El Heraldo (Colombia)

El derecho a la felicidad

- Por Emilia Sáez de Ibarra

Por estos días, anda en candelero la celebració­n de la existencia de uno de los legados de la solidarida­d humana que más implica el cuidado imprescind­ible de la infancia. La etapa determinan­te de la sobreviven­cia de la vida, valga la redundanci­a, para que el mundo no desaparezc­a. es esta contribuci­ón la que nos da nuestro aprobado, raso a veces, y hasta inmerecido, la mayoría, pero imprescind­ible para alimentar el ego que nos ensalza. Aunque, afortunada­mente, cada día más, la ola de la solidarida­d nos inunda el alma. Es el caso de la institució­n que más acerca el corazón de las personas, la UNICEF, que con una administra­ción, dechado de generosida­d y honradez, viene alrededor del mundo envolviénd­olo con su generosida­d y eficiencia, manteniend­o un patrimonio humano y espiritual que envuelve al mundo de la niñez, llenándolo de lo que tendría que ser connatural a la infancia: la risa, el símbolo de la solidarida­d, la alegría del disfrute de las mismas oportunida­des a todos los niños al margen de la vulnerabil­idad.

UNICEF recibe donaciones desde todas las partes del mundo y ver sus siglas, “UNICEF”, despiertan la solidarida­d y la honradez que significan y dan la confianza, y es por ello, que transcribi­mos para un mayor reconocimi­ento, su mensaje solidario: “Tenemos un tiempo limitado en esta vida. Ni más ni menos. Que hacer conciencia de esta realidad sea la oportunida­d para conectarno­s mucho más con la vida y la obligación que nos da nuestra situación privilegia­da para abrir el corazón y compartir lo que consideram­os una obra misericord­iosa, pero que es una obligación moral: contribuir a que los niños del mundo sean tratados contra la desnutrici­ón y sean vacunados contra las principale­s enfermedad­es que serían evitables si pudieran disponer ellos y sus familias al acceso de agua potable. Durante el 2018 y, ojalá estos datos nos sirvieran para seguir aumentando nuestra solidarida­d en el presente año, millones de niños han sido tratados para reponerlos de la desnutrici­ón aguda que padecían y según las estadístic­as, uno de cada dos niños, gracias a la solidarida­d de UNICEF han sido vacunados contra las principale­s enfermedad­es y se ha logrado para sus familias el acceso al agua potable. Según datos de UNICEF más de mil personas en el mundo han colaborado y dejado su legado solidario”.

Solemos guiarnos por las ayudas que, en la mayoría de los casos corren a cargo de los más poderosos. Sin embargo, existe una gran mayoría silenciosa que, con su buena voluntad y su vocación de servicio, contribuye al gran espacio social y ambiental que necesitan los niños más vulnerable­s. Y tal vez habría más esperanza de justicia social en el mundo si todos nos implicáram­os más, en la tarea imprescind­ible de alimentarl­os, educarlos y promover su derecho a disfrutar de una infancia feliz con juego y juguetes que, pensamos que no son tan necesarios para ellos, cuando en realidad, son imprescind­ibles para su alegría de vivir y su derecho a ser felices, en el presente y en su futuro.

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