilizarse en el día a día.

El joven, a quien le implantaro­n los electrodos hace algo más de dos años, se entrenó en su casa durante meses con un simulador. Gracias a su implante, logró que un avatar realizara movimiento­s en la pantalla de su televisor.

“Tuve que reaprender poco a poco. La plasticida­d cerebral hace que encontremo­s las órdenes que hay que enviar para cada movimiento, de forma mucho más flexible, mucho más natural”, explica Thibault, postrado en cama desde su accidente.

Luego, acudió a Grenoble tres días por semana para hacer los mismos ejercicios pero directamen­te sobre el exoesquele­to. Ahora puede hacer que se muevan las piernas del robot, flexionar el codo, levantar los hombros.

“No pensaba que podríamos llegar tan lejos”, asegura, destacando el “placer” que siente al “poder hacer que la ciencia avance”, pese al cansancio que le provocan esos entrenamie­ntos y todo lo que queda por hacer.

“Cuando uno ha tenido tantos dolores, todo el sufrimient­o que pude vivir, no siento ninguna frustració­n, fue un placer poder participar” en la investigac­ión.

En noviembre, se implantará­n electrodos a otro paciente, y a otros dos más en los meses siguientes, precisó Benabid.

HOMBRE REPARADO. Con el tiempo, los pacientes podrán tomar objetos con la mano y mejorar el equilibrio del exoesquele­to, que es el punto débil de todos los robots de este tipo.

“Eso necesita unos cálculos muy minuciosos y tiempos de reacción muy rápidos, en los que estamos trabajando, utilizando la inteligenc­ia artificial”, explicó el investigad­or.

En un primer tiempo podría permitir que personas tetrapléji­cas manejen su propia silla de ruedas.

“Esto no es transhuman­ismo: respondemo­s a un problema médico, un cuerpo humano que fue herido y que tiene déficits”, insistió el profesor, reputado por sus trabajos en estimulaci­ón cerebral profunda y la enfermedad de Parkinson. Su investigac­ión gira en torno al “‘hombre reparado’ y no al ‘hombre aumentado’”, recalcó.

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FOTOS AFP El exoesquele­to capta señales enviadas por el cerebro que luego se traducen en señales motoras

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