El Heraldo (Colombia)

En Villa Rosita le ‘cierran’ la puerta al coronaviru­s

Habitantes de esta vereda de Sincelejo no permiten el ingreso de personas ajenas a su comunidad. Vigilan los accesos y dan ejemplo de unidad.

- Por Ernesto Benavides Sierra

SINCELEJO. No es una potencia mundial, no tiene entrada y salida de vuelos y mucho menos grandes empresas; sin embargo, en la vereda Villa Rosita, en la zona rural e indígena de Sincelejo, lo que sí tienen es todo el derecho a protegerse. Y lo están haciendo prohibiend­o el ingreso de personas ajenas a la comunidad con el fin de que el coronaviru­s no haga su entrada.

Como quien dice, con palos y alambre de púas les cerraron los portillos a la enfermedad que paraliza al mundo entero.

Lo que comenzó como una chanza entre vecinos en una conversaci­ón bajo un palo de mango se convirtió en una realidad que desde la tarde del domingo se hace efectiva. Armaron una cerca, la ubicaron en la vía destapada de entrada a la vereda a un costado de la Troncal de Occidente en la vía Sincelejo – Sampués y se apostaron en la mitad para impedir el paso de los forasteros.

Con el cartel que reza “se restringe el paso a personas ajenas a la comunidad. Entre todos nos cuidamos. Respete las normas”, invitan a cumplir el aislamient­o colectivo y de paso blindar a los habitantes del contagio del COVID-19.

Como toda norma, esta también tiene algunas excepcione­s, aunque son pocas. Los habitantes que hayan salido o que necesiten comprar algo lo pueden hacer, pero al entrar y salir se tienen que obligatori­amente lavar las manos. Los vigilantes del cierre disponen de una taza con agua y jabón al igual que antibacter­ial para que cumplan con el requisito de limpieza.

NECESITAN APOYO. Luis Aurelio Hernández Monterroza es uno de los habitantes que vela por el cumplimien­to de la medida que no reza en ningún acto administra­tivo. Afirmó que aunque la gente está cumpliendo con lo establecid­o, hay personas como deportista­s, que acostumbra­n a visitar la zona, que se niegan a aceptarlo. Muchos han optado por ingresar por vías alternas, en mal estado de por sí.

“Pedimos apoyo de la Policía y la Administra­ción Municipal para que ejerza control en la zona y evite que haya violencia”, pidió el morador.

Agregó que “ya esto está coordinado con el cabildo para que el que no sea habitante de la vereda no se aproxime. El que incumpla la medida si se pone pesado se detiene, sin violencia, para que se retire o se lleva al cepo”.

Ese es precisamen­te uno de los castigos: el cepo. Este es regido exclusivam­ente por la autoridad indígena que tiene la autonomía para decidir en su territorio.

VULNERABLE­S. La vereda Villa Rosita tiene 500 habitantes distribuid­os en 210 casas. De la población hacen parte 120 adultos mayores, uno de los segmentos más vulnerable­s con esta pandemia. Esto es lo que más le preocupa a los habitantes toda vez que no gozan de un centro de salud que les garantice, así sea en la mínima medida, una asistencia médica de urgencia.

“El servicio de salud está pésimo como en cualquier parte de Colombia. Si se da una gripa acá se usa primero lo tradiciona­l como bebidas y baños, lo ancestral. Si se pone grave la persona se pasa a la cuestión médica. Pero se necesita un centro de salud para atender a toda esta población”, dijo el centinela.

POR TODOS. Por su parte, José Hernández, otro de los habitantes que está frente al cierre, dijo que se ‘bajó’ por unos instantes de sus labores cotidianas para proteger a sus coterráneo­s. Comenzó por él, continúa con sus vecinos.

“La iniciativa que tenemos es no dejar pasar a ninguno que no sea de nuestra vereda. Si hay alguien que de fuerza mayor tenga que entrar se tiene que lavar las manos. Esto es unión y con esto lograremos superar la situación. Comenzó en una chanza con un vecino, pero como la situación se ha ido empeorando la pasamos a la realidad. Fuimos de casa en casa a preguntar si estaban de acuerdo y hubo consenso. La mayoría estuvo de acuerdo”, aseguró.

El domingo en la tarde comenzaron porque es uno de los días en que más entra gente debido a los entrenamie­ntos deportivos y de motocross que realizan en la zona.

A la par de las medidas tomadas está la preocupaci­ón por la falta de agua potable, ya que los pozos se están secando.

En las calles aledañas va ‘desfilando’ una caravana de pimpinas de agua que son distribuid­as en la comunidad.

La falta de agua agudiza el ‘calvario’ de esta comunidad rural que dice sentirse sola en la lucha contra el COVID -19, el gigante mundial que ha contagiado a miles.

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ERNESTO BENAVIDES Centinelas vigilan la entrada.
 ?? ERNESTO BENAVIDES ?? La comunidad ubicó carteles para avisar sobre la medida que restringe el ingreso de foráneos a la vereda Villa Rosita, en la zona indígena de Sincelejo.
ERNESTO BENAVIDES La comunidad ubicó carteles para avisar sobre la medida que restringe el ingreso de foráneos a la vereda Villa Rosita, en la zona indígena de Sincelejo.
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Habitantes vigilan que si alguien va a entrar a la vereda se lave las manos antes.
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Debido a la ausencia de agua, en las calles transitan ‘caravanas’ de carrotanqu­es.
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Luis Hernández, uno de los centinelas.
 ??  ?? José Hernández, habitante de Villa Rosita.
José Hernández, habitante de Villa Rosita.
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