El Heraldo (Colombia)

“Cercenaron cultura”: wayuu sobre cremación

Pruebas de COVID-19 de mujeres fallecidas dieron negativo. “Fue un error gravísimo”, reconoce ministra del Interior.

- Por Sandra Guerrero

RIOHACHA. Las almas de Mauricia Apshana, de Luz Delys Pérez Zúñiga y de Dubilma Morales Machado no irán a Jepirra, el sitio sagrado de la Alta Guajira donde descansan los muertos de la etnia wayuu.

Las tres mujeres de esa comunidad fueron cremadas, ya que había sospecha de que estaban contagiada­s con COVID-19, pero las pruebas resultaron negativas.

“Están cercenando nuestra cultura, es un exterminio de nuestras costumbres espiritual­es”, aseguró en medio de su dolor y de una protesta simbólica Luz Dary Pérez, la hermana de Luz Delys, quien tenía 30 años y deja a dos pequeños hijos.

Junto a otras wayuu vestidas de mantas de color rojo, frente a la funeraria Los Olivos, esperaron por espacio de dos horas las cenizas para luego realizar una manifestac­ión en contra de lo que llamaron “una injusticia”.

“Lo que se ha cometido es una barbaridad, mi hermana era una paciente oncológica, tenía un tumor en el pecho que le impedía respirar bien, pero ya estaba identifica­da la patología, y sin embargo la trataron como sospechosa del coronaviru­s”.

El color rojo de sus vestimenta­s es porque los wayuu consideran que la muerte de las tres miembros de su etnia fue un crimen y no natural.

Su familia ofreció pagar un cuarto frío para conservarl­a mientras llegaban los resultados, y también dijeron que podían colaborar para sepultarla con todos los protocolos, pero no fueron escuchados.

“La muerte para nosotros es importante, sobre todo el segundo entierro, ahora no podremos desenterra­r sus huesos para que se reúna con sus ancestros”, manifestó de manera dolorosa la joven.

Lo mismo sucedió con la matrona Mauricia Apshana, de la comunidad Alainnawou-Los Olivos de

Uribia y Manaure, quien estuvo hospitaliz­ada en la Clínica de la Costa de Barranquil­la por una cirrosis hepática.

Dubilma Morales Machado, de 29 años, permaneció en la clínica La Merced de Barranquil­la con neumonía y anemia relacionad­a con una enfermedad renal crónica. Tuvo dificultad respirator­ia por lo que fue tratada como sospechosa de COVID-19.

En sesión virtual ante la comisión sexta del Senado, la ministra del Interior, Alicia Arango, reconoció que la cremación fue “un error gravísimo. No podemos ir en contra de las costumbres”.

También dijo que trabajan en la compra de bolsas especiales para los cadáveres de indígenas que hayan sido diagnostic­ados con COVID-19, con el fin de que no haya contagio a las personas que los manipulan”, indicó.

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SUMINISTRA­DA Las mujeres wayuu protestaro­n vestidas de rojo.

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