Alterando el patrimonio
Las modificaciones inconsultas de fachadas e interiores aumentan en casas de sectores urbanos declarados patrimoniales en Barranquilla, lo que ha generado más de 100 procesos sancionatorios.
El debate por la intervención arbitraria de casas patrimoniales del Viejo Prado, Bellavista y algunas de Alto Prado se enciende cada vez más, aunque las autoridades encargadas insistan con vehemencia a sus propietarios o residentes de su obligatoria conservación. Pero los comportamientos afectantes de la integridad urbanística en inmuebles declarados de conservación aumentan cada día.
Estos bienes, como es bien sabido y ampliamente divulgado, son de interés cultural, histórico, urbanístico, paisajístico y arquitectónico. Así reza la norma que obliga su mantenimiento y debida preservación.
Y aunque la gente sabe, las modificaciones inconsultas de fachadas e interiores aumentan en casas de sectores urbanos declarados patrimoniales. Las realizan sin previa autorización y cuando las autoridades las descubren los dueños deben pagar millonarias multas como la aplicada a una de esas casas art decó construida por el maestro cubano Manuel Carrerá en la esquina de la calle 72 con 61B.
Los tres barrios mencionados forman parte de la morfología que los distingue de otros sectores de Barranquilla. Sobre ellos se ha escrito con generosidad a nivel nacional e internacional, destacando sus estilos republicanos o art decó. En esta ciudad 99 manzanas comprenden el amplio sector que se encuadra en lo patrimonial. Qué bien que la Secretaría de Control Urbano y Espacio Público tenga los ojos puestos allí, porque el delito urbanístico es cometido desde hace décadas, sin que le pongan el debido tatequieto a los avasallantes destructores que realizan las modificaciones sin autorización previa o alterando la licencia otorgada. La información de primera mano obtenida por EL HERALDO señala que en esa dependencia se acumulan más de 100 procesos policivos por la violación de las normas de preservación.
Del otro lado de la polémica están los propietarios, incómodos y fastidiados porque no pueden hacer ningún tipo de obras en busca de obtener algún provecho económico o mejoramiento del inmueble, según sus gustos o necesidades. Se quejan de vivir en viviendas húmedas y atacadas por comején y otras plagas debido al tiempo que todo lo deteriora si no se implementa el mantenimiento adecuado.
Sin embargo, el ministerio dejó en claro que pueden hacer intervenciones, pero con la aprobación de la autoridad competente. En contraste con la amplia zona para vigilar y cuidar solo hay cuatro Inspecciones de Policía en la ciudad, en las cuales se tramitan todas las actuaciones legales que autorizan licencias o demoliciones. La responsabilidad recae sobre los funcionarios públicos encargados de velar por el cumplimiento de las leyes, pero también es un deber de los ciudadanos, como en algunos casos ha ocurrido, cuando vecinos residentes en la zona patrimonial reportaron trabajos en siete predios, sometidos a diferentes modificaciones, que alteraban la condición de Bien de Interés Cultural del barrio El Prado, una declaratoria emitida por el Ministerio de Cultura hace 14 años, un tanto tarde para lo que ya se había hecho. Estamos a tiempo de seguir poniéndole freno a la violación de las normas. Lo ideal es escuchar a los propietarios y darles información adecuada sobre el valioso bien que poseen, advirtiendo el riesgo que corren en caso de no cumplir con lo establecido.
Qué bien que la Secretaría de Control Urbano y Espacio Público tenga los ojos puestos allí, porque el delito urbanístico es cometido desde hace décadas, sin que le pongan el debido tatequieto a los avasallantes destructores que realizan las modificaciones sin autorización.