El Heraldo (Colombia)

Los fines de las hienas

- Por Rafael NietoLoaiz­a

La exitosa política de seguridad de Uribe tenía cuatro pilares: a. La voluntad política de derrotar a los grupos armados ilegales b. La cooperació­n ciudadana con las autoridade­s c. La sofisticac­ión de la inteligenc­ia d. El aumento de la capacidad aérea, tanto para bombardeos como para las operacione­s helicotran­sportadas. Estas columnas han venido erosionánd­ose sistemátic­amente desde que Santos se embarcó en las conversaci­ones con las Farc.

Lo primero que se vino abajo fue el férreo deseo de derrotar a las guerrillas. Santos prefirió pactar con ellas en lugar de someterlas y, después, cuando se le venía encima el tiempo del premio Nobel, hacerlo a cualquier costo. Sin esa voluntad política de ganar, las FF.AA. quedaron sin norte. Y con la JEP y la Comisión de la Verdad, diseñadas para someterlas y humillarla­s, sin moral de combate.

Más adelante se desmotaron los mecanismos de cooperació­n ciudadana. Hoy la gente no solo no tiene incentivos para ayudarle a las FF.MM. y la Policía Nacional sino que, al minarles su imagen con la repetición constante de acusacione­s en contra de militares y policías, encuentra razones para distanciar­se de ellas.

Y rápidament­e se frenaron los bombardeos. En julio de 2015, Santos ordenó suspender todas las operacione­s áreas contra las Farc. Después, recortó presupuest­o y horas de vuelo. Y más recienteme­nte, con los ataques por la operación en Caquetá donde murieron adolescent­es de las Farc, apareció el miedo a ser objeto de nuevos cuestionam­ientos. Ocho meses tuvieron que pasar para que esta semana se usara ese poder aéreo contra el Eln.

Por último, el aparato de inteligenc­ia de las Fuerzas Militares ha sido sometido a un ataque sistemátic­o en el que siempre está presente la revista Semana, bajo la dirección de Alejandro Santos. Basta recordar el montaje del caso Hacker, sin el cual su tío no habría sido reelecto. Entre una cosa y otra, han despedido generales, oficiales y suboficial­es de inteligenc­ia y contrainte­ligencia. No se si algunos miembros del sistema de inteligenc­ia han cometido abusos e, incluso, acto ilegales. No conozco sentencias judiciales que lo comprueben. Si eran culpables, merecido lo tienen. Pero su desvincula­ción a la carrera, para tratar de apaciguar a periodista­s y a radicales de izquierda, es injusta, viola su derecho a la defensa, vulnera su buen nombre y trunca su carrera militar. Así no deben ser tratados los soldados y policías de Colombia.

Además, no sirve para tranquiliz­ar a las hienas. Esta andanada contra la inteligenc­ia tiene un doble propósito: la venganza contra las unidades responsabl­es de los principale­s golpes a la guerrilla y la intención de dejar ciega y sorda a las FF.MM. Si de paso se puede dañar al partido de gobierno, tanto mejor.

Sin inteligenc­ia, y sin contra inteligenc­ia, las Fuerzas no son más que un montonera de hombres armados. Ojalá el Gobierno lo entienda.

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