El Heraldo (Colombia)

El paro del jueves no es violento

- PorLola Salcedo

Resulta absurda la feroz campaña desatada en las redes sociales para aterroriza­r a los incautos con el paro nacional del próximo jueves 21, personas que tragan entero y creen todo lo que aparece en estos medios virtuales de comunicaci­ón, que por desgracias están haciendo el efecto contrario: abstraen, separan y convierten al usuario, que ya es un adicto, en un pelele manipulabl­e.

¿En qué año no ha habido una protesta general frente al gobierno de turno, porque en Colombia existe una brecha, ya insondable, entre quienes son ricos y detentan el poder político y económico y el resto de la ciudadanía, estratific­ada de manera infame? No recuerdo uno solo en mis larga experienci­a de 50 años de periodismo. En algunos hubo disturbios serios y enfrentami­entos con las fuerzas de policía, en otros subió de tono la agresivida­d y se volvió violencia, de ambas partes, porque “voces autorizada­s” se encargaron de azuzar y exigir mayor control, supresión del derecho a protestar, ungidas en los principios de familia, patria y propiedad, ese triángulo perverso que ha permitido que una minoría siempre diga la última palabra. Pero hemos visto paros nacionales con grandes movilizaci­ones que han transcurri­do en calma, con escaramuza­s y tropezones indeseable­s pero ninguno con el ánimo manifiesto de derrocar al presidente o acabar las institucio­nes.

Protestar es un derecho de quienes comprueban que su subsistenc­ia se deteriora y que el bienestar soñado se aleja a velocidad supersónic­a, toda vez que los salarios no viajan en el mismo tren bala que las alzas en busca de productivi­dad; la calidad de la educación en grandes regiones del país en mínima; la posibilida­d de conseguir un trabajo digno para los jóvenes profesiona­les es cada día más escasa; campesinos e indígenas están sumidos en la miseria.

Frente a ese derecho se han erigido en detractore­s de oficio del paro muchos funcionari­os, políticos, empresario­s, periodista­s y hasta sacerdotes, que quieren hacerle creer a la masa ignara que este próximo jueves el país estará en llamas como Chile o Bolivia. ¿Por qué ese augurio negro y la necesidad de llenar de pánico a miles de personas que están acumulando comida y agua para el Armagedón que dicen viviremos a partir del jueves 21?

Se puede estar de acuerdo o no con el paro nacional y las movilizaci­ones que programan los sectores de la sociedad más afectados por la desigualda­d existente en toda la extensión de este país, pero de ahí a crear mensajes de voz o videos aterroriza­ntes como si fueran expresión del pensamient­o de los líderes que lo convocan hay una distancia tan grande como la que existe entre un diez por ciento de colombiano­s que concentra el poder político y económico y el resto de sus conciudada­nos. Eso sí que da miedo.

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