Las tarifas aéreas
Según los medios de información las pérdidas de la empresa Avianca, con sede legal en Barranquilla, en los últimos trimes tres, alcanzan cifras preocupantes, por su volumen y por su incidencia en balances, tesorería y participación en el mercado. Aparentemente, de acuerdo con varios altos funcionarios de la compañía aérea y poderosos accionistas, los motivos son básicamente ocasionados por factores externos a la empresa, políticas de gobiernos donde opera, alto costos de combustibles e impuestos por pagar y restricciones de la misma IATA como controladora de la operatividad aérea de transporte en América.
Pero a nuestro juicio el tema no es por ahí y la percepción ciudadana que mucho le aporta a la realidad es que bastante culpa de lo que sucede en la intimidad de Avianca negativamente es por actuaciones y decisiones desafortunadas de ella misma. Nuestra antigua experiencia y conocimiento de la industria del turismo a nivel nacional e internacional, lo decimos sin falsas humildades, nos hace apreciar que la empresa se ha equivocado al colocarse con el paso de los últimos años en una posición soberbia y arrogancia tomándose fuera de límites su posición de mayorista en el mercado, de prácticamente un semi monopolio, de su robustez en equipos, tecnología y rutas cubiertas.
Nuestra apreciación por Avianca es que tiene magníficos altos funcionarios. La muestra solo podría estar en Barranquilla donde las cabezas ejecutivas son un ejemplo, pero lo extendemos a todo el país. El problema interno no es solamente de rentabilidad, sino de mercadeo. Comete errores en las políticas que adopta que caen muy mal en sus usuarios. Aquí lo vivimos en Barranquilla cuando el mayor accionista, señor Efromovich, vino a dar explicaciones o a justificarse por el itinerario a las tres de la mañana del vuelo diario a Miami y no obstante los reparos muy juiciosos que se le mostraron en contra en presencia del Gobernador Verano, todo le pareció absurdo y adoptó la actitud de “les estoy dando de comer y lo desprecian”. E1 resultado es que se le vino abajo la ocupación y a los seis meses tuvieron que cambiar las horas del vuelo.
Pero además Avianca se le salió del corazón a los costeños y quizás de los colombianos. Años antes no era así: la compañía se hacía sentir en el cariño y la dependencia de sus usuarios, pero la altivez, sentirse mejor que todos, la grosería de muchos funcionarios en los “Counter”, las mil trabas, condiciones y requisitos para comprar un tiquete, para viajar, para querer lo que quiere todo viajero aéreo: Irse cómodo en todos los aspectos, todo eso fue desapareciendo y la competencia se dio cuenta comenzando a ganarle espacios, usuarios y simpatías. Fue el inicio da la lucha entre la rigidez, la altivez, la imposición, contra la humildad, la laxitud, la flexibilidad de otras compañías. En Avianca se exageró desde hace unos años la vigencia del contrato “De Adhesión”, como jurídicamente se denomina la compra de un pasaje aéreo. O lo toma o lo deja. O lo acepta o hasta luego. La competencia sin dejar de acercarse al modelo se fue por el lado de: “Bueno pasajero, ¿cómo podemos ayudarle? ¿Qué prefiere?”. Por todo ello y mucho más los líos internos que tiene Avianca, la quiebra en Brasil, el embrollo jurídico con el ‘Holding’ de Centro América, todo esto, ojalá pueda superarlo porque nos gustaría muchísimo que volviera a ser la Avianca de antes, la que todos considerábamos como propia.