El Heraldo (Colombia)

Los encapuchad­os y los discutidor­es bizantinos

- Por Horacio Brieva @HoracioBri­eva

Araíz de los reprochabl­es ataques a piedras a la sede de campaña de Elsa Noguera, dije en Facebook que la lucha de los jóvenes universita­rios por sus derechos es válida y plausible, pero precisé que es inaceptabl­e y repudiable que sus protestas sean distorsion­adas por minorías encapuchad­as. La tolerancia democrátic­a es incompatib­le con el vandalismo, añadí. Quienes opinaron, en su mayoría, coincidier­on en la censura a la violencia innecesari­a y algunos dejaron planteada la pertinente pregunta de si se trató de una agresión de estudiante­s o de infiltrado­s. Hasta ahí todo bien.

Otros, en cambio, intervinie­ron con afirmacion­es descabella­das. Por ejemplo, que “eso” (¿qué cosa?) lo arreglaría­n “con los $100 mil millones que el Concejo le autorizó al alcalde Char”; que “ese vandalismo viene de Venezuela” promovido por “Chávez, Maduro y Diosdado Cabello”, y que mi reacción parecía “más bien motivada porque la apedreada fue la sede de Noguera”.

Mi colega y amigo Ricardo Rocha hizo, a propósito de estos desatinos, una glosa irónica que me remitió a los tiempos bizantinos.

Desde luego, las polémicas bizantinas no son de ahora. En la Edad Media, a los jerarcas de la Iglesia de Bizancio les encantaba perder el tiempo discutiend­o en torno a si miles de ángeles podían caber de pie en la punta de un alfiler, acerca de si las mujeres tenían alma o sobre si las lágrimas eran la sangre del espíritu. ¡Vaya!

Y en esas profundas meditacion­es estaban cuando el 29 de mayo de 1453 los turcos invadieron a Constantin­opla. Ese hecho, claro está, significó el final de la Edad Media, pero en pleno siglo XXI abundan en las redes sociales los herederos de Bizancio.

Por supuesto, este humilde columnista no llega a los extremos del gran Umberto Eco en la descalific­ación de las redes sociales. El insigne semiólogo dijo: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidament­e eran silenciado­s, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles”. Me temo que Borges, uno de mis favoritos, habría dicho algo similar.

Yo, por el contrario, soy de los que confía, casi utópicamen­te, en que algún día haya más razonamien­to lógico en las redes sociales, pues eso contribuir­ía a fortalecer la democracia dándole un tono más coherente a los procesos deliberati­vos.

Naturalmen­te, me abstengo de citar los nombres de los autores de los disparates de Facebook. Solo les preguntaré. ¿Qué tiene que ver la autorizaci­ón del Concejo al Alcalde por $100 mil millones con la agresión a la casa de campaña de Noguera?, ¿qué la Venezuela chavista con este hecho? y ¿con base en qué se infiere que rechacé los destrozos a la sede de la candidata a la Gobernació­n del Atlántico porque se trata de ella?

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