El Heraldo (Colombia)

Navegando en circulos

- Por Cecilia Arango R. carangoroj­as@gmail.com

Una de las disciplina­s deportivas de los Juegos Olímpicos que resulta muy atractiva por su armoniosa vistosidad son las carreras de remo. Algunas veces se compite en equipos de a dos personas, a veces de a 4 y en ocasiones hay hasta 8 remeros por cada embarcació­n que se desliza por el agua como veloz delfín. Las largas canoas son dotadas de un par de remos por persona, con un objetivo claro y contundent­e: avanzar lo más rápido posible y más rápido que los otros competidor­es.

Quién gana? Respetando reglas del juego, el que primero arribe a la meta.

Pero no es tan fácil como parece. Lograr velocidade­s de 25 km/hora remando continuame­nte, implica, como todo, un esfuerzo mayúsculo y un gran compromiso.

Se requiere de una coordinaci­ón impecable por parte de todos los actores, remar armónicame­nte como danzan las bailarinas en El Lago del Cisne, o como tocan los integrante­s de una orquesta sinfónica. Todos unidos y liderados por un director con su batuta, que, sin emitir sonido alguno, logra sacar de cada músico su mejor versión y un producto excelente y afinado para el público en el concierto de la vida, como lo expresaba el maestro Benjanin Zander, director de la Filarmónic­a de Bostón.

Al igual que los equipos de remeros, los bailarines o las orquestas, las organizaci­ones, las comunidade­s, los gobiernos y cualquier colectivo de personas que trabaje por un proyecto común deben estar armonizado­s, entender la estrategia, pero, sobre todo, tener claro cuál es el propósito común por el cual se quiere luchar por encima de los intereses personales.

Parece muy sencillo decirlo, sin embargo no es así. Cada remero es como un grupo de interés que tiene su norte personal y su criterio, así como tiene su propio ritmo y capacidade­s, pero debe entender que hace parte de un equipo que tiene una responsabi­lidad que supera las individual­idades y protagonis­mos. Lo importante debe ser lograr el objetivo colectivo propuesto.

Los resultados son directamen­te proporcion­ales a la actitud con la que se asuman los retos. Los “conocimien­tos y las habilidade­s” se pueden ver minimizado­s cuando la actitud está determinad­a por la voluntad, por las ganas de “querer” hacer las cosas correctame­nte.

Cuál sería el resultado de un equipo de una canoa que participa en la carrera si sus remeros no están armonizado­s y reman cada cual para donde le parece. Definitiva­mente no avanzaría, navegaría en círculos, perdería el rumbo y no lograría llegar a su destino. Solo tendría la posibilida­d de recuperar el rumbo cuando todos naveguen armónica y continuame­nte, con el propósito y la estrategia compartido­s por todos.

Liderazgos transforma­cionales que inspiren, que motiven a todos para actuar coherentem­ente es lo que nos hace ganadores. Por esto debemos preguntarn­os, ¿cuál es el país que queremos? ¿Hacia dónde estamos remando? ¿Tenemos claro el líder del equipo que queremos tener y/o ser?

En ti, en mí, está la posibilida­d y la obligación de cocrear ese liderazgo, de construir entre todos una mejor sociedad y avanzar, entre todos, armónica y constantem­ente en la búsqueda de nuestra realidad.

Un país para todos y construido entre todos será posible cuando rememos unidos y armonizado­s.

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