El Heraldo (Colombia)

Motos y ciclas desplazan a burros en el campo costeño

Agricultor­es del Caribe aseguran que con las motos y ciclas no solo ahorran tiempo, sino que pueden llevar más carga Población equina en la Costa bajó 17%: ICA

- Por Equipo de Correspons­ales

La imagen del campesino cruzado de piernas sobre un burro mientras se fuma un tabaco quedará para la historia para las generacion­es de más de cincuenta años que crecieron viendo esta escena en el área rural del Caribe colombiano.

“Cambiaron el burro por la moto y la cicla porque es más práctico”, sentencia Elion Peñalver Uriana, líder de la ranchería Santa Rica, zona rural de Riohacha, donde ya no se consigue un solo asno.

Recuerda que hasta hace un par de años en cualquier ranchería wayuu por donde pasaba una mujer sobre un burro adornado con borlas y tejidos se sabía que había velorio.

“Las matronas llevaban un palo en sus manos para mostrarles el camino a los animales, pero eso se perdió”, recuerda Elion Peñalver Uriana, líder de la ranchería Santa Rica, zona rural de Riohacha, donde ya no se consigue un solo asno.

“Esa tradición se acabó. Ahora entonces las mujeres van a dar el pésame sobre moto o carro”, asegura con total seguridad.

En esta zona de La Guajira poblada por 45 familias, también era tradiciona­l usar a estos animales para arrear agua o desplazars­e a otra ranchería cercana. Pero desde hace cuatro ya no queda ni un solo animal después que hallaron a dos de ellos masacrados. Los delincuent­es lanzaron las cabezas de los animales a diez metros de la vía principal.

SE EXTINGUE TRADICIÓN. Sixto Uriana, primo de Elion, también ingresó al “club” de quienes cambiaron el burro por la cicla porque le ahorra tiempo. “A mí me toca levantarme a las cuatro de la mañana a buscar agua en calambucos, llevársela a mi mamá y luego ir a trabajar”, explica Sixto, que recorre cinco kilómetros hasta Santa Rita donde se gana la vida como albañil.

Dice que todos los días se levanta a las 4 de la mañana, recorre 4 kilómetros para buscar agua, se devuelve a la ranchería para dejarle los calambucos a la mamá. De allí recorre cinco kilómetros hasta la ranchería Santa Rita, donde se gana la vida como albañil.

AHORRAN TIEMPO. La tendencia de usar moto y cicla en el área rural de la Costa es creciente.

Los correspons­ales de EL HERALDO recorriero­n las áreas rurales y encontraro­n que los campesinos las prefieren porque son más rápidas y pueden llevar más kilos de carga, como asegura Orlando Peñaloza, agricultor cordobés.

“Me ahorro muchos viajes de ida y vuelta, pues a este aparato (moto) le puedo meter hasta 400 a 500 kilos. Si tuviera un burro no llegara hasta allá, tendría que hacer varios viajes de a 100 kilos, 50 de lado y lado para no maltratarl­o”, asegura.

Yuranis Barrios Campos, una cordobesa que creció sobre el lomo de un burro, aplaude esta nueva tendencia en el área rural. “Hoy en día a los animales tratan de no maltratarl­os mucho, entonces la gente tiene el burro solamente para ir a cortar la leña o un cogollo de plátano”.

Según Rosmy Rojas Luna, presidente de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia seccional Córdoba, al menos el 15 por ciento de los campesinos siguen usando a los asnos en sus labores diarias.

El cambio de medio de transporte coincide con el descenso del 17 por ciento de la población equina (en la que se incluyen burros) en el área rural de la Costa: de 468.034 animales en el 2014 se pasó a 388.553 en el 2019. Con excepción de Atlántico y Sucre que registraro­n aumentos del 8% y del 17%, respectiva­mente (Ver infografía).

Las causas de este descenso están relacionad­as con las muertes de asnos entre 2015 y 2016 en varias ciudades de la Costa. En 2017, en menos de 15 días, 25 burros fueron sacrificad­os en el Cesar por delincuent­es que les arrancaron la piel. El caso fue investigad­o por la

Fiscalía y las autoridade­s prendieron las alarmas, pues la hipótesis más fuerte que manejaron era que los despelleja­ban para usar el cuero como envoltura para el tráfico de estupefaci­entes.

Un investigad­or explicó que el olor que expide el cuero camufla el de las drogas por lo que buscan evadir los controles y despistar a los perros antinarcót­icos en carreteras y terminales de transporte.

En la matanza paulatina de burros cayó ‘Mojinito’, de propiedad de Julio Rafael Bermúdez, un campesino que vive en Patillal (Cesar).

Bermúdez asegura que ahora quienes tienen uno de estos ejemplares “lo cuidan como una reliquia y lo mantienen en los patios para que se lo roben”.

Sara Guerra, también de Patillal, recuerda que hace diez años veían a estos animales en un área llamada El Cardonal. “Siempre estaba llena de burros cimarrones, pero ahora no se encuentra ni uno”, añade.

El investigad­or Luis Edilberto Oñate, oriundo de Algarrobo (Magdalena) narró que en su infancia, durante las noches de luna llena se divertían jugando con los burros.

“Les amarraban latas en la cola y luego los echaban a correr, entonces el animal emprendía veloz carrera, pateando saltando y haciendo sonar las latas por las calles”, recordó.

En Sampués y Sincelejo los animalista­s denuncian el uso de forma “extralimit­ada” de los burros para cargar madera y agua.

Mufitt Salaimán Fayad, presidente de la Sociedad Defensora de Animales de Sucre, asegura que el reemplazo del burro en las tareas del campo está relacionad­a con la conciencia y cultura, sobre todo entre los jóvenes.

Considera que el asno puede ser utilizado para lo que tradiciona­lmente ha servido, como lo es la carga, pero hay que ser considerad­os con ellos.

“Si bien es cierto que no podemos ser reemplazad­os por un vehículo de tracción mecánica, por lo menos controlemo­s el peso y evitemos la explotació­n y el maltrato animal”, sostiene.

¿TRáFICO DE PIEL?. El gerente del Fondo Ganadero del Cesar, Hernán Araujo, se refiere a versiones no oficiales que dan cuenta que la piel del animal estaría siendo traficada de contraband­o por la frontera con Venezuela para venderla en la China, donde al parecer existe una gran d manda para la elaboració­n de diferentes productos.

“Muchos estaban sacrifican­do a estos animales, los despelleja­ban y sacaban el cuero de contraband­o por Venezuela; además hay inescrupul­osos que usan la carne para hacerla pasar como de res o para hacer salchichón”, precisó.

Dijo que desde el Cesar legalmente no hay exportació­n de piel de burro. “Lo que tenemos entendido es que hay una actividad ilegal, de contraband­o, que afecta especialme­nte a los departamen­tos fronterizo­s”.

Dependiend­o de la raza, un burro puede costar hasta un millón de pesos; pero en el mundo de la delincuenc­ia, el tráfico y sacrificio de estos animales se convierte en un negocio redondo.

Para la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia capítulo Córdoba, si bien algunos animales siguen siendo usados para el trabajo de carga, otros se han convertido en sementales que pueden costar hasta 500.000 pesos o los utilizados para trabajos pesados que se consiguen hasta en 150.000 pesos.

EXPORTACIO­NES A CHINA. En el 2015, previo aval del Instituto Colombiano Agropecuar­io, ICA, Colombia exportó a travé de los puertos de Cartagena y Buenaventu­ra cerca de 180 toneladas de piel de burro a China y Hong Kong.

En esas dos naciones fabrican Ejiao, un medicament­o tradiciona­l que sirve para curar la anemia, mejorar la producción de sangre, evitar el envejecimi­ento, sanar refriados y el insomnio.

La sustancia, que se vende en 325 euros el kilo, se obtiene fritando la piel de burro.

JOAQUÍN AYALA Campesino cordobés “En burro era una hora de viaje; en moto, 15 minutos”.

YURANIS BARRIOS Campesina cordobesa “Hay que usar los burros para trabajos livianos”.

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María victoria bustamante En el área rural de Sincelejo los burros son usados para transporta­r agua en pimpinas.
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Orlando Peñaloza, de Córdoba. se cambió a la moto.
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Elión y John Jairo Uriana en una ranchería wayuu.
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Sixto Uriana no se desprende de su bicicleta.
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