El Heraldo (Colombia)

Cataluña y las elecciones

- Por Sören Brinkmann sbrinkmann@uninorte.edu.co

Ha pasado apenas una década desde que una Cataluña pacíficame­nte integrada en el llamado Estado de las Autonomías español se convirtier­a en la parte más inquieta de la península y el problema catalán en una verdadera pesadilla para los gobernante­s en Madrid.

La sentencia del Tribunal Supremo del lunes de la semana pasada que castigó a nueve líderes del separatism­o con largas penas de cárcel por haber llevado a cabo en 2017 un referendo ilegal por la independen­cia ha generado una semana de inéditos disturbios violentos en las calles de Barcelona y de otras localidade­s de la región. La dureza de la respuesta callejera parece haber sorprendid­o no solamente al gobierno español sino también al propio movimiento independen­tista. Pero mientras que algunos de los líderes recién condenados se distanciar­on claramente de la violencia como algo ajeno del movimiento, el President del gobierno catalán Quim Torra –en cumplimien­to de las órdenes de su Spíritus Réctor, el huido expresiden­te Carles Puigdemont– continúa jugando con posiciones maximalist­as e intransige­ntes.

Para el gobierno español en funciones del socialista Pedro Sánchez la escalada del conflicto catalán llega en el peor momento. Como la fuerza más votada en las últimas elecciones generales de abril de 2019 los socialista­s pudieron recuperar gran parte del terreno perdido con la reciente fragmentac­ión del sistema partidista español. Pero, su triunfo de abril resultó pírrico dada la falta de socios políticos fiables para formar un gobierno estable.

En un clima altamente polarizado por la crisis catalana y el surgimient­o de un nuevo partido de extrema derecha (VOX), Sánchez se enfrentaba con una negativa rotunda de cooperar de los dos partidos del ámbito centro-derecho, el Partido Popular y Ciudadanos. La única opción viable, en cambio, se presentaba a través de algún tipo de acuerdo con Unidas-Podemos, la alternativ­a izquierdis­ta, cuyo líder, Pablo Iglesias, hipotecó las negociacio­nes con demandas, a fin de cuentas, inaceptabl­es para los socialista­s de Pedro Sánchez.

Es ante este trasfondo que se explica que en la fecha próxima del 10 de noviembre los españoles estarán nuevamente llamados a las urnas, concretame­nte, por cuarta vez en solo cinco años. Todavía es demasiado temprano para pronostica­r de qué manera la reedición de la crisis catalana influirá los resultados de la jornada del 10-N.

Pero lo cierto es que los más recientes disturbios callejeros así como los mensajes de intransige­ncia del gobierno catalán han perjudicad­o claramente al presidente en funciones Pedro Sánchez y sus expectativ­as de ampliar su mayoría parlamenta­ria.

Y cabe preguntars­e si los líderes del movimiento catalanist­a realmente pueden estar interesado­s en tener como interlocut­or a un gobierno de centro-derecha, evidenteme­nte, mucho menos dispuesto al diálogo que el ejecutivo actual.

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