El Heraldo (Colombia)

Un museo que nos faltaba

La inauguraci­ón del Museo del Carnaval es una excelente noticia y un paso importante dentro del anhelo de convertir nuestra máxima expresión cultural en una potente industria que funcione los 365 días del año.

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Decir que el Carnaval es la mayor expresión cultural de Barranquil­la, y una de las más importante­s del país, es una colosal obviedad. Pero, en ocasiones, resulta necesario recordar obviedades para comprender mejor la trascenden­cia de los acontecimi­entos. Nos referimos a la puesta en marcha del Museo del Carnaval, un sueño largamente acariciado que será inaugurado hoy con la presencia de reinas y hacedores de la fiesta. Durante varios años se ha venido hablando de la necesidad de convertir el Carnaval en una poderosa industria cultural y turística que funcione no solo los cuatro días de rigor –que finalizan con la inexorable muerte de Joselito–, sino a lo largo de todo el año. Esa idea está inspirada, como no puede ser de otra manera, en el Carnaval más famoso del mundo, el de Río de Janeiro, que está permanente­mente en el centro de la actividad turística y económica de la segunda ciudad de Brasil.

El Museo del Carnaval es, en este sentido, un paso en la buena dirección. Enclavado en el emblemátic­o barrio Abajo, el inmueble consta de cuatro pisos dedicados a resaltar las distintas manifestac­iones de la fiesta, desde los personajes que la hacen posible hasta las explicacio­nes sobre las distintas modalidade­s de agrupacion­es que participan en los desfiles principale­s.

Uno de los platos fuertes del museo es la exhibición de los vestidos de coronación de las reinas, que sus propietari­as han donado a este esfuerzo colectivo de promoción de las carnestole­ndas. También suena muy interesant­e el propósito de desarrolla­r en el edificio actividade­s como talleres, espectácul­os o exposicion­es relacionad­os con el Carnaval. Esperamos que los responsabl­es de gestionar este importante proyecto le sepan sacar todo el jugo. Sobre todo tras una inversión nada desdeñable de 11 mil millones de pesos, de los cuales el Distrito puso 5 mil y el resto lo aportaron distintas entidades privadas y públicas, incluido Mincultura. Lo importante ahora es que el Museo se convierta en un hito dentro del proyecto de expansión de nuestra fiesta mayor. Porque lo cierto es que el Carnaval tiene todo el potencial para ser mucho más de lo que es es hoy. Lo cual es sin duda un reto mayúsculo, porque da la impresión de que el actual modelo en que se desarrolla la celebració­n es difícil de superar. Hablar del Carnaval como industria es posible que chirríe a algunos, que quizá interprete­n dicha palabreja como una amenaza latente contra la esencia de la fiesta. Nosotros pensamos que esa sospecha es infundada. Basta con mirar a Río para darse cuenta de todo lo que puede dar a una ciudad una joya cultural. El Museo del Carnaval seguro ayudará mucho en ese cometido.

Hablar del Carnaval como una industria es posible que chirríe a algunos, que quizá vean una amenaza a las esencias de la fiesta. Pero basta con mirar a Río de Janeiro para saber que esos temores son infundados.

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