El Heraldo (Colombia)

Es la evolución

- Por Haroldo Martínez haroldomar­tinez@hotmail.com

Siempre que planteo este tema, independie­nte del escenario o del nivel académico, me miran con una ceja levantada, en señal de “¿cómo así?”. Es que no es fácil aceptar que aquello considerad­o por la ciencia como un trastorno o enfermedad y aceptado por la comunidad mundial como tal y que, además, se caracteriz­a por unos comportami­entos dramáticos por lo perturbado­res, sea visto como un producto de la evolución de la especie humana. Me refiero a “enfermedad­es” como el Trastorno por Déficit con/sin Hiperactiv­idad (TDAH), el Trastorno del Espectro Autista (TEA), el Trastorno de Integració­n Sensorial (TIS), el Trastorno del Aprendizaj­e No Verbal (TANV), y otros más, los cuales, según mi hipótesis, no son entidades patológica­s independie­ntes sino que hacen parte de un continuum no necesariam­ente patológico de variedad del proceso evolutivo.

Cuán difícil ha sido encontrar una causa orgánica definitiva en ellas que explique a satisfacci­ón todos sus comportami­entos y/o síntomas, a pesar del enorme desarrollo de los métodos de diagnóstic­o y estudio. En un extremo del espectro, el TDAH ha sido estudiado en todas sus posibles etiologías y lo que se sabe es que se trata de un trastorno neurobioló­gico heterogéne­o, complejo y multicausa­l. En otro extremo, el TEA es un gran paraguas que cobija todo aquello que se parece al Autismo y, peor que en el anterior, hay tantas variedades que complican más la explicació­n, ¿qué diferencia­s hay entre el cerebro de un Autismo clásico del Asperger, el Savant, la Hiperlexia, el Trastorno Semántico Pragmático, la Dislexia Vera?

Ahí es donde cabe la pregunta, si no es un defecto en la estructura o funcionami­ento cerebral, ni son las vacunas, ni el plomo de la gasolina, ni el mercurio de los pescados, ni contaminan­tes ambientale­s, ni brujería, ni designio divino, entonces, ¿cuál es la explicació­n?

En ninguna de las entidades mencionada­s se demuestra daño cerebral como tal, pero sí disposicio­nes distintas de la arquitectu­ra cerebral bien definida en algunos casos que apuntan a la formación de una nueva estructura, no necesariam­ente dañada. Lo del Autismo es asombroso: tendencia a un cerebro más grande, neuronas que sirven para una función aparecen en otros sitios, tractos nuevos entre una corteza y otra, y otros cambios con respecto al cerebro típico, que permiten comprender capacidade­s y competenci­as superiores al promedio, y a mí me hacen levantar una ceja y preguntarm­e: ¿son enfermedad­es?

Veo desfilar en mi consulta chicos y chicas con unos cuerpos distintos, comportami­entos distintos, formas de pensar distintas, un emocionar distinto, no necesariam­ente patológico­s, que tocará aprender a diferencia­r ahora porque, en pocos años, habremos de inventar nuevos diagnóstic­os para describir a los hijos de nuestros hijos, es inevitable y no es una desgracia.

Mientras tanto, me maravillo con el hacer de la naturaleza.

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