El poder del voto
Un día como hoy es una excelente ocasión para que la Costa rompa el maleficio del abstencionismo. Que nada, ni la pronosticada lluvia, se interponga en el ejercicio de este derecho que tanto esfuerzo costó conseguir.
¡A votar! Que nada, ni la pronosticada lluvia, se interponga en el ejercicio de este derecho que tanto esfuerzo costó conseguir. El voto sirve como promotor de cambio, pero también como garante de continuidad, que en determinadas circunstancias puede ser la mejor opción.
Más de siete millones de personas están convocadas hoy en la Región Caribe para las elecciones locales y departamentales. Tendrán la posibilidad de pronunciarse sobre qué quieren para sus comunidades y decidir a quiénes prefieren delegar la responsabilidad política para que esas aspiraciones se materialicen.
A lo largo de la campaña, todos los aspirantes a la Alcaldía de Barranquilla y la Gobernación del Atlántico dispusieron en EL HERALDO del espacio ‘Propuestas de los candidatos’, en el que respondieron con libertad y en igualdad de condiciones sobre los más variados temas de interés público –movilidad, salud, manejo fiscal, cultura, infraestructura, etc—, lo que debilita el argumento de quienes sostienen que fue imposible conocer los planteamientos de los candidatos. La Región Caribe presenta tradicionalmente, en todos los tipos de comicios o consultas populares, niveles de abstención mucho más elevados que la media nacional. A esa tendencia no escapan ni siquiera el Atlántico y su capital, Barranquilla, pese a que en los últimos años han experimentado un desarrollo social que, en la teoría, debería reflejarse en un aumento sustancial de la participación política de la ciudadanía.
Los analistas han intentado explicar esa persistente apatía con todo tipo de argumentos económicos, políticos, sociales e incluso antropológicos, y ese trabajo contribuye sin duda a la comprensión del fenómeno.
Pero debemos salir de una vez por todas del pantano de las disquisiciones académicas y romper el maleficio de la abstención. La historia abunda en ejemplos sobre el poder del voto. Un instrumento que existe desde tiempos inmemoriales y que la democracia extendió a todos los ciudadanos, sin restricciones, como un mecanismo de igualación ante la toma de decisiones. El voto sirve como promotor de cambio, pero también como garante de continuidad, la cual en determinadas circunstancias puede ser mejor opción. El voto permite castigar las malas políticas. Pero también evitar que los logros de los buenos gobiernos caigan en manos irresponsables, que, por razones de hostilidad ideológica o de simple incapacidad administrativa, pueden arruinar el camino emprendido. Por todo ello es importante ir a las urnas. Todos los ciudadanos gozan de los mismos derechos en democracia, pero aquellos que votan tienen más autoridad moral para exigir o para pronunciarse en los grandes temas políticos. Estas elecciones han estado marcadas por un rebrote de la violencia y las coacciones contra candidatos en algunas localidades del país. Nuestro deseo es que la jornada de hoy discurra en paz, y que los ciudadanos puedan depositar su voto con libertad de conciencia.
Así que, ¡a votar! Que nada, ni la pronosticada lluvia, se interponga en el ejercicio de este derecho que tanto esfuerzo costó conseguir.
El voto es útil no solo como motor de cambio, sino también como garante de continuidad, que en determinadas circunstancias es mejor opción.