El consciente y el inconsciente
Las compuertas que separan el consciente del inconsciente liberan las frustraciones y los deseos e inhibiciones que, hasta entonces, habían sido reprimidos.
Ya se sabe que todo deseo insatisfecho, si no es bien manejado, es causa de angustia y la angustia es el barro con el que construimos las neurosis o también conocida como la dificultad de control y gestión emocional.
Al parecer, la sociedad moderada está signada con esta dolencia. Neurosis es el apellido del hombre de esta época: “vivimos en una época neurótica y es muy alto el precio que pagamos por nuestra civilización”, dice el sicólogo y sicoanalista estadounidense PhilipBromberg, que participa activamente en la capacitación de profesionales de la salud mental.
En consecuencia, pregunto lo siguiente ¿Acaso vale escatimar gastos de viaje a cualquier sitio del mundo en busca de la salud mental o del equilibrio perdido?
Pues, nada menos ni nada más, que esta bella región Caribe es el carnaval. Un gigantesco sanatorio popular, barato, que nos ofrece una psicoterapia colectiva y contagiosa.
Los elementos afines y constitutivos de la génesis folclórica y demográfica de Barranquilla son los colores, la brisa y la risa del carnaval. Como dice el poeta Osiris en su romance a la ciudad: “Colorines en tu falda, y en tus labios mucha risa”.
Que el hombre viva con especial intensidad emocional que le permita por esta razón para desplazarse fácilmente a la zona objetiva de los sentidos y a los estratos de la subconsciencia, y así lograr mantener vivos los recuerdo que afloran constantemente en el futuro de su memoria. Y de este modo ayudar a apaciguar la neurosis, las depresiones y todos estos problemas mentales que aquejan al país y el mundo entero.
Tristemente, hoy conciliamos menos el sueño, el sagrado descanso que agónicamente nos pide nuestra mente y cerebro; la velocidad del mundo nos contamina sin respetar edad; circunstancias o credos, a mil por hora, inclinándonos a lo superficial y poco a lo esencial, afectando, no solo nuestra cotidianidad y valioso tiempo productivo, sino que nos ha cargado interiormente de veneno que explota, por momentos, a cuenta gotas ocasionando drama, tanto al individuo como a los seres que nos acompañan alrededor, o se guarda como una bomba de tiempo para apuntar a un episodio todavía más traumático de nuestras vidas y que genera cada vez de manera más frecuente una tragedia y perdida humana individual o familiar, o para quedar de manera eterna pudriendo nuestras mentes.
Debemos tomar conciencia de cuidar y alimentar nuestro ser espiritual, la coherencia entre mente y cuerpo, para que el actuar tenga la opción de la recompensa sana y la vida se vuelva placentera garantizando la estabilidad y orden en nuestra maquina humana que peligra estar en la locura.
Aunque el control emocional pareciera una facultad propia de los seres superiores, es una tarea que deberíamos empezar a ejercer, como por ejemplo, visitando lugares tropicales llenos de folclor, color y alegría. Ingredientes perfectos que contiene, y de sobra, nuestra hermosa arenosa, mi Barranquilla del alma.