LA LEY DEL ‘MONTES’
Apocos días de cumplir dos meses de estar confinados en nuestras casas, por cuenta de la cuarentena obligatoria ordenada por el Gobierno nacional para contrarrestar la propagación masiva del coronavirus, es hora de hacer un primer balance que permita comprender cuáles medidas de las adoptadas tanto por gobiernos de otros países como por el presidente Iván Duque han funcionado y cuáles no. ¿Qué es verdad de todo lo que se dice y qué es mentira? ¿Qué debe replantearse y qué debe reafirmarse de lo que se ha hecho hasta el momento? ¿Cuáles conductas sociales van a cambiar y cuáles podrían permanecer? En fin, es hora de mirar la pandemia y sus efectos con cabeza fría y sin apasionamiento, sin que ello signifique desconocer su gravedad.
Lo primero que hay que decir es que ningún país estaba preparado para hacerle frente al coronavirus, lo que contribuyó a su rápida expansión. Ni Donald Trump en Washington ni Claudia López en Bogotá, por ejemplo, sabían la enorme letalidad del coronavirus. De ahí que –al comienzo– ambos no dudaron en calificarlo como “una gripita”. Lo propio hicieron Andrés Manuel López Obrador en México y Jair Bolsonaro en Brasil.
El factor sorpresa y la displicencia de algunos gobernantes llevaron a que lo que era un episodio muy lejano, focalizado en Wuhan, China, en diciembre de 2019, terminara convirtiéndose en pocas semanas en un delicado y complejo asunto universal, que hoy tiene más de 3 millones de personas contagiadas en el mundo y ha causado la muerte a más de 300 mil. Hoy ningún país está al margen de la pandemia y sus economías están en cuidados intensivos por cuenta del coronavirus.
Pero el desconocimiento del tema por parte de las autoridades, así como el afán por hacerle frente y también la celeridad de los medios de comunicación por cubrir sus efectos, terminaron por convertir en verdades absolutas lo que no pasa de ser una visión parcial de los hechos. ¿Qué es verdad y qué es mentira de todo lo que se ha dicho del coronavirus? Veamos: