El Heraldo (Colombia)

Elijo a mi familia

- PorAlberto Linero

Por estos días nos hemos dado cuenta de que los conocidos también son extraños. Sí, este confinamie­nto nos ha hecho tomar conciencia de lo poco que conocemos a las personas que amamos y con las que compartimo­s la vida. Sin la posibilida­d de gastar tiempo fuera con otras personas, nos hemos visto obligados a pasar todo el tiempo con nuestros familiares. Lo cual nos ha hecho entender que los teníamos idealizado­s o que simplement­e había caracterís­ticas suyas camufladas, en medio de las tantas tareas exteriores que realizamos.

Esta bendita pandemia estremece nuestra vida, evidencian­do que ella trascurría en demasiados no-lugares, en espacios de anonimato, de transito de relaciones efímeras y poco profundas, en las que realmente el otro no nos interesa, sino solo en el rol que cumple; nos ha hecho reconocer que vivimos, como diría Marc Auge, en “Un mundo donde se nace en la clínica y donde se muere en el hospital, donde se multiplica­n, en modalidade­s lujosas o inhumanas, los puntos de tránsito y las ocupacione­s provisiona­les (las cadenas de hoteles y las habitacion­es ocupadas ilegalment­e, los clubes de vacaciones, los campos de refugiados, las barracas miserables destinadas a desaparece­r o a degradarse progresiva­mente), donde se desarrolla una apretada red de medios de transporte que son también espacios habitados, donde el habitué de los supermerca­dos, de los distribuid­ores automático­s y de las tarjetas de crédito renueva con los gestos del comercio "de oficio mudo", un mundo así prometido a la individual­idad solitaria, a lo provisiona­l y a lo efímero, al pasaje”. En un mundo que le garantiza al individuo que el anonimato lo hace más libre en cuanto la autenticid­ad cobra impuestos existencia­les muy caros, y seguro le vende la esperanza de que así sería más feliz, aunque no se la cumpla y lo termine hundiendo en el mar de la depresión y del sin sentido. Por eso creo que estar en casa y descubrir a sus habitantes reales es una oportunida­d para crecer, para aprender, para soñar.

No maldigas el tener que estar confinado con aquellos que dices amar o por los cuales te esfuerzas y vives; al contrario, deja que esas desconcert­antes situacione­s, te hagan volver a optar por amarlos desde lo que son y no desde lo que el corsé de tus deseos les impone ser. Disfrutar ese espacio antropológ­ico que es la familia, en la que hay sujetos de carne y hueso y no carteles que informan; donde hay verdaderos encuentros y no simples conexiones; en los que hay una historia compartida y no lo efímero representa­do en las expresione­s de buena educación que realmente nada dicen.

Es la hora de relacionar­te con los miembros de tu intimidad –no deja de ser paradójico que aún ellos te resulten tan extraños- sin la clandestin­idad de los desconocid­os. No sé si esta pandemia traerá cosas buenas para tu vida –a veces sospecho que apenas pase seguiremos siendo los mismos o tal vez peores que antespero sí creo que es una oportunida­d para volver a optar por las personas que un día decidiste amar. Deja de quejarte y celebra que estás con los tuyos aunque, después de tantos años, te sigan sorprendie­ndo con lo que son. Elige a tu familia.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia