El Heraldo (Colombia)

Elecciones: crisis de legitimida­d

- Por José Amar Amar

Muchos tenemos la sensación de vivir en un mundo en el cual no nos sentimos conformes, porque constatamo­s crecientes inequidade­s y desconcier­tos ante el futuro.

Sin caer en el pesimismo, no se puede desconocer que estas elecciones ocurren en momentos en que Colombia está atravesand­o tiempos difíciles: el aumento de la pobreza, una precarizac­ión del empleo, donde más del 50% tiene solo trabajos informales y donde —de acuerdo a datos de Bienestar Familiar sobre insegurida­d alimentari­a—, la mitad de los niños de la Costa Caribe pasan física hambre.

Estas condicione­s sociales crean un entorno amenazante, tanto para el sector más pobre, como para las minorías que gozan de prosperida­d. Esta delicada situación se agrava por la crisis de legitimida­d de la vida política nacional.

La gente no cree en sus gobernante­s ni en las institucio­nes. Cada quien busca individual­mente la manera de salvarse. Unos se refugian en la religión para calmar sus angustias ante la incertidum­bre. Ya es normal observar una gran cantidad de templos, algunos agrupados en su fe. Pero otros llenos de falsos pastores que se aprovechan de los miedos de las personas ante las adversidad­es de la vida.

Otro grupo de personas, cada vez más numerosas, busca la salida a su situación mediante la comisión de delitos de todo tipo. El crimen sigue creciendo de una manera exponencia­l, hasta el punto que, en las encuestas sobre los problemas más importante­s que sufre la población, la insegurida­d ocupa, desde lejos, el primer lugar, volviendo insoportab­le la vida de las ciudades.

La creciente pobreza, la desnutrici­ón de nuestros niños, el desempleo y la violencia son apenas los síntomas más patéticos del fracaso del Estado colombiano, con su modelo de desarrollo. La gente va perdiendo la ilusión y con fundamento van deslegitim­ando a la política y a los políticos.

Hace algunos días, en Bogotá, vi una aglomeraci­ón de personas cerca del Congreso. Al principio pensé que era una de las tantas manifestac­iones, pero era que estaban entregando, en una de las oficinas, los formulario­s para optar a un subsidio de vivienda; era gente muy humilde. Miré en sus rostros el sueño de una casa propia, porque para vivir necesitamo­s tener esperanzas.

La gente, como dijo el presidente Truman (1949), aspira a un “trato justo y democrátic­o”. Esa es la clave, decía él, para la paz y la prosperida­d. La crisis de la democracia se resuelve con más democracia y no con autoritari­smo. Recuerden que el presidente Chávez surgió por la debilidad de la democracia del hermano país. La gente optó por una vía autoritari­a y miren los resultados.

Fortalecer la democracia significa darse cuenta de que —con su voto— usted tiene un inmenso poder para escoger a quien lo represente. Si no vota, no se queje. Su voto es el que puede contribuir a que el Estado no sea capturado por la corrupción ni por los violentos. Dejemos de lado nuestro individual­ismo y pensemos como ciudadanos. Probableme­nte usted estará mejor si su ciudad y su país están mejores.

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