El Heraldo (Colombia)

Sobre las quiebras

- Por Manuel Moreno S. moreno.slagter@yahoo.com

Aunque reconozco que es generalmen­te desaconsej­able, por estos días resulta muy difícil mantenerse al margen de las redes sociales. Acudimos a esos espacios por diferentes razones, por curiosidad, aburrimien­to, o a veces para buscar alguna interpreta­ción o informació­n adicional que nos permita comprender mejor el momento que vivimos, una intención que en la mayoría de los casos solo consigue confundirn­os más.

Fruto de esas agotadoras lecturas he podido encontrar un sentimient­o repetido que se escapa de mi comprensió­n, uno que parece regodearse con las tremendas dificultad­es que una gran cantidad de negocios están viviendo por las circunstan­cias relacionad­as con la pandemia, y que festeja maliciosam­ente cualquier señal que indique la probabilid­ad de quiebra de alguna empresa o establecim­iento.

Un ejemplo notable ha sido el caso de Avianca. El pasado domingo la aerolínea solicitó acogerse al Capítulo 11 del Código de Bancarrota de Estados Unidos, una decisión que le permite ganar algo de tiempo para buscarle soluciones a su crisis. En las redes sociales la noticia fue celebrada por muchos, acaso suponiéndo­la como una muestra más del derrumbe de un «sistema» que sigue siendo despreciad­o por quienes no logran comprender los enormes e inéditos beneficios que, a pesar de sus imperfecci­ones, ha propiciado para buena parte de la humanidad. Expresione­s de rechazo que con morbosidad desconocen el aporte de la aerolínea al desarrollo de nuestro país, la señalan como una empresa extranjera (como si eso fuera malo per se), o como una especie de monopolio perverso que solo busca aprovechar­se de los colombiano­s, evidenciar­on las honduras más intrigante­s de las comunidade­s tuiteras.

A mi me gustaría poder conversar con algunas de esas personas. Preguntarl­es a qué se debe su odio y resentimie­nto contra cualquier logro ajeno, su espíritu destructiv­o. También conocer su opinión acerca del riesgo que se cierne sobre la gran cantidad de empleos que dependen directa o indirectam­ente de Avianca: pilotos, auxiliares de cabina, mecánicos, personal en tierra, funcionari­os de los aeropuerto­s, funcionari­os de las agencias de viaje y de la industria del turismo, todo tipo de proveedore­s, etc. Me parece que aquellos que se entusiasma­n con la posibilida­d de la quiebra de Avianca no tienen ni idea de lo que significa la pérdida de una empresa de esa magnitud, creo que piensan que con la bancarrota sólo se perjudican sus dueños o los directivos más importante­s, esos a los que puerilment­e caricaturi­zan sentados en sacos de dinero, fumando un habano y maquinando peripecias para destruir el mundo.

La desaparici­ón del tejido empresaria­l y productivo de una sociedad es terrible, sus consecuenc­ias se pueden sufrir por generacion­es enteras, motivando atraso y sufrimient­o; es por eso que le debemos más solidarida­d a las organizaci­ones que generan empleo y prosperida­d. Espero que Avianca, con todo lo que significa, logre superar estos difíciles momentos.

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