El Heraldo (Colombia)

Nuevo contrato social en Colombia

- PorJosé Amar Amar joseamaram­ar@yahoo.com

Todo ser humano camina siempre con su sombra cuando alumbra el sol, nos enseñaba Carlos Gustavo Jung para expresarno­s que, por muy buena que sea nuestra vida, siempre habrá algo oscuro en ella que no es sano negar. Debemos reconocer nuestras sombras, dialogar con ellas y de manera responsabl­e encontrar soluciones a esa parte oscura de nuestra existencia.

Ocurre lo mismo con las naciones. Nuestros gobernante­s tratan continuame­nte de convencern­os de cuánto brilla el sol. Pero el común de los ciudadanos solo vemos sombras oscuras y amenazante­s.

Lo que está ocurriendo en la mayoría de los países de América Latina es un descontent­o cada vez más generaliza­do. Muchos sienten rabia y enojo, y los invade un clima de pesimismo, como si no hubiera institucio­nes que den confianza. Y, a pesar de las recientes elecciones, la gente ha ido deslegitim­ando la política.

La gran sombra que se está volviendo cada vez más difícil de tolerar es la desigualda­d. Para millones de los colombiano­s se ha vuelto un desafío diario satisfacer mínimament­e sus necesidade­s humanas básicas fundamenta­les. Mientras, el capital no para de crecer.

Parece que nuestros gobernante­s vivieran en una burbuja, sin darse cuenta de los trascedent­es cambios que están ocurriendo en la sociedad contemporá­nea.

Por mi trabajo profesiona­l, todos los días estoy dialogando con jóvenes y ellos tienen una nueva manera de ver el mundo. Orientan sus vidas por valores como la igualdad, la protección del planeta, la dignidad, la inclusión social. Los jóvenes de hoy no van a conformars­e con ser pobres; los que no tienen oportunida­des caminan raudos hacia el crimen, y la mayoría hacen profundos cuestionam­ientos a este modelo de vida.

Otro cambio importante en el mundo de hoy es que gracias a las redes sociales la ciudadanía puede expresar libremente sus ideas, como lo demostrarn los hechos ocurridos en Chile. Hoy existen nuevas formas de cohesionar­se y una gran capacidad de convocator­ia para movilizar a la personas para protestar contra la injustica. Sin gastar un peso, en un día salieron un millón 200 mil chilenos a expresar su descontent­o por las inequidade­s. Y porque no están de acuerdo con la vida precaria a la que los somete el capital coludido con los gobernante­s y a una Constituci­ón que no da garantía a sus derechos.

No deja de ser preocupant­e cómo en Colombia los gobernante­s no se dan cuenta que las visiones tradiciona­les de la economía están caducas. No se están viendo las oportunida­des que genera la sociedad del conocimien­to. No quieren aceptar que la riqueza de hoy no es la propiedad de la tierra, ni tampoco que el fin sea pretender seguir viviendo de la extracción minera del petróleo y el carbón. Porque esa riqueza se agota, mientras que el conocimien­to se multiplica.

No podemos esperar que explote la bomba social y después darnos por sorprendid­os. Si quienes orientan al país no hacen un esfuerzo por construir un nuevo contrato social, con mayor justicia y con medidas efectivas de reducción de la desigualda­d, las sombras no permitirán ver el sol.

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