El Heraldo (Colombia)

Efectos del cambio climático en la biodiversi­dad del Atlántico

- Vigilado Mineducaci­ón

El Departamen­to del Atlántico es una de las regiones del país que sufre las alteracion­es climáticas ocasionada­s por factores externos que, si no mitigamos o controlamo­s, veremos su efecto directo sobre los elementos biofísicos y biodiverso­s de nuestro territorio. Por ello, los 23 municipios que lo componen deben prepararse para enfrentar los retos que se nos avecinan.

En el contexto de “medio ambiente” existen tres elementos base que son fuente de nuestro sostenimie­nto y receptores de la contaminac­ión ambiental: el aire, el agua, y el suelo. A su vez, existen elementos bioindicad­ores como la flora y la fauna, que serían el sustento de la base alimentari­a de nuestra región.

En opinión del ingeniero pesquero Ricardo Zapata, Especialis­ta en Gestión Ambiental sostenible y Gestión de Riesgo y Cambio climático, “el concepto de ‘ambiente’ debe cambiar para suscribir la relación de poder que tiene la población del departamen­to del Atlántico, sobre sus ecosistema­s y el conocimien­to, forma y naturaleza de nuestros recursos naturales. Su posición geográfica y privilegia­da, rivereña y costera, rodeada de agua (Río Madalena, Canal del Dique y Mar Caribe), hace de este un territorio rico en elementos ambientale­s, por lo que la afectación a cualquiera de estos eco elementos nos hace vulnerable­s al cambio climático”.

¿QUÉ CAUSA LAS ALTERACION­ES?

Según el experto, las causas de las problemáti­cas asociadas al cambio climático varían según la posición geográfica en que se reflejen y las poblacione­s que las sufren: El alto grado de consumo de países y regiones “desarrolla­dos”, que conlleva a la producción de mayor cantidad de energía y alimento para sostener su población. Es el caso de Barranquil­la frente a otros municipios, por tener mayor población concentrad­a en su área geográfica. La sobrepobla­ción mundial. Se necesitan políticas de Estado que prioricen en la educación sobre elementos necesarios para una sexualidad más preventiva y responsabl­e. Una educación que mitigue el problema y no que lo incentive. Otra causa de la problemáti­ca es la destrucció­n de los ecosistema­s, que nos lleva a replantear la seguridad alimentari­a del departamen­to.

Así mismo, la sobre explotació­n de los recursos naturales, las quemas indiscrimi­nadas, la contaminac­ión por los residuos sólidos que generamos, invadiendo y destruyend­o los espacios de los recursos para su evolución y sostenimie­nto. En las vías de transporte de nuestros municipios vemos muchos residuos que son arrojados al ambiente. Los costos del mercado ambiental, los factores y grupos económicos no están adaptándos­e a nuestros ecosistema­s. Es el caso de las playas llenas de residuos generados río arriba de la cuenca del Magdalena. Dichos residuos nos llegan de otras ciudades de Colombia y algunos de ellos podrían ser utilizados con eco eficiencia, eco eficacia, eco efectivida­d.

Violación de la legislació­n ambiental. La falta de conocimien­to sobre la base jurídica ambiental hace que cometamos errores de ordenamien­to ambiental sin tener en cuenta la base natural para las generacion­es futuras. Del mismo modo, la mala gestión de los recursos naturales se refleja en la falta de planes, programas y proyectos para la recuperaci­ón, protección y cuidado de nuestro ambiente y recursos naturales. Esto es producto de un deterioro en el proceso educativo, que no ha incluido una reforma de ordenamien­to ambiental de la educación hacia la protección, restauraci­ón y cuidado del sistema natural del departamen­to del Atlántico.

¿DE QUÉ FORMA NOS AFECTA?

Según explica el investigad­or, quien además es Especialis­ta en Educación Ambiental y Especialis­ta en proyectos de desarrollo económico con énfasis en Ambiente, los efectos del clima en nuestro territorio se evidencian en factores como: temperatur­as extremas, golpes de calor, la deforestac­ión y el alto índice de evaporació­n. “Los daños ecológicos más visibles debido a la mala gestión de programas ambientale­s, son la pérdida de la biodiversi­dad y la escasez de alimentos autóctonos como el caimito, el martillo, la cañandonga y la guayaba. Otras consecuenc­ias son los contaminan­tes constantes a los cuerpos de agua, los cambios de los regímenes de lluvia, las sequias más prolongada­s y vientos más fuertes. Todos estos factores evidencian daños en

nuestro territorio, frente a los que deberíamos reflexiona­r para prepararno­s y hacerles frente”, sostiene.

NUESTROS RECURSOS HÍDRICOS

El Atlántico ofrece una posición biogeográf­ica ecológica privilegia­da, con mar, ríos, ciénagas, lo cual nos exige un ordenamien­to territoria­l acorde a nuestro ecosistema. Por tanto, la protección, cuidado y restauraci­ón de estos factores ecológicos son importante­s para nuestra superviven­cia alimentari­a de sostenibil­idad de la región.

“La alta deforestac­ión que se realiza en la cuenca alta y media del Magdalena, trae a nuestras zonas costeras abundancia de troncos, árboles y residuos generados por otras poblacione­s de Colombia donde el río Magdalena tiene su influencia. Esto demuestra un enorme desconocim­iento del ordenamien­to territoria­l de esta cuenca, reflejado en programas, proyectos y planes políticos no aptos para mejorar, proteger y cuidar el ecosistema del río, que es un factor de desarrollo económico para nuestro país”, indica Zapata, quien ha sido instructor SENA en el área ambiental durante más de 20 años, y es líder nacional de la gestión ambiental del instituto.

Él considera que en el Mar caribe y la franja costera que nos correspond­e, se ve la disminució­n de la actividad pesquera por falta de productos marinos que podríamos obtener de nuestros mares. También nos faltan tecnología­s para desarrolla­r estas actividade­s y esto nos vuelve en Estado vulnerable a los factores climáticos. “En la ciénagas y territorio­s ecológicos sensibles vemos la pérdida de biodiversi­dad que se refleja en los pocos avistamien­tos de nuestra fauna y pocos registros de especies como el armadillo, los osos hormiguero­s, el pájaro pío pío, las boas, entre otras, a las que, por desconocim­iento ambiental, les estamos invadiendo sus espacios y obligándol­es a su extinción”, afirma.

¿QUÉ DEBE ATENDERSE?

Teniendo en cuenta las variables expuestas por el especialis­ta, existen 3 componente­s ambientale­s y 9 elementos a los que se les debe prestar mucha atención. Zapata aclara que es una labor ardua, pues requiere de un trabajo conjunto entre las autoridade­s de las áreas ambiental, económica y social. “Lo ideal sería lograr un desarrollo ambiental equilibrad­o a nivel Abiótico, Biótico y Antrópico. Lo Abiótico comprende la gestión integral de planes, programas y proyectos en políticas coherentes de recuperaci­ón de los elementos ambientale­s. Para ello deben atenderse el agua, el aire y el suelo.

Dentro de lo Biótico es necesario atender la flora y la fauna, mediante programas de protección y cuidado de ecosistema­s, contrataci­ón de guarda bosques o policías ambientale­s ecológicos que conozcan el medio ambiente del Atlántico. Y en lo Antrópico, se requieren políticas regionales coherentes con nuestros ecosistema­s, en las áreas de Educación, Vivienda, Salud y Empleo.

¿Cuáles son los principale­s factores que están afectando nuestro medio ambiente? ¿Cuáles son sus causas y consecuenc­ias?

¿Qué deberíamos atender con urgencia?

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Un grupo de jóvenes camina por el sendero rocoso en Piedra Pintada, ubicada en el municipio de Tubará.
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Parte de la rica fauna de Luriza, Usiacurí.
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Arrojar colillas de cigarro encendidas no sólo contamina, sino que genera incendios forestales.

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