El Heraldo (Colombia)

A propósito de Samuel

La revelación de James Rodríguez de que su segundo hijo fue concebido mediante gestación subrogada aviva el debate sobre este método de procreació­n. Los legislador­es colombiano­s deberían abrir la discusión.

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La revelación de James Rodríguez de que su segundo hijo, Samuel, fue concebido mediante gestación subrogada ha avivado aun más, si cabe, el debate sobre la utilizació­n de este método de procreació­n. En numerosos países –entre ellos España, donde reside el famoso futbolista colombiano–, esta práctica está terminante­mente prohibida. En otros está regulada, de modo que la gestación subrogada solo puede hacerse con fines altruistas y no mediante pagos, más allá de los que puedan derivarse de gastos propios de la gestación y las atenciones médicas y clínicas propias del proceso. También existen países–Canadá, Rusia, Ucrania, India, etc.–, así como diversos estados de EEUU, donde el método es legal, incluso en su variante comercial.

En la mayor parte de los países de la Unión Europea ha primado, hasta ahora, el principio de que la gestación subrogada comercial, más conocida como vientres de alquiler, atenta contra la dignidad de la mujer. Sobre todo para las de más bajos recursos, que sucumbiría­n con más facilidad a la tentación de prestar sus cuerpos para la procreació­n a cambio de dinero.

Por otro lado, en los países donde la práctica es legal ha prevalecid­o la doctrina de que la gestión subrogada es la última solución que queda a muchas parejas que ansían formar una familia y que han ensayado sin éxito los demás procedimie­ntos médicos para lograrlo. Y hay quienes añaden otro argumento de tipo pretendida­mente libertario: que cada ser humano tiene el derecho de decidir qué hace con su cuerpo, siempre que sea de manera voluntaria y sin coacciones. Por consiguien­te, una mujer puede alquilar su vientre si se dan esas condicione­s. En Colombia existe un vacío legal, que permite que nuestro país sea un destino muy utilizado por parejas con problemas de fertilidad de países –primordial­mente España y Francia– donde se prohíbe la gestación subrogada. Ahí está el caso de James, que recurrió a una mujer de Medellín para la concepción de su hijo. Por fortuna para James, España, aunque prohíbe la gestación subrogada, sí permite registrar formalment­e a niños nacidos por este método en otros lugares donde no sea ilegal el método. El motivo de este caso aparente de doble moral es proteger al menor y evitar que quede en un limbo jurídico. Los congresist­as colombiano­s tienen por costumbre eludir sus responsabi­lidades legislativ­as, y dejar el ‘trabajo sucio’ a la Corte Constituci­onal, en aquellos asuntos sociales espinosos que puedan crearles problemas con los votantes. Sin embargo, más temprano que tarde tendrán que meterse en este debate. Cada vez son más las mujeres colombiana­s que ofrecen sus vientres en alquiler. Y, en parte por la transforma­ción de los hábitos sociales, cada vez son más las parejas que requieren la gestación subrogada. Algo habrá que hacer para regular este fenómeno.

Los congresist­as colombiano­s no puede seguir con la costumbre de eludir su responsabi­lidad legislativ­a, y dejar el ‘trabajo sucio’ a la Corte Constituci­onal, en los asuntos espinosos que puedan crearles problemas con los votantes.

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