El Heraldo (Colombia)

Prueba de fuego

Se celebra hoy el paro nacional, que muchos consideran el más importante desde el paro cívico contra López en 1977. Más allá del debate sobre la justificac­ión de sus motivacion­es, lo importante es que discurra en paz.

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En un clima de tensión contenida, se celebra hoy el paro nacional convocado por las centrales de trabajador­es, que ha adquirido connotacio­nes de paro cívico al sumarse otros colectivos: estudiante­s, líderes sociales, artistas e incluso la Iglesia católica. La protesta llega en una coyuntura muy particular, primordial­mente por las similitude­s que algunos analistas han pretendido establecer con la situación en Chile, donde las manifestac­iones desembocar­on en unos graves disturbios que han puesto en entredicho el modelo económico supuestame­nte exitoso de ese país y empujado contra las cuerdas al Gobierno y al propio sistema institucio­nal.

En el caso colombiano hay que sumar una situación de aparente fragilidad interna del Ejecutivo y fuertes cuestionam­ientos al presidente Duque por parte del ala más dura de su partido, el Centro Democrátic­o. Un precedente histórico de la protesta de hoy es, a juicio de expertos consultado­s por este diario, el paro cívico del 14 de septiembre de 1977, dirigido contra el presidente Alfonso López. En aquella ocasión, los manifestan­tes no ocultaban que su objetivo central era tumbar al mandatario: la consigna más coreada fue “Abajo López y su mandato de hambre”. Esta vez, las motivacion­es declaradas son un amplio y variopinto abanico de mensajes en el que confluyen reivindica­ciones transversa­les –avanzar más en el acuerdo de paz, garantizar la seguridad de los líderes sociales, etc.– y peticiones específica­s de cada colectivo.

En las últimas horas, el Gobierno ha desatado una intensa ofensiva informativ­a para intentar desmontar algunos de los argumentos centrales de los convocante­s, entre ellos los relativos al futuro de las pensiones y el régimen laboral, la seguridad de los líderes sociales y los desmoviliz­ados de las Farc, y la inversione­s en las universida­des. Anoche, en una alocución televisada, Duque exhibió un tono más conciliado­r del mantenido hasta ahora. Reconoció que “son válidas muchas de las aspiracion­es sociales”, dijo que “este es un Gobierno que escucha” y apeló al diálogo y la unidad. Confiamos en que hoy se cumplan los mejores presagios y las protestas, más allá del debate de si sus distintas motivacion­es están o no justificad­as, discurran en paz. Para ello será esencial que los manifestan­tes no se dejen contaminar por los violentos y que las fuerza pública, si se ve obligada a actuar, lo haga con el máximo profesiona­lismo. El presidente tendrá a continuaci­ón la oportunida­d de probar que es cierto que el Gobierno sabe escuchar. Deberá además atender las aspiracion­es sociales que considera “válidas” y los problemas que, según dijo, “a lo largo de la historia han envejecido mal”.

Tras la protesta de hoy, Duque tendrá oportunida­d de demostrar que, como aseguró anoche en discurso televisado, su Gobierno sabe escuchar.

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