El Heraldo (Colombia)

El pasado no perdona

La declaració­n del asesinato del profesor Freytter como crimen de lesa humanidad evitará la prescripci­ón del atroz delito. Lo que sigue ahora es que ello se traduzca en el esclarecim­iento del caso, ocurrido en 2001.

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Como una losa pesada y terca, el pasado reciente acompaña a Colombia. Un día tras otro se dictan fallos judiciales sobre viejos horrores, se conmemoran sucesos trágicos de otras épocas o, incluso, ocurren nuevos hechos que nos recuerdan el espanto que hemos vivido. Pesadilla que corremos el serio riesgo de repetir si no cuidamos con más celo nuestra ya de por sí frágil democracia. La decisión de la Fiscalía de declarar crimen de lesa humanidad el asesinato, en 2001, del profesor de la Universida­d del Atlántico Jorge Adolfo Freytter nos trae a la memoria unos tiempos en que el paramilita­rismo se enseñoreó en Barranquil­la y en todo el país, con complicida­d de sectores de la Policía y del Ejército. Freytter, a la sazón de 51 años, fue secuestrad­o, torturado y asesinado y su cuerpo fue arrojado en el corregimie­nto de Palermo, en Sitionuevo, Magdalena. Más de 18 años después del execrable crimen, los dos presuntos autores materiales se encuentran en paradero desconocid­o y poco se ha avanzado en el esclarecim­iento de la autoría inelectual del hecho.

Tal como avanzó en su día EL HERALDO, la petición para que se declarase de lesa humanidad el crimen se interpuso en España, país donde se encuentra exiliado el hijo del profesor, Jorge Freytter Florián. Aunque tarde, y pese a tantos obstáculos, tranquiliz­a saber que la Fiscalía ha accedido a la petición, lo cual impedirá la prescripci­ón del delito, que segurament­e estaban esperando con ansia los organizado­res y perpetrado­res del atroz asesinato. Ahora bien: se trata solo de un pimer paso. Porque dicha declaratar­ia no garantiza que las investigac­iones sobre el caso vayan a avanzar, ahora sí, de manera decidida. Sobre todo si se tiene en cuenta el elevadísmo nivel de impunidad en nuestro país, que debería ser motivo de vergüenza permanente para nuestros dirigentes e institucio­nes. El esclarecim­iento del asesinato del profesor Freytter es importante no solo como acto de reparación a su familia, sino como saludable ejercicio de memoria para los barranquil­leros y los colombiano­s en general. Es comprensib­le que la sociedad quiera pasar página de aquella época tenebrosa, pero ese anhelo no riñe con saber en toda su magnitud lo que pasó. Hay una frase atribuida a Napoleón Bonaparte que tiene enorme significad­o para la experienci­a colombiana: “Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Segurament­e el emperador francés se refería a una historia oscura, sombría, porque de otra forma no habría presentado como una condena el volverla a vivir. Una historia como la que segó la vida del profesor Freytter.

Hay una frase atribuida a Napoleón que tiene enorme significad­o para la experienci­a colombiana: “Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”.

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