¿Conclusión?
Me apoyo en epidemiólogos para hacerles esa pregunta porque mi ignorancia en la materia no me da para sacar mis propias conclusiones, como médico, acerca del comportamiento de esta virosis tan letal del COVID-19 que, al parecer, nos agarró con las manos abajo en lo que tiene que ver con su detección temprana y eficacia de los tratamientos. O sea, grave.
Lo primero que me aclaran es que ha sido muy difícil entenderlo porque todo lo que se ha intentado predecir su comportamiento, no ha funcionado, porque está mostrando un desarrollo inusual de lo que se refiere a sus características virales, con el antecedente de 6 coronavirus anteriores que produjeron enfermedad en humanos con un comportamiento de alguna manera “predecible”, incluso con los dos últimos SARSCO-1 y MERS, con potencial epidémico.
Las pruebas no han sido del todo confiables porque, debido a la prisa en elaborarlas, algunas salieron con unas características operativas muy deficientes y que, definitivamente, no sirven para determinar la infección en una enfermedad que afecta del 2% al 3% de la población. Es el reto diario de los epidemiólogos, además de la cantidad de información que llega, con la que deben ajustar protocolos, información que no es del todo confiable porque las pruebas no son confiables, por la misma razón de aprobarlas a las carreras.
Hay rebrotes y eso implica cambiarlo todo de nuevo, porque las medidas que se adopten para tratar a los pacientes, no serán eficientes. Las 12 semanas que se asumieron en los protocolos de atención de pandemia por parte de la OMS y CDC, con base en la Pandemia de 1918, no fueron suficientes en algunos lugares, apenas se disminuyen las medidas de aislamiento y protección, todo se revienta de nuevo.
Como los coronavirus mutan unas 30 veces al año, en la medida en que ocurren, se van adaptando mejor al huésped y por eso, los casos recientes aparecen de menor gravedad. Ya que el virus es menos “salvaje”, una de las alternativas puede ser que se deje circular de manera controlada, aislando a los grupos vulnerables, como se ha intentado en otros países, para lograr lo que se conoce como “inmunidad de rebaño”. Lo cual es bastante difícil de controlar en un país tan “descontrolado” como el nuestro.
La vacuna se demora todavía entre 12 a 18 meses, antes de ese tiempo se consideraría sospechosa su garantía diagnóstica. Por eso no se puede creer todo lo que dicen en las redes acerca de determinado país encontró la vacuna o el tratamiento.
Le pregunté a mi hija Anacaona, epidemióloga, su conclusión, considera que se necesita un sistema de vigilancia epidemiológica global, no se pueden tener tantos sistemas reportando de maneras tan diferentes, porque con un protocolo universal único, la detección de casos inusuales que aparecen, enfermedades nuevas, sería mucho más rápidos de diagnosticar para crear tratamientos más eficientes.