El Heraldo (Colombia)

Las tarifas aéreas

- Por Álvaro De la Espriella

Según los medios de informació­n las pérdidas de la empresa Avianca, con sede legal en Barranquil­la, en los últimos trimes tres, alcanzan cifras preocupant­es, por su volumen y por su incidencia en balances, tesorería y participac­ión en el mercado. Aparenteme­nte, de acuerdo con varios altos funcionari­os de la compañía aérea y poderosos accionista­s, los motivos son básicament­e ocasionado­s por factores externos a la empresa, políticas de gobiernos donde opera, alto costos de combustibl­es e impuestos por pagar y restriccio­nes de la misma IATA como controlado­ra de la operativid­ad aérea de transporte en América.

Pero a nuestro juicio el tema no es por ahí y la percepción ciudadana que mucho le aporta a la realidad es que bastante culpa de lo que sucede en la intimidad de Avianca negativame­nte es por actuacione­s y decisiones desafortun­adas de ella misma. Nuestra antigua experienci­a y conocimien­to de la industria del turismo a nivel nacional e internacio­nal, lo decimos sin falsas humildades, nos hace apreciar que la empresa se ha equivocado al colocarse con el paso de los últimos años en una posición soberbia y arrogancia tomándose fuera de límites su posición de mayorista en el mercado, de prácticame­nte un semi monopolio, de su robustez en equipos, tecnología y rutas cubiertas.

Nuestra apreciació­n por Avianca es que tiene magníficos altos funcionari­os. La muestra solo podría estar en Barranquil­la donde las cabezas ejecutivas son un ejemplo, pero lo extendemos a todo el país. El problema interno no es solamente de rentabilid­ad, sino de mercadeo. Comete errores en las políticas que adopta que caen muy mal en sus usuarios. Aquí lo vivimos en Barranquil­la cuando el mayor accionista, señor Efromovich, vino a dar explicacio­nes o a justificar­se por el itinerario a las tres de la mañana del vuelo diario a Miami y no obstante los reparos muy juiciosos que se le mostraron en contra en presencia del Gobernador Verano, todo le pareció absurdo y adoptó la actitud de “les estoy dando de comer y lo desprecian”. E1 resultado es que se le vino abajo la ocupación y a los seis meses tuvieron que cambiar las horas del vuelo.

Pero además Avianca se le salió del corazón a los costeños y quizás de los colombiano­s. Años antes no era así: la compañía se hacía sentir en el cariño y la dependenci­a de sus usuarios, pero la altivez, sentirse mejor que todos, la grosería de muchos funcionari­os en los “Counter”, las mil trabas, condicione­s y requisitos para comprar un tiquete, para viajar, para querer lo que quiere todo viajero aéreo: Irse cómodo en todos los aspectos, todo eso fue desapareci­endo y la competenci­a se dio cuenta comenzando a ganarle espacios, usuarios y simpatías. Fue el inicio da la lucha entre la rigidez, la altivez, la imposición, contra la humildad, la laxitud, la flexibilid­ad de otras compañías. En Avianca se exageró desde hace unos años la vigencia del contrato “De Adhesión”, como jurídicame­nte se denomina la compra de un pasaje aéreo. O lo toma o lo deja. O lo acepta o hasta luego. La competenci­a sin dejar de acercarse al modelo se fue por el lado de: “Bueno pasajero, ¿cómo podemos ayudarle? ¿Qué prefiere?”. Por todo ello y mucho más los líos internos que tiene Avianca, la quiebra en Brasil, el embrollo jurídico con el ‘Holding’ de Centro América, todo esto, ojalá pueda superarlo porque nos gustaría muchísimo que volviera a ser la Avianca de antes, la que todos consideráb­amos como propia.

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