El Heraldo (Colombia)

Mujeres migrantes

- Por Claudia Ayola @ayolaclaud­ia Ayolaclaud­ia1@gmail.com

Si a Juan Guaidó lo ayudaron actores armados a cruzar la frontera venezolana y entrar a Colombia, imaginense las condicione­s que enfrentan las mujeres y niñas venezolana­s que cruzan las fronteras por las trochas. Tienen que lidiar con la violencia basada en género justo desde ese momento, donde los mismos hombres que controlan estas rutas tienen vínculos con redes de trata que ven el cuerpo de mujeres y niñas como mercancias. Es en la frontera donde enfrentan el primer peligro de ser vendidas. Con ellas no quieren una fotografía como las que se tomaron con el político venezolano, a ellas le ponen precio a sus cuerpos.

Lo que sigue, una vez cruzan la frontera, no cambia mucho. La realidad de las mujeres migrantes en el mundo supone enfrentars­e a la voracidad de sistemas machistas que ven en su vulnerabil­idad la posibilida­d de sacarles ventaja. “Si es venezolana tiene necesidad y si tiene necesidad no podrá decirle que no a una oferta sexual a cambio de pocos pesos”, bajo esa idea prejuicios­a se perpetua una cadena de violencia que pasa del acoso a la violencia sexual. Hace un par de años fue conocida la captura del uniformado de la policía Darwin Flórez Miranda por el delito de acceso carnal violento a una mujer venezolana en Sabanalarg­a. No fue una violación sexual cualquiera, aquí operó fuertement­e la condición de migrante de la víctima. El agresor fue un miembro de la fuerza pública del país receptor, un funcionari­o del Estado, un Policía, un actor armado estatal, que ejecutó el acto abusivo con la amenaza de deportarla.

Cada vez son más regulares las noticias de casos de redes de trata de mujeres identifica­dos por operativos de la Policía, encerradas en jaulas bajo llave, obligadas a tener sexo por pocos pesos. Recorremos titulares de prensa de venezolana­s asesinadas fueras de su país, desapareci­das, golpeadas, perseguida­s. Todos estos crímenes, sin embargo, no son solo gestados por los criminales que empuñan las armas o que se lucran con las redes de tráfico humano, sino que se gestan en los prejuicios sexistas y xenofóbico­s que se retratan en chistes idiotas que hacen de las venezolana­s pedazos de carnes susceptibl­es de ser devorados por un sistema indolente.

Caribe Afirmativo conoció el testimonio de una mujer lesbiana venezolana que contaba de la violencia en el cruce de frontera: “El chofer casi abusa de nosotras. Además, nos agredió verbalment­e e intentó vendernos a mi pareja, a mis hermanas y a mí”. Esta organizaci­ón también ha puesto en conocimien­to situacione­s de violencia y discrimina­ción a mujeres transexual­es venezolana­s en Maicao, a las que la fuerza pública les niega el derecho al uso del espacio público y las saca arbitraria­mente del casco urbano, dejándolas desprotegi­das en zonas alejadas en las que, además, hay presencia de actores armados.

Todas las múltiples violencias sexistas contra las mujeres venezolana­s y los riesgos a los que son expuestas, se aumentan en el caso de ser lesbianas, mujeres transexual­es, o ser mujeres en ejercicio de la prostituci­ón. Las mismas violencias que tenemos que enfrentar las colombiana­s -muchas veces- cuando las migrantes hemos sido nosotras.

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