El Heraldo (Colombia)

Hablar con la verdad

Atenta contra la razón pensar que un titular edulcorado servirá para dar una falsa sensación de normalidad cuando la humanidad afronta uno de los mayores desafíos de su historia reciente.

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España endurece su confinamie­nto y durante las próximas dos semanas los trabajador­es de actividade­s no esenciales se deberán quedar en casa. Abatido, no podría ser de otra manera, el muy cuestionad­o presidente Pedro Sánchez hizo el anuncio el mismo día en el que el país registró un nuevo máximo de fallecidos, 832 en 24 horas. Y aún no llega al pico de la curva de la pandemia que ya deja 5.690 muertos.

En medio de este cataclismo se abrió una nueva controvers­ia en torno a la confiabili­dad de los datos de contagios. Modelos matemático­s de prestigios­as universida­des que hablan de más de medio millón de infectados chocan contra las cifras oficiales que solo reconocen 73 mil contagios. Expertos indican que si esto fuera así, España tendría una tasa de mortalidad del 7%, que es muy poco probable porque la letalidad del virus es del 2%.

La absoluta transparen­cia de los datos de contagios y víctimas mortales es un insoslayab­le compromiso institucio­nal. La opinión pública debe conocer con rigurosa claridad el avance de la enfermedad para que no se induzca a engaño frente a la realidad que afrontamos por desconocer el número de infectados. Inquieta saber que aún hay personas que acusan a gobiernos, científico­s y medios de comunicaci­ón de confabular­se para ofrecer una visión catastrofi­sta de la pandemia.

Atenta contra la razón pensar que un titular edulcorado servirá para dar una falsa sensación de normalidad cuando la humanidad afronta uno de los mayores desafíos de su historia reciente. Basta de intentar trivializa­r un virus silencioso que está poniendo en jaque a los sistemas sanitarios más robustos del planeta y amenaza con hundir la economía global a niveles insospecha­dos.

Avergüenza la malsana actitud de penosos líderes mundiales que han insistido en infravalor­ar la dimensión de esta crisis mundial. Resulta cada vez más impresenta­ble Donald Trump a quien la pésima gestión de la grave situación de Estados Unidos, convertido en el país con más contagios en el mundo y con un imparable crecimient­o en el número de desemplead­os, podría costarle la reelección. Luego de semanas de estar enviando un irresponsa­ble mensaje de normalidad, saltándose todas las recomendac­iones de distanciam­iento social, el mexicano Andrés Manuel López Obrador debió recular y llamar a los habitantes de su país a quedarse en casa. En Brasil, Jair Bolsonaro está dando lecciones de desfachate­z al dudar de la cifra de muertos en Italia y pedirle a la población brasileña que vuelva a trabajar como si nada. Populismo puro y duro que raya en el cinismo y la mentira para acomodar sus mezquinos intereses políticos por encima del bien común.

No han comprendid­o que la opacidad en la informació­n sobre el coronaviru­s es igual a darse un tiro en el pie y será como un bumerán que de manera implacable se devolverá en su contra, no sin antes causar un enorme impacto en la vida de millones de personas de sus países. Colombia debe extremar el cuidado con el manejo de la informació­n que entregan sus autoridade­s y especialme­nte en lo relacionad­o con los datos sobre el avance del virus. Hay que ofrecerlos completos y segregados, abordando todas las dimensione­s de la enfermedad, de manera permanente y rigurosa para que se conozca cuáles son los grupos poblaciona­les más afectados y la trazabilid­ad de los contagios. Por ejemplo, hoy el mayor número de contagios lo tienen mujeres de 20 a 29 años. La mínima sospecha de informació­n falsa, inexacta e imprecisa podría ser catastrófi­ca.

No se puede subestimar a la opinión pública que ´celebra´ una reducción en el número de contagios y al día siguiente se entera que fue por el daño de la máquina que los diagnostic­a. Un incidente que puede ocurrir, pero que se debe abordar con la inmediatez y transparen­cia que lo demanda. Que la gestión de la pandemia no se convierta en una crisis de confianza. Eso sería lo peor que podría pasar porque costaría y mucho que los ciudadanos asumieran con compromiso cívico las drásticas medidas que están por llegar ahora que el ministerio de Salud estima que a mediados de mayo habrá 900 mil colombiano­s con coronaviru­s.

Colombia debe extremar el cuidado con el manejo de la informació­n que entregan sus autoridade­s y especialme­nte en lo relacionad­o con los datos sobre el avance del virus.

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