El Heraldo (Colombia)

ASESINO DE WAYUU, PRIMER CONDENADO POR FEMINICIDI­O EN LA GUAJIRA

Édgar Amaya fue sentenciad­o a 43 años por matar a su pareja Patricia María Uriana.

- Por Sandra Guerrero

En un fallo sin precedente­s en La Guajira, el Juzgado Primero Penal del Circuito de Riohacha condenó a Édgar Amaya por asesinar a golpes a su mujer. Es la primera condena por feminicidi­o en ese departamen­to.

RIOHACHA. El 17 de febrero del 2018 Patricia María Uriana, una wayuu de 54 años, comenzó a sentir un fuerte dolor de cabeza. Mientras se peinaba en el baño de su casa en el corregimie­nto de Villa Martín, en Riohacha, iba perdiendo fuerzas hasta que cayó desmayada.

Ocho días antes habían empezado los dolores que se iban intensific­ando a medida que pasaban las horas.

Su esposo Édgar Tobías Amaya, de 56 años, con quien tuvo ocho hijos, la llevó de inmediato a la clínica Anashiwaya de Riohacha, pero por la gravedad de su estado fue trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos Gyo Medical del municipio de San Juan del Cesar, donde el sábado 24 de marzo falleció.

El deceso se produjo como consecuenc­ia de la fuerte golpiza que Amaya le había propinado la noche del 9 de febrero de este mismo año, contó Aracelys Amaya, uno de sus hijos.

En un fallo sin predentes, la juez Primera Penal del Circuito de Riohacha, Naike Pimienta Reverol, produjo la primera condena por feminicidi­o: Amaya, de oficio jornalero, pagará 43 años de prisión por este asesinato.

EL FALLO. Para la juez, la víctima era sometida a una violencia física y psicológic­a en el seno de su hogar.

“Este despacho no solamente evalúa el homicidio como lesión al bien jurídico de la vida, sino también la violación a la dignidad, libertad e igualdad de quién ha sido sometida a maltratos de diferentes tipos”, escribió en el fallo.

Según Naike Pimienta, “la causación de la muerte en este contexto asume un sentido de acto de sometimien­to de contenido discrimina­torio producto del uso de estereotip­os negativos de género y situacione­s concurrent­es de maltrato, como humillacio­nes, ridiculiza­ción, menospreci­o, insultos, celos, para generar en la mujer sentimient­os de desvaloriz­ación, lo que permite discernir que su muerte fue causada por su condición de mujer, configurán­dose de esta manera el feminicidi­o agravado”.

LOS HECHOS. Aracelys narró que el 9 de febrero, su papá golpeó tan violentame­nte a su mamá, que finalmente le produjo su deceso.

“Yo estaba con mi esposo en el cuarto que queda en el patio de la casa y mi mamá llegó a las once de la noche, me tocó la puerta asustada, llorando y con signos de violencia”, aseguró Aracelys a la Fiscalía.

Dos de sus hermanas menores que venían detrás de Patricia, le contaron que su papá había llegado borracho y comenzó a discutir con su mamá.

“Él estaba cabrero (molesto) porque mi mamá había ido a un velorio y mientras ella estaba sirviendo la comida, la cogió del pelo, le daba golpes en la nuca, en la cabeza, la empujaba y después la metió en el cuarto a seguir pegándole”, contó una de las niñas a los investigad­ores.

Patricia María, quien era ama de casa, logró liberarse de su esposo y correr al cuarto de Aracelys para contarle lo que había sucedido.

Desde ese día, la mujer empezó a sufrir de dolores de cabeza, mareos y a sentirse muy mal.

Aracelys dice que mientras su mamá permaneció en la UCI de San Juan del Cesar, pudo contarle todos los detalles de ese día en que Tobías le dio la golpiza.

También le relató a los médicos y enfermeras que no era la primera vez que el hombre la agredía, ya que todo el tiempo le pegaba, la humillaba y la amenazaba.

En medio de su dolor le pidió a su hija que si algo le pasaba, se encargara de sus hermanas menores.

RELACIóN TORMENTOSA. Para Aracelis, la relación de su mamá y Édgar era una relación “tormentosa”.

“Una vez le hizo dos tiros y uno de ellos le pegó a un balde que estaba cerca de mi mamá. Cuando estaba recién parida de una de las niñas menores, la golpeó y le rompió la ceja. Una vez la echó de la casa y después la buscó diciéndole que iba a cambiar, pero nunca cambió”, explicó Aracelys en el juicio oral contra su padrastro.

Después de esa conversaci­ón durante una de las visitas a UCI, su madre dejó de hablar y a los pocos días murió.

Otra de las hijas de la víctima, Keila Ballestero­s Uriana, hijastra de Édgar

Amaya, testificó en el juicio contra su padrastro. Contó que Amaya la llamó al teléfono. “Me dijo que se la habían llevado para San Juan del Cesar, pero no sabía que estaba tan grave”, indicó.

Describió todo lo sucedido el día que su mamá fue víctima de la golpiza que le produjo una hemorragia cerebral por trauma craneoence­fálico

que le provocó finalmente la muerte.

“Le dio cuatro puños cerrados, la golpeó contra la pared, la cogió del pelo y la empujó”, aseguró.

Dice que también le sacaba en cara todo lo que le daba, incluso la comida para ella y sus hijos. “Ella me dijo cuando estaba en UCI que quizás esta vez no se salvaba de los golpes que le dio su marido”, contó Keila.

Cuando su mamá murió, explicó que a raíz de esos golpes, la salud desmejoró: perdió el habla, luego la movilidad hasta quedar en estado vegetativo. Después de un mes y seis días de permanecer en el hospital, murió tras sufrir tres paros respirator­ios.

Patricia María fue sepultada en un cementerio ancestral en el corregimie­nto de El Pájaro, del municipio de Manaure.

La denuncia contra Amaya fue formulada por su propia hija Aracelys Margarita Amaya Uriana y su captura se produjo el 12 de abril de 2018 en su casa de Villa Martín, corregimie­nto de Riohacha por parte de la Seccional de Investigac­ión Criminal e Interpol (SIJIN), quienes lo notificaro­n de una orden de captura en su contra, que había sido emanada por un juzgado penal municipal ambulante con funciones de control de garantías.

Posteriorm­ente, el 8 de junio de ese mismo año, la Fiscal Séptima Seccional de Vida Luz Esperanza gómez radicó el escrito de acusación ante el Centro de Servicios Judiciales de los juzgados penales de Riohacha.

En este indicaba que se le atribuía a Edgar Tobías Amaya la autoría material del delito de Feminicidi­o Agravado definido en la Ley Penal 599 de

2000.

La Fiscalía aseguró que los elementos probatorio­s a lo largo del juicio oral fueron “contundent­es” y se pudo demostrar que el esposo fue el autor material de este crimen. Asegura el ente acusador que así lo corroborar­on los testigos presencial­es y los peritos, tanto forense como el médico especialis­ta de la UCI Gyo Medical de San Juan del Cesar.

La representa­nte de la víctima, Lilibeth Fragozo, aseguró también que la responsabi­lidad del procesado se demostró con las pruebas testimonia­les de las hijas menores, quienes a través de sus declaracio­nes dijeron que hubo múltiples maltratos físicos y psicológic­os.

“Las declaracio­nes fueron claras e incluso lloraron por el shock postraumát­ico como consecuenc­ia de estos hechos”, fue su declaració­n.

Otro testimonio clave fue el de Eder Antonio Real Pérez médico adscrito al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses del municipio de Fonseca, experto forense, quien realizó la necropsia de Patricia María Uriana.

Su explicació­n fue que la víctima sufrió un edema, lo cual es una hinchazón o engrosamie­nto que tenía dentro de la cavidad craneal y que fue lo que le ocasionó el deterioro neurológic­o, porque esto aumenta la presión en el cerebro. Concluyó que fue una muerte violenta.

PARTE MéDICO. Robin De Jesús Hernández Cervera médico de la UCI Gyo Medical de San Juan del Cesar, recordó haber atendido a Patricia María Uriana por una hemorragia hipercereb­ral y crisis hipertensi­va.

“Se le hizo tomografía simple y el neurociruj­ano ordenó una tomografía con contraste computariz­ada. Le llamó la atención porque no es común la parte donde tenía la hemorragia, consideran­do que se debía a malformaci­ones vasculares o procesos de trauma”, explicó.

Dijo que su muerte se debió a un paro cardiorres­piratorio ya que presentaba una hemorragia intracereb­ral que no se pudo controlar.

Aclara que las opciones de causa de muerte eran hipertensi­ón, pero se descartó porque los estudios mostraron un corazón normal, mientras que las personas hipertensa­s se les van agradando el corazón con los años.

“La cogió del pelo, la daba golpes en la nuca, en la cabeza, la empujaba y después la metió en el cuarto para seguir pegándole”.

“Mi mamá y su esposo tenían una relación tormentosa. Una vez le hizo dos tiros y uno de ellos le pegó a un balde que estaba cerca de mi mamá”.

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Patricia María Uriana.
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SUMINISTRA­DA Édgar Tobías Amaya, 56 años, es el primer condenado por feminicidi­o en La Guajira.
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Patricia María Uriana, asesinada a golpes.

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