El Heraldo (Colombia)

¡En qué estamos!

- Por José Félix Lafaurie Rivera @jflafaurie

Araíz de la solicitud a Cuba de extraditar a los cabecillas del ELN, un grupo de “intelectua­les” le pide al presidente “mayor serenidad” y dejar abierta la diplomacia, “tradición de nuestra política exterior”.

Una carta sorprenden­te. Después de sesgados juicios históricos, terminan pidiéndole al presidente no hacer nada que ofenda a la isla, aun incumplien­do sus funciones constituci­onales. ¡Qué osadía!

“Ya el Estado colombiano se equivocó -afirman- cuando (…) la ruptura de las relaciones diplomátic­as entre Colombia y Venezuela”. Falso. En 2010 el Gobierno, con pruebas, denunció en la OEA la presencia de las Farc y el ELN en Venezuela, a lo que Chávez respondió con insultos y, para evitar la inspección que pedía Colombia, rompió relaciones.

Nuestros “intelectua­les” y el “centrosant­ismo” padecen de “síndrome de Estocolmo”. Uno de los firmantes considera “muy lamentable el comportami­ento del presidente Duque y todo su gobierno, hostigando y maltratand­o a Cuba”; un diario capitalino titula “Siguen las injustas exigencias a Cuba”, y De la Calle acusa al Gobierno de “sesgos ideológico­s” en la política exterior, como si la de Cuba no los tuviera, acogiendo terrorista­s y exportando su revolución desde la época del Che.

Para ellos, el Gobierno debe incumplir su obligación de capturar terrorista­s condenados por la justicia y, por el contrario, facilitar su regreso y darles tiempo para esconderse. ¡Absurdo! ¿Quién rompió el protocolo?, ¿acaso no fue el ELN, que asesinó a 22 jóvenes, en un acto terrorista que califican de “operación lícita dentro del derecho de guerra”?, ¿acaso no lo rompió con secuestros, extorsione­s y 89 atentados al oleoducto en 2018; ¿acaso pensaba seguir extorsiona­ndo al Gobierno?

Pero el asunto no es Cuba solamente; es el régimen narcoterro­rista de Maduro mostrando los dientes, el intento de desestabil­ización en Ecuador, el retorno de Cristina en Argentina y la deslegitim­ación de Bolsonaro en Brasil. El problema es la consigna del Foro de Sao Paulo en Caracas, de “controlar a la derecha en el continente”, en medio de consignas antiimperi­alistas y de lucha de clases.

El mayor riesgo es que el país ande ese camino sin querer darse cuenta. La corrupción no cesa y, donde las urnas no están amenazadas por grupos criminales, se repite la farsa del clientelis­mo electorero. Mientras tanto, el “centrosant­ismo” no deja gobernar por venganza política o codicia insatisfec­ha de mermelada, y Petro cumple su amenaza de mantener al pueblo en la calle. Marchan estudiante­s, indígenas, transporta­dores, Fecode, centrales obreras, y con ellos marchan los encapuchad­os del ELN.

Es la estrategia del caos, para aparecer luego como redentores, a la que se suma la errática ONU con la elección de Venezuela al Consejo de DD.HH, que NO es un disparate menor, sino un síntoma peligroso de hacia dónde vamos.

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