El bajo perfil
Es evidente que se viven tiempos difíciles de inseguridad, de violencia, de incremento del delito en todas sus manifestaciones, tiempos de inconformidad, de desigualdad social, de decadencia moral, tiempos de anti-valores, donde la envidia, la injusticia y la falta de oportunidades son el pretexto justo para reclamar desmedidamente mejores horizontes y es por ello, que muchos prefieren confundirse entre la gente del común con un bajo perfil, y hasta pasan de colados con bajo puntaje en la fila del Sisbén, aunque gocen de una posición de privilegio económico.
Son muchos los negocios que prefieren la visita de un cobra-diario, que a cuenta gotas se le lleve parte de las ganancias, que la visita de un cobra-todo, que, a mano armada, y como si fuera un cajero humano automático, se le lleve hasta el plante del capital o de una extorsión, que comprometa su ahorro de toda una vida, o incluso, la vida misma.
Las personas que han escogido manejar un bajo perfil no suelen llamar la atención ni se caracterizan por ser el centro de ella, lo cual les asegura una mayor tranquilidad en estos tiempos de incertidumbre. A esas personas no les gusta brillar para que las vean y podrían pasarse la vida entera disfrutando, sin mucho ruido, de las cosas buenas que le pueden deparar estos mismos tiempos, como alguien más del montón y sin la notoriedad ni la prominencia de creerse superior a los demás.
Sin embargo, todavía hay personajes que persisten en mostrar lo que tienen, pero más aun lo que no tienen, para hacerse notorio y ampliamente conocido como si se tratara de un político o de un artista, y hasta se inventan un alto perfil de grandes ejecutorias y un mundo de fantasías representado en promesas y proyectos irrealizables.
Estas personas, contrario a los simuladores de precaria situación, se exponen a ser asaltados, no en su buena fe, sino a ser víctimas de su propio invento en estos tiempos de zozobra y desesperación por una subsistencia cada vez más complicada.
Roque Filomena