El Heraldo (Colombia)

El Día del Maestro

- Por Humberto Mendieta mendietahu­mberto@gmail.com

Cuando niño, el Día del Maestro era un gran acontecimi­ento en mi colegio. No solo para agasajar a quienes nos guiaban y educaban, sino porque es la fecha que conmemora a San Juan Bautista de La Salle, el patrono de los profesores y fundador de la comunidad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Había gaseosa y golosina gratis en la tienda, o quiosco, como le llamábamos. Carreras de bicicletas, triciclos y sacos; varas de premio; concursos variados; partidos de fútbol, voleibol y béisbol e inclusive puestas en escena teatrales con trajes de época y caballos de verdad. Era un gran día festivo. No tareas. No clases. Jolgorio total. Los Hermanos Cristianos que regentaban el colegio eran españoles y algunas actividade­s venían de la Madre Patria. Recuerdo, como un retrato pegado en mi memoria, al célebre e histriónic­o Hermano Genaro arremangán­dose la sotana

– en ese tiempo, y no fue hace mucho, usaban sotanapara patear bola junto a la muchachada en una de las cinco canchas del fondo, cerca de la Vuelta al Diablo, al final de Barranquil­la, donde todo era monte, culebras y patillas que se daban silvestres.

Los homenajead­os, nuestros maestros, eran felicitado­s y muy regalados. Siempre el 15 de mayo fue un día luminoso y repito: muy festivo. Entre mis compañerit­os el más feliz era Kike Vives, porque la fecha coincidía con su cumpleaños, así que los astros, alineados a su favor, como siempre en la vida, le daban de regalo un delicioso día de ocio.

Este viernes no será igual. Los profesores estarán enclaustra­dos en sus casas con mucho trabajo, según me han contado algunos. Lo mismo que dicen los estudiante­s de todos los niveles. Y lo mismo que aseguran los padres de esos estudiante­s. La pandemia desató entre algunos el pánico colectivo y en otros la relajación total. Lo cierto es que el covid-19 cambió horarios, impuso nuevas costumbres, nos distanció y nos unió. Una mezcla de sentimient­os y prevencion­es. Y en el mundo escolar y universita­rio produjo un giro de 180 grados. En la celebració­n de hoy no habrá música, ni pudines, ni regalos, ni concursos, ni partidos de fútbol. Ni en el que fue mi colegio por 12 años, ni en ningún otro de la mayoría de los países del Mundo.

A los maestros la pandemia les cambió la vida. Tendrán, eso sí, material de estudio por este momento que vive, sufre y muere la humanidad. Y en el país será la prueba fehaciente del déficit estructura­l de las conexiones de internet y la falta de democratiz­ación de estas herramient­as porque hay quienes no pueden acceder a ellas. Este tal coronaviru­s nos desnuda cada vez más. A nosotros como raza humana. A muchos gobiernos como fallidos.

Coletilla de homenaje. Hoy, un grupo de amigos y familiares llevaremos a cabo un inusual evento de recordació­n. Va a ser en nombre del gran convocante que fue Rafael Bassi, quien nos dejó hace 18 días. El encuentro es por la plataforma Google Meet a las 11:30 a.m. para conversar y contar historias de Rafa, docente universita­rio y maestro de la vida. Hoy cumpliría años. Me lo imagino riéndose. “Nojoda me hicieron un velorio por internet”.

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